Los altos rascacielos de las urbes. Los altos rascacielos de las urbes escuchan los sonidos de la vida, contemplan el correr por las aceras de toda esa marea de personas. Los altos rascacielos de las urbes. Los altos rascacielos de las urbes no ignoran que esos ritmos bullangueros los pide la ciudad, porque se alegra con todo ese bullicio inagotable.
Las amplias cristaleras de las casas. Las amplias cristaleras de las casas no dejan de mirar, siempre curiosas, las voces de la gente que camina, los gritos de los niños en los parques. Las amplias cristaleras de las casas. Las amplias cristaleras de las casas bien pueden aportar su testimonio de todas esas gentes que se cruzan, de todas esas vidas que se cruzan.
Las luces encendidas en las calles. Las luces encendidas en las calles conocen los secretos de la gente, se callan los secretos de la gente, las cosas que suceden cada noche. Las luces encendidas en las calles. Las luces encendidas en las calles son cómplices de todo lo que ocurre, conocen cada cosa que sucede, no quieren delatar a los que pasan.
Los viejos edificios de los bancos. Los viejos edificios de los bancos contemplan el ocaso y el crepúsculo refleja su color en esos pórticos que avisan de las sombras de la noche. Los viejos edificios de los bancos. Los viejos edificios de los bancos no ignoran que los jóvenes que salen consumen cubalibres y litronas, por no decir que fuman algún porro.
Las tiendas y comercios de la plaza. Las tiendas y comercios de la plaza no ignoran que las madres, como madres, acuden a la compra cada día, buscando lo mejor para los hijos. Las tiendas y comercios de la plaza. Las tiendas y comercios de la plaza no ignoran ese juego que el tendero les da, con su palique, a las mujeres que esperan por la carne y la verdura.
El tráfico rodado en la avenida. El tráfico rodado en la avenida saluda, con sus ruidos, al anciano que mira escaparates, que detiene su paso junto al kiosco y habla un rato. El tráfico rodado en la avenida. El tráfico rodado en la avenida también es el amigo de los mozos que pasan por la zona, cuando vuelven a casa tras las clases en el cole.
Los altos rascacielos de las urbes escuchan los sonidos de la vida.
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