Siete poemas de Israel A. Bonilla

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Felicidad

Generaciones hemos destinado
a entronizar la parte más exigua
de nuestra historia. Magro patrimonio
que cultiva hedonismos aberrantes.
¿Por qué supeditar a su voluble
arribo el mérito de todo? Triste
condición la de quienes desvanecen
el imprevisto atardecer a fuerza
de materializarlo con los ojos cerrados.

Memoria

Se asume el resguardo del ayer.
Se asume una fiel cronología.
Mas este pobre lente con que cargamos
se empaña al menor cambio de temperatura.

Amar

El prometido delirio,
la prometida expansión
abarcan un instante,
del cual no cabe asirse.
Lo que resta es
encogimiento.

Presente

La distancia se apropia, hambrienta, de los días.
Restituye su luz a costa de tinturas
que ensombrecen la franja en que todos habitan.
¿Queda algo más allá de contemplar la estela
que dejan a su paso? Camino de pavesas.

Desplazamiento

Acude casi ociosa a quien no se ha deshecho
en un estéril rapto: ávido, rapaz, fijo.
Se ensancha al adueñarse del calmoso lugar.
Espera con paciencia la llegada del resto:
fila insignificante. Reptar es lo acordado.

Posteridad

Coqueta y arbitraria, posterga con pereza
rescates del olvido, la justa evaluación.
Su afinidad radica en el precipitado
traspapeleo de graves reputaciones.
Veleidosa labor de campante burócrata.

Resignación

Eres el implacable desenlace de todas
las usuales historias, el adusto final
de todos los caminos. Referente ciclópeo.
Atemperas la sed de eterno movimiento.
Resguardas de la inútil recompensa: vacío.