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Adiós al País de las Maravillas

sábado 12 de febrero de 2022
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—No es habitual que usted, en particular, llegue tarde, señor Lewis Carroll.

—Le pido me disculpe. Pero en mi defensa he de decir que el motivo de mi retraso ha sido la misma causa por la que le solicité esta reunión.

—Imagino que se refiere al caos que Alicia dejó en el País de las Maravillas.

—Su hermana simplemente apareció en nuestro reino, hizo un desastre, y desapareció sin más. ¡Cuánta negligencia!

La reina odia la mera idea de que exista algo que esté fuera de su control. Está buscando la forma de entrar a su mundo y someterlo.

—Respecto a esa desaparición, fue culpa mía. Me preocupé porque no la encontrábamos, así que hice un hechizo para hacerla aparecer donde la había visto por última vez.

—¿Usted? Tenía entendido que el objetivo de su familia era el de acabar con la magia.

—Lo que negamos nos somete. Debemos entender cómo funciona la magia para poder controlarla. En todo caso, nuestro objetivo verdadero es evitar que la magia destruya nuestro mundo. Nosotros seguimos el legado de la dama del lago, Nimue, quien al ver el caos de la guerra entre Merlín y Morgana se aseguró de aprender magia de ambos antes de sellarlos permanentemente. Nuestra familia tiene el mismo objetivo que ella tuvo: evitar que seres como la Reina de Corazones acaben con nosotros.

—Imagino que ella es el motivo principal por el que se encuentra aquí, por cierto.

—En efecto. Verá, la reina odia la mera idea de que exista algo que esté fuera de su control. Está buscando la forma de entrar a su mundo y someterlo. Mi retraso se debió a que estaba escapando de sus guardias. ¡Averiguó que poseo la capacidad para cruzar entre los reinos! Pero no sabe que no puedo llevar a mucha gente conmigo. Si me capturaba, quién sabe lo que me hubiera hecho para forzarme a traer a todo su ejército aquí; quizá habría muerto intentándolo. Y todo es por culpa de ustedes. Después de todo, fueron ustedes los que me llamaron para aprender más del País de las Maravillas, y por culpa de ustedes mi agenda de ese día se atrasó, porque no supieron respetar los horarios que habíamos previamente acordado. Eso me forzó a tener que irme corriendo a atender mis deberes, causando el yerro de mi parte que provocó que su hermana me viera y me siguiera hasta mi reino. Ahora me encuentro en un grave peligro, así que mi única opción es quedarme en su mundo. Por eso he venido a solicitar su ayuda. Sé que su familia estará en contra, sin embargo, considero que dadas las circunstancias… ¿Por qué está sonriendo?

—Realmente estoy maravillada de que quiera quedarse aquí. La verdad es que dada la amenaza de la reina a nuestro mundo, consideramos que eso es lo mejor para todos. Me complace decirle que ya hemos ideado el plan perfecto para que se quede.

—¡¿De verdad?! Por favor, dígame qué debo hacer.

—Escribir un libro.

—¿Escribir un libro?

—Así es. De las aventuras de mi hermana en su País de las Maravillas. Le he pedido que haga apuntes de todo su sueño, eso es lo que piensa que fue su reciente aventura. Usted los volverá un libro; así nos aseguraremos de que si alguien más se entera de ese reino, nadie le creerá que es real.

—¡Considérelo hecho, señorita!

—Grandioso. Lo estaremos esperando.

 

***

 

Pobre conejito. Siempre corriendo de un lado a otro, atendiendo las obligaciones impuestas sobre él.

—Aquí está mi trabajo. En menos de un mes, como acordamos. ¿Cómo procederemos?

—Muchas gracias —la hermana de Alicia alzó su mano derecha y chasqueó los dedos, convirtiendo al conejo en un humano—. Bienvenido a la Tierra, señor Charles Lutwidge Dodgson. Ese será su nombre a partir de ahora. Pero descuide, podrá publicar el libro con su nombre original. Diremos que es un pseudónimo.

—¡¿Qué me ha hecho?! ¡Exijo que me devuelva a mi forma normal!

—Me temo que no puedo hacerlo. Mientras usted conserve sus poderes, siempre habrá la posibilidad de que la Reina de Corazones lo encuentre y use para llegar a este mundo. Es un riesgo muy grande que no podemos correr.

—¡No! Esto no es lo que quería. Sólo quería vivir en su mundo.

—Usted debió haber hablado con el gato de Cheshire. Sabía que quería una solución, pero no le importó cuál. Es lo mismo que cuando mi hermana le pidió un camino al gato: quería irse de donde estaba, pero no sabía a dónde quería llegar. Pobre conejito. Siempre corriendo de un lado a otro, atendiendo las obligaciones impuestas sobre él. Si tan sólo se hubiera detenido a descansar un poco, Alicia no se habría dado cuenta de su presencia, ni habría venido sin considerar las implicaciones. Bueno, tal vez ahora se tome el tiempo para reflexionar acerca de quién es usted y lo que está haciendo. Es mejor que se siente, se calme y se alegre; después de todo, todas sus obligaciones han desaparecido. Ahora tiene tiempo para decidir cómo aprovechar su tiempo.

Luis Antonio Guerrero Anzo
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