Servicio de promoción de autores de Letralia Saltar al contenido

Agua del Orallo

miércoles 20 de noviembre de 2019
¡Comparte esto en tus redes sociales!

Soneto I

El beso triste que dejó la helada,
llenando la maleza con su aliento,
no pudo, con la fuerza de su acento,
volver a rescatar la madrugada:

palabra de cristal en la nevada,
herida pronunciada por el viento,
la veis desvanecerse en el intento
de ser de nuevo noche derrotada.

Dejáronla, al nacer el nuevo día,
en el destierro triste de la suerte,
que supo adivinar esa derrota.

Y el agua del Orallo, siempre fría,
la quiso reflejar donde la muerte
se mezcla en la mañana que se agota.

 

Soneto II

El aire fresco que alcanzó el camino,
hiriéndolo en la fronda más oscura,
corrió, como el que raudo se apresura,
buscando el alba clara en Villablino.

Diréis que fue, si cabe, peregrino,
acaso algún viajero en la aventura,
tal vez un testimonio en la locura
de ser como el destello repentino.

Y es cierto en su caricia el eco sano
de heladas que nos dictan la belleza
y escarcha que aventura los inviernos.

Mirad cómo cuajó entre la maleza,
sabed de su discurso, si temprano,
y el brillo de sus muchos desgobiernos.

 

Soneto III

Un verso halló el color de la mañana,
con ser, al mismo tiempo, si nacía,
la voz del alba clara que venía,
como un pregón, al valle de Laciana:

la luz, al ver llegar la hora temprana,
dichosa, por el cielo se esparcía,
jugando a pronunciar la nombradía
del brillo de su yegua soberana.

Y pudo ser destello en la maleza,
mojada por las densas humedades
en estas soledades asesinas.

Después, corcel que gime con pereza,
bostezo herido entre las densidades,
tejer supo en el aire las neblinas.

 

Soneto IV

El alba, si es su luz la que, cuajada,
se lanza por los altos corredores,
el brillo le tributa en surtidores
al canto del Orallo en retirada.

El reino perezoso que, en la helada,
despierta su reflejo y sus colores
también le da al otoño sus favores,
si a veces se encapricha la nevada.

Los ecos del otoño en Villablino
hirieron la belleza del paisaje
que llora sus tristezas derrotado.

El barro quiso ser en el camino
la herida silenciosa del paraje
que el viento ve correr alborotado.

 

Soneto V

Dejad que vuele alegre en Babia y Luna
el brillo que despierta, si amanece,
buscando la ancha puerta en la que crece
la llama ante la noche inoportuna.

Dejad que llegue allá donde ninguna
—si al cabo es su rocín lo que apetece—,
que siempre los bastiones fortalece
la luz del alba clara que la acuna.

Dejad, en fin, que vierta su reflejo,
sus oros, sus alientos y su frío,
allí donde es más bello el urogallo.

Pensad en el color claro y bermejo
que quiere en su discurso todo río,
si el río es el espejo del Orallo.

José Ramón Muñiz Álvarez
Últimas entradas de José Ramón Muñiz Álvarez (ver todo)

¡Comparte esto en tus redes sociales!
correcciondetextos.org: el mejor servicio de corrección de textos y corrección de estilo al mejor precio