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Cuatro poemas de Natalia Lara

viernes 27 de septiembre de 2019
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Serpiente de neón

“Temblad, mortales; soy tan fuerte,
que este mi eterno bostezar
es mi hambre de vuestra muerte”
Paul Valéry

Hundida en el estruendo que defolia
a la madrugada perenne
ofrendo al insomnio la espuma
cuarteada de mis párpados.
La embriaguez de mis muñecas volátiles
abre el portal ensogado
saborea las vísceras
entre los pliegues delgados de silencio.
Serpiente de neón,
fragua los movimientos epilépticos
del falo erecto concupiscente.
Emula danzar la varnam
acompasada por diminutos címbalos.
La Rukmini Devi,
revestida de ocres sedas naturales.
Serpiente de neón,
recorre el paisaje abrevado
y lo diluye a dentelleadas.
El jarabe vital se desgrana
y ante el relámpago
s u c u m b e.
Serpiente de neón,
clava tus agujas hipodérmicas
al tejido confinado de la sombra
p u l v e r í z a m e.

 

Estrechez

“La carne contra la carne produce un perfume…”
Anaïs Nin

¡Oh, rojo cáliz que te incrustas
en la ranura, donde se hundía la noche!

La porosidad de la madrugada perenne
y su grito de paz frágil;
los pigmentos de azur luminoso
alrededor de las venas.
Hay un instante que derrama sus aguas blancas
cubriendo las pisadas ardidas de la tierra.
Las vísceras del recuerdo —más vivo que muerto—
d…..e…..s…..c…..i…..e…..n…..d…..e
como huracán invisible de la carne.
El pútrido perfume intercepta los repliegues
hinchando interno acueducto
hasta desfallecer en vientre náufrago.
Monstruosamente el hombre que alucina
i…..n…..c…..i…..n…..e…..r…..a
la vulva roída y redentora de su madre
baña de vino ceniciento el último coito clandestino
hasta salpicarme.
(Suena un gong y un lirio me atraviesa)1

 

La exclusa

“En las hojas de mi cebolla
escondo los peces
que se alimentan
de mi alma”.

Yolanda Vale

Haz del instante el hallazgo
la sílaba escondida en areniscas
arroja lluvia en yermo espacio
descarría los ayunos
y las migas.

Cíñete a la protesta del verbo
quema la lágrima, o habítala
reviste de amor despertares
crisol que selle jubiloso
la dorada flor y su fatiga.

Arrástrate a los pies de los
[escombros
desdenes aniden las pupilas
estrangula el fuego y modela
la tierra del pecho blanco oliva.

Siembra de ofrendas a la Luna
mordisquea gozoso el hondo lecho
rimando los dedos de la brizna.

Que el golpe de tu lengua sea oleaje
en el cruce de piernas se derritan

alvéolos……………….bocas
muslos

y merodee tus puntos cardinales

humedad………………la exclusa
humedad.

 

Cilíndrica

La tarde perseguidora se interrumpía con los soplos de luz metal, de pronto la noche sobre los cimientos: imposible eludirla. Ya topábamos con las angostas calles de un pueblo diminuto. Olor a salitre combinado con la brisa fría. Sabíamos que lejos de las luces se arrastraba un mar tibio, frente a él, todas las casas abandonadas. Cucarachas en siniestra metamorfosis protegían al suelo de cualquier mal presagio. Ellas se enredaban en nuestros tobillos y nos agitábamos. Manteníamos interrogantes en medio del paso vigoroso. ¿Qué significado tendrían? ¿Qué debíamos comprender de la formación de sus alas quebradizas, y su sexo? De repente la tierra, naranja y espesa. El bahareque simple y honroso nos sorprendía. Sin demoras tomamos la puerta gratuitamente bañada de óxido. Cajas y botellones distribuidos en hileras. Telarañas altaneras con sus presas, multiplicadas… Había pequeños objetos que, lejos de parecernos nauseabundos, nos remontaban a otra época de frente a nuestros antepasados. Alargamos las manos, necesitábamos plegarnos, rápidamente. Escaseaban los instantes en dónde desahogar las fiebres. El juego de la depravación, extremo absoluto. Fuera del sobresalto, inducidos por los tiempos que como finas astillas se mantenían mirándonos. ¡Días de júbilo los de la procreación! Y ahora mostrándonos sin pieles, abrumados por los líquidos, resbalando. Conocedores del lapso de vibración de la carne. Particularmente me bastaba moverme en su rodilla, lustrarla. Volverme cilíndrica, rotar en su pecho. Ensamblados, tragando ociosamente la vigilia; confiados del tacto, inclinados, prolongando la huella, para volver al espacio, estremecernos en nuestros tres hijos, y proseguir en los bordes de las montañas, dentro de las plantaciones de café, contemplándonos satisfechos. Delectación flotante, con nosotros este ahora.

Natalia Lara
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Notas

  1. Sonia Manzano.
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