I
OBSERVO el andamiaje de la palabra en el paladar del cretino. La luz del vocablo se resguarda en el envés de la hoja seca en un cuento surrealista. La lámina vegetal se torna verde encharcado de luz. Verde luz de la expresión. Luz verde de la palabra. Maduran pensamientos mientras se escucha del cretino el estertor de su lenguaje vacío. El andamiaje de la palabra ahora es pedazo de taburete apolillado en el zaguán de la memoria.
II
LA casa del hombre invisible está construida con paredes y ventanas imposibles de percibir. El día y la noche hacen parte de sus andanzas sin tregua entre catacumbas del aire. La una de la tarde o las seis de la mañana poseen la estirpe de una misma hora. Por sus arterias desemboca el mundo. El agua es azul de lejano mar en sus labios.
III
NINGUNO decimos algo valeroso respecto a la sombra cuando se filtra entre vértices del silencio. Silueta del hablar. Estruendo de sombras. El mutismo oscila entre el sí y el no de su propia esencia. Queda un tufo de viento de vocablos y de ese no decir nada por parte de cada quien. Nadie responde. Ninguno pregunta. Todos somos responsables del callar y de la enunciación. Estamos obligados a ser solidarios con el resplandor y el contorno. Con el cristal y la falta de un rostro idóneo para hablar sobre sí mismo ante el espejo. De la acción de la palabra y el vacío de ella misma. Debemos verter la nada y el todo del vocablo en una misma geografía de la palabra.
IV
PALABRAS. Millones de palabras. Palabras sin fin. Infinito universo de la palabra. El pájaro y el aire y la jaula conforman una misma palabra. Palabra pájaro y pájaro de palabras. Jaula pájaro y jaula de la palabra. Aire de pájaro y pájaro de aire con alas libres. Faltan cinco minutos para las siete sílabas puntuales con las cuales se escribe palabra. Se pronostica el verbo eres nuestro desde la palabra objeto en una eucaristía sin importancia. La lluvia es elemento psicodélico en quien no vive el instante único de la palabra. Quedan en puntos suspensivos el cero y el uno ante la palabra imposible de exponer. Palabras como palabras. Palabras más allá de la palabra. Palabras intransigentes. Palabras párvulas. Palabras incertidumbre y quedan con la boca abierta de por vida. Palabras asombrosas para nunca señalar algo. Cierta cosa como la palabra mugre en el desván le da vía libre al vocablo humedad para hacer de las suyas con la palabra limpieza. Brilla en el vidrio del ventanal la palabra marco.
V
QUINIENTOS años antes de la era cristiana los griegos contribuyeron a la perfección del diálogo. No obstante el conglomerado de los palabreros siguió en la trampa de lo categórico. Cada uno quiso imponer su SÍ o su NO con el fin de hacer crecer sus egos. La duda no entró en el tema. Los griegos más sabios de aquella época quedaron consternados. Siguió imponiéndose la idiotez personal sobre la verdad objetiva. El “yo” se convirtió en un egocentrismo despiadado y lo sencillo no fue relevante en la conversación. La tempestad del delirio fue cruel cuando el diálogo se esfumó. Lo admirable de la plática no tuvo destino. El diálogo insustancial se perpetuó prodigioso para ese núcleo de seres alienados por la tiranía de la palabra pueril.
VI
METAFÍSICA palabra. Psicología del hecho. Poética palabra. El azul se adentra en el océano hasta convertirse en altar de múltiples colores. Al caer la pluma sobre el algodón en la mente humana se oye el vuelo del colibrí. Pájaros espantan al espantapájaros quien huye en busca de refugio en la palabra por escribirse.
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