
El libro azul
Iris Mónica Vargas
Poesía
Snow Fountain Press
Miami (Estados Unidos), 2018
ISBN: 978-1726632201
108 páginas
El muerto mío
Siento más afinidad por los poetas
varios pies debajo de los míos,
“¿Por qué será?”, “¡Qué cosa extraña!”,
preguntan, comentan, y yo digo:
Porque es del muerto, escriba, el vivo
y aún tienen tantas historias que dictarle.
Tantas cosas me susurra el muerto mío,
de todo lo que su muerto no alcanzó a contarle.
Primeras nupcias
Dos criaturas del olvido
han prometido recordarse
por el camino de escamas
que termina alguna vez
en colisión de corrientes variando
la dirección de sus danzas;
mareas que se entregan y se ensanchan
sobre la orilla endurecida que le expone
el cuerpo blando en sus entrañas.
Yo quiero recordarte de sirena.
Teoría del tiempo
Temprano en la mañana,
a eso de las dos
dilata el tiempo.
No ha querido que le veas padecer
su efímero infortunio interválico:
morir justo el segundo
cuando nace.
La mujer que se roba la memoria colectiva
Usurpa los fragmentos del parque que fue ceremonial.
Cuando nadie la mire, se robará el pedazo de vasija,
Se llevará algún diente, un fémur multicentenario.
Si quieres encontrar a tus antepasados, ve a su casa.
Teje en su tiempo libre el legado. Mejor que los museos.
Inventa la canción que ya no tienes.
Porque alguien debe hacerlo. ¿No?
Lee también en Letralia: reseña de El libro azul, de Iris Mónica Vargas, por Alberto Hernández.
De cómo practicar a ser poeta
Levántate. Camina mucho.
Y más que libaciones, procura
hablar con alguien. Tener
conversaciones es siempre saludable
—al menos eso dicen—.
Que sea gente extraña
a quienes no conozcas.
Anota lo que observas. Escucha
todo aquello que hace que tus alas
eleven tu mirada, y se levanten
los vellos de tus brazos.
No tienes que decir o formular
decenas de opiniones. Más fácil
compartir la propaganda
que observar, notar complicaciones
en la vida, el modo en que
se mezclan amigos y supuestos
enemigos, progresos y obsesiones
al azar. Saberse de colores es difícil.
Saber que nada es puro, mucho más.
Repito: no tienes que ofrecer explicaciones.
Ni es un requisito que ofrezcas opiniones.
Que sabes más que el mundo no es verdad.
Lo que sabes, esto sí es cierto, es observar,
serle tan fiel a tus múltiples ojos
que sirvas de testigo al mundo
de quién es.
Las preguntas de una visionaria no identificada
(siglo XVI)
Si queda confirmado:
sus lunas los circundan.
si fuera incuestionable:
Copérnico es verdad,
la Tierra va redonda.
¿A dónde desvanece
el alma deambulante,
del cuerpo desbandada,
del cielo desterrada,
y la memoria?
¿A dónde la memoria
va, si no la llevan,
si han escapado ya
las orbes de la mente?
Lo siento. Me adelanto.
La calma
Bajo un árbol sin nombre, curiosos los lenguajes
se mezclan y desglosan. Un pie le cava un cráter
a la arena. Caen las hojas. El mar llega rodando
y escapa entre guiños de luz. Pasean las mariposas.
Dos ramitas perdidas golpean el ala en mi sombrero.
¿Sospecharán la página?
¿Buscarán que las cante?
La hormiga husmea sabueso,
dejando su huella entre los grafos.
¿Querrá, también, sentir que algo ha vivido?
Black Box Warning
Ten cuidado con la vida, el modo cómo afecta los segundos
de la muerte, y cómo desvía el rostro, sutilmente,
para que sea a ella a quien mire, arrebatando ausencias,
sembrando rosas, y cosas tan fragantes que han de servir
de especias, esa ternura con que llena los espacios, de
ternura, y la destreza con la que puede alivianar las
sombras. Ten mucho cuidado con la vida.
Podría resultar demasiado deliciosa.
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