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Las niñas deseadas duermen

miércoles 22 de abril de 2020
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Relato

Puerta cerrada

una mano se desliza por el azulejo
infancia de onanismos y juguetes

aprendo a los cuatro años a masturbarme
y lo hago hasta que duele mucho

las piernas tiemblan mis dedos se cansan
pero no me detengo
un ruido desborda desde mi garganta
aprieto la boca

las caricias inician convulsiones
como conejos friéndose
y luego me miro en el espejo
con el cuerpo chiquito desnudo
y me digo puta
hasta arañarme los brazos
y me golpeo la cara
y se enrojecen mis ojos

globos borrosos caen al agua
corrientes violentas de champú flotan
hacia la coladera
y las heridas abiertas del recuerdo
anuncian la malicia
y mis ganas de no quererme nunca
mis ganas de no quererme nunca
de no quererme nunca

 

Relato

Odio:
Sentimiento de aversión y rechazo, muy intenso e incontrolable, hacia algo o alguien.

Serpientes los ocelos de tía Socorro y tío Andrés
diálogos inocultables
de los afectos desatendidos

algo discute en ellos
una lengua que les es ajena
en la omisión inalterada

cuando asoman por la herrería
con el cuello vuelto una manguera
y estoy llorando
y nadie
me quita
a los primos de encima

 

Relato

Habitación
la ventana monstruo
la mancha vestido

la tropezada garra de la prima Karen

el carrusel que avizora
y Omar
ocultos en los árboles
se bajan la bermuda las manos saltan repulsivas
y las sombras se sacuden
y se sacuden y se sacuden y se sacuden
hasta la tierra
blanquecina y pegajosa

 

Relato

Contemplación
el aroma a café de la nostalgia

las calles de terracería del pueblo

las flores ínfimas de color rosa
divagaron por San Isidro
con tallos caminantes

coronas sobre mis hilos castaños
las cuatro estaciones

vestidos delicados
que a mis padres gustaba comprarme
para que mis abuelos paternos vieran
que sí nos importaban

cuando el siete era delineado
ellos me buscaban
y en el techo de un cuarto abandonado y bajito
volvían a tener el rostro rayado

volvían a tener el rostro rayado

volvían
a tener
el rostro
rayado

las horas en San Isidro duraban demasiado
parecían eternas
se volvían eternas
y mis primos decían que
eso
era
jugar

 

Relato

Maleza
poblados invidentes
espirales tristes
y la tía Chata con las hebras bermejas
y una piel de vulgo

sus hijas
con la herencia de las repeticiones

vientres hinchados

desgaste de matrices
legrados
de lenguas falseadas hablando de Dios
predicando con una biblia amarilla
el amor de quien todo lo observa
excepto sus manos

excepto sus manos jalando el listón rosa
de mi vestido que
tiembla
todavía
asustado

 

Relato

La constancia de la memoria

cortinas movidas por el viento
cuando la primera mano
estalla entre mis piernas
como una ola de agujas

y Omar dice
cállate que ahora te va a dejar de doler

pero eso no pasa y me duele
y me duele más
y su dedo entra violento
y sonríe mientras lloro

y Karen se ríe y se ríe y se ríe como loca
rompiendo mi ropa nueva
y la cara se le llena de rayas

su padre observa accidental
pero los labios se le cosen

los labios se le cosen
con los hilos de la negrura

y un día
el tío orina en las sombras de la pared
pero no les atina
y me pongo triste
porque los domingos
seguirán existiendo

 

Relato

Recordar es preciso

los tocamientos
las nubes dentro de las cuevas ínfimas

capturados veranos
disueltos en la piel infantil
disociación de gestos impunes

una nube con forma de bastón

una nube-bastón
nube-caballos
nube-sonidos corpóreos de feria

¿cuántas veces ocurrió?

recuerdos sepultados
duermen por décadas
hasta que algo —lo que sea—
los hace levantar apresurados

 

Relato

Arde el carbón de mis rodillas
aquellas piernas temblorosas
que caían como el otoño

la infancia se portó
como la más violenta catástrofe
revueltos los juguetes
los vestidos rosas
y la espuma de las últimas verticalidades

las niñas deseadas duermen
a un lado de la carretera

centenas de ojos describen los cuerpos
los desnudan
los trazan
los humedecen
los desmiembran

y aquellos espíritus de gatos
que volaban como el polvo
entre las prendas y la sangre de las hojas
todavía maúllan sobre la basura
—vomitando olas blancas—

 

Relato

La lengua inventa besos
como un espectáculo malsano

la adolescencia aplaude el dedo en la llaga
y los comedores llenos de cerdos
devorándose a sí mismos

y yo siento asco
el asco de todos los días
el asco de todos los días
el asco de todos los días

por toda la gente
por todos
los hombres
y la manera animal
en que limpian el plato

la inocencia perdida es un abecé de la memoria
un castillo sin puertas
donde siempre espero
al príncipe azul
con el vestido manchado
el onanismo diario
y el miedo inagotable

Alondra Berber
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