El pequeño mezquite
Durante días estuvo ahí, afuera de casa. Tenía apenas unas ramitas verdes. Cuando lo vimos dudamos que creciera. Era invierno, llovía mucho, y el viento helado amenazaba con acabar con todo a su paso. En la noche se nos olvidó protegerlo. Llovía mucho. Tú te levantaste a meter los zapatos y yo a quitar la ropa del tendedero. Pero nunca nos acordamos del pobre mezquite. Lo imagino gritando y muriéndose de frío. Pero la naturaleza sabia, como siempre, lo arropó con las ramas que cayeron de un pirul. Y logró pasar la noche. Vinieron los días secos por el frío que quemaba las hierbas, y el mezquite resistió días sin agua, apenas refrescándose con el fresco rocío de la mañana.
Pasaron los meses, y en la mañana de primavera cuando me viste plantar esas ramas de flores, te acordaste del arbolillo. Seguía vivo, e hicimos un hoyo cercano al pino lo suficiente para que pudiera crecer, y dijiste que si lo lograba te sentarías a leer bajo su sombra. Creo que la tierra te retó a hacerlo.
El mezquite ha crecido para todos lados; ahora mide casi lo mismo que tú: 1,65. Pero aún no te has sentado a leer como prometiste. Creo que sus ancestros te han robado esos momentos de tranquilidad; sin embargo el mezquite te sigue esperando. Reverdece cada primavera, aguantando los fríos inviernos, y ahí en el mismo lugar que tú le asignaras espera que cumplas tu promesa.
El grillo
Tras un largo día de trabajo y pasar unos breves momentos entre amigos, la oscuridad atrapó sus pasos. Al llegar a su hogar buscó sus llaves y no las encontró; metió la mano bajo el tapete de la entrada y cogió la llave de repuesto. Giró la misma en la cerradura, y la puerta se abrió, era eminente su soledad; la luz encendida le daba un aspecto tenue a la cocina. Se talló los ojos distinguiendo una figura junto a la barra; ahí estaba él, vestido de color café resaltando sus enormes muslos; le ofreció una sonata a la luz de la luna, mientras ella se tomaba un té antes de dormir. Luego de dar el último sorbo, y con el golpe de la taza sobre la madera de la barra, el músico dio un gran salto y se perdió en la oscuridad de la noche.
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