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La literatura como entretenimiento en Cuentos de Canterbury, de Chaucer

lunes 21 de febrero de 2022
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Geoffrey Chaucer
El fundamento último de los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer, es la entretención o diversión.

La literatura se ha caracterizado por cumplir ciertas funciones propias y específicas en época medieval, que le son básicas y que varían respecto a cuál sea el ámbito especial en que se la mire. De modo que podemos apreciar la literatura: a) como un reflejo o costumbres de los usos cotidianos de la época, b) como guía del mundo o salvación, c) como espejo en el cual se mira la vida de los santos, de reyes y gente noble, d) como oráculo que implica que la literatura está cubierta por un sentido literal, pero también de un sentido implícito, e) como arte donde existe una parte de la literatura entendida como un oficio, y f) como entretenimiento o diversión. Así, el presente ensayo trabajará sobre la tesis de que el fundamento último de los Cuentos de Canterbury (obra publicada alrededor del año 1400), de Chaucer —o la función predominante que cumple la literatura—, es la entretención o diversión, tanto de los personajes como del lector.

Todo comienza con la idea de la peregrinación a la tumba de Thomas Becket que reúne a personajes de diversos estatus sociales o jerarquías en un espacio temporal coincidente (la posada de El Tabardo), en el cual se plantea que cada personaje operará como un narrador de dos cuentos de ida y dos de vuelta. El móvil o el fin último de esto será la diversión —y de allí que esté presente la función de la literatura como entretención— generada con cada cuento con miras a acortar y hacer más placentero el viaje. En efecto, quien logre con mayor eficacia esto último habrá ganado la apuesta y tendrá una comida con todos los gastos pagados, mientras que si se retira de la apuesta deberá pagar todos los costos del viaje. El que califique estos cuentos será su anfitrión1 quien, tal como se señala, será un: “(…) guía, juez y árbitro de nuestros relatos [y dispondrá]2 de una cena a un precio fijo de antemano. Aceptamos ser gobernados por sus decisiones en todo, por lo que unánimemente nos sometimos a su buen juicio” (Chaucer). Por lo tanto, ya desde un principio se da a entender que el objeto que moverá la sucesión de cuentos antecedida por prólogos —que muchas veces nos alumbran sobre la gran riqueza subjetiva que poseen los personajes—3 será su entretenimiento.

Ahora bien, es interesante resaltar aspectos que subrayan esta idea de la diversión y que son susceptibles de identificar sobremanera en el libro, como: el uso de un argumento divertido y edificante, lo que muchas veces se aprecia en situaciones específicas que incluso generan risas en los propios personajes —aunque muchas veces al final de los cuentos se instale una visión pesimista. Por ejemplo, el cuento del molinero, que trata sobre un estudiante llamado Nicolás, hospedado en la casa de un carpintero que contrajo nupcias con Alison, cuya juventud era abismante en relación a la de su esposo. Nicolás insistió con Alison y obtuvo de ella su anuencia en el amor, pero había un cura llamado Absalón que también estaba interesado en ella. Sucedió que un día tal cura fue a cortejarla cuando no estaba su esposo y Alison se encontraba con Nicolás; insistió tanto el cura que ella consintió en darle un beso de despedida y como estaba oscuro, el cura terminó por darle a Alison un beso en el trasero. A esto, Alison reaccionó riéndose: “¡Ja, ja, ja! —exclamó ella, y cerró la ventana de golpe. Absalón se quedó meditando su triste caso” (Chaucer). Esto desencadenó en que: “Su ardiente amor se había enfriado y apagado. Desde el momento en que le besó el culo, se le curó la enfermedad” (Chaucer). La visión pesimista de este cuento radica en la creencia de un diluvio divino, utilizado como excusa por Nicolás para estar con Alison esa noche, y en donde hacen pasar por interdicto al ingenuo carpintero frente a un pueblo que acude a los gritos de Nicolás. Estos gritos se debieron a la venganza ejecutada por Absalón con un rastrillo.

También es favorecida la idea de diversión por la utilización de temas que no persiguen ser trascendentales, sino que poseen un carácter más bien inmediato y cotidiano.

Además, se enfatiza esta reflexión sobre la diversión mediante el uso de la ironía o el sarcasmo. En esto último resulta ejemplificadora la propia figura de la comadre Bath como un tipo social de la época que posee una sabiduría popular, una argumentación que se basa en pasajes de la Biblia y que aplica bien respecto a su conveniencia. Ella nos cuenta cosas que eventualmente no deberíamos saber con el claro fin de divertir. Así lo expresa con claridad: “Solamente espero que ninguno de los aquí presentes se ofenda si digo lo que me pasa por la cabeza, pues lo único que yo intento es divertir” (Chaucer). Pero el sarcasmo en su discurso4 se aprecia en las recusaciones que ella realiza a sus maridos cuando no siempre las han cometido, y para ello utilizaba un sistema: “¿Es esto lo mejor que sabes hacer, viejo mentecato? ¿Por qué está la esposa de mi vecino tan elegante y alegre? (…). ¿Tan enamoriscado estás? (…). ¡Tú, viejo lujurioso, déjate de artimañas! Y siempre que yo tengo una inocente charla con un amigo o voy a su casa para divertirme un poco, tú te pones a rugir como diablo” (Chaucer). Asimismo, el sarcasmo se aprecia incluso en el hecho de que algunas las historias surjan en contraposición a otra relatada por una persona de un estatus social específico, por ejemplo la historia del fraile que envía al infierno a un alguacil corrupto y la historia del alguacil que ironiza sobre los frailes. De hecho, en la historia del alguacil existe un episodio específico en el cual se le realiza una ofensa al cura que había ido a solicitar dádiva, puesto que el creyente eliminó gases intestinales sonoramente en su mano. En este sentido, la misma contraposición de historias se genera también en el cuento del administrador con la historia del molinero, ya que en ella se presenta el agravio que sufren un molinero y su familia.

Pues bien, otro aspecto que refuerza y reafirma el entretenimiento es la propia estructura del libro que en sí lo faculta o configura en un amplio grado de dinamismo, movilidad y flexibilidad. Esto se aprecia no sólo por su diversidad temática, potenciada por el hecho mismo de que se reúnan distintos estamentos cuyos cuentos poseen un mismo nivel de importancia que los otros, sino también porque ellos pueden interrumpirse: al aparecer un nuevo peregrino se corta la narración y comienza otro. Además, la implicancia de la diversidad temática viene a darnos a entender que no se trata de un grupo de personajes ceñidos en torno a un tema en específico.5 Esta estructura dinámica, móvil o flexible que se emplea dice relación con el viaje realizado, donde el fluir del viaje posee un fin didáctico que nos arroja a replantearnos la idea de la vida como una peregrinación ya no con un tono solemne.6 También es favorecida la idea de diversión por la utilización de temas que no persiguen ser trascendentales, sino que poseen un carácter más bien inmediato y cotidiano.7 Además, la diversión se aprecia en descripciones físicas íntimamente emparejadas con la idea del carnaval y en las carcajadas de algunos comienzos y finales, e incluso el agrado de la colectividad una vez terminados los cuentos. Por ejemplo, al terminar el cuento del molinero se señala: “El grupo aceptó complacido el divertido relato de Absalón y Listo Nicolás, y aunque hubo diversidad de opiniones, la mayoría lo acogió con risas y chanzas. Nadie se enfadó, si exceptuamos al administrador, Oswold, pues era carpintero de profesión” (Chaucer).

En suma, en Cuentos de Canterbury (1921), de Chaucer, se superan las jerarquías y estamentos sociales, ya que cada personaje ilustra un estamento distinto de la sociedad: va desde un caballero hasta un cocinero, resaltando a los personajes medios. Se trata de personajes que no dependen de su linaje, sino de sus acciones. Y, detrás de cada cuento narrado, subyace la idea de contar cuentos para hacer más ameno el viaje de peregrinación hacia la tumba de Thomas Becket. Por lo tanto, sin duda, la función predominante de la literatura en la época medieval que sirve de fundamento último para justificar tales narraciones es la diversión. ¿Acaso no fue ella el móvil principal que dio paso a estos cuentos? En ese sentido, no podemos dejar de relacionar los cuentos con el contexto en el cual fueron narrados y este propósito esencial que engloba multiplicidad de voces narrativas en personajes diversos.

 

Referencia bibliográfica

  • Chaucer, Geoffrey. Cuentos de Canterbury. Versión digitalizada.

 

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Notas

  1. Llama la atención que el líder del grupo sea un tabernero (como que es democratizante), porque aparecen todos los rangos sociales representados y con la misma importancia.
  2. Esta cita fue alterada para efectos de que la lectura del ensayo no fuese incoherente, pero mantiene el sentido original dado en el texto.
  3. Piénsese, por ejemplo, que el prólogo del cuento de la comadre Bath es el más largo de los cuentos de Canterbury y ello nos puede llevar a preguntarnos si es que importa más retratar su tipo social o una historia que en sí parece no poseer un sentido o coherencia directa con lo informado en el prólogo. Como lectores no entendemos de qué se trata su historia, sino que la conocemos a través de su voz y ello implica creer la noción explícita de lo que ella cuenta. En definitiva, con esto quiero señalar que el prólogo que describe cada personaje puede diferir con la historia narrada, por ejemplo cuando se señala al mercader como alguien exitoso y después se le representa como alguien con problemas matrimoniales (lo que constituye a su vez, una paradoja e ironía). Más adelante me referiré al uso de la ironía o sarcasmo.
  4. También pudiese cuestionarse la historia de la comadre Bath por sí misma —en el sentido en que ella plantea la ironía o contradicción—, debido a que su cuento genera un quiebre en el lector por la subversión al mundo artúrico, y es que en su cuento el caballero no combate. Por lo tanto, es interesante la perspectiva de cómo se realiza la preparación al lector y finalmente cómo ello termina siendo lo contrario.
  5. Lo que sí sucede en el Decamerón.
  6. De ahí que quizás esta literatura sea satírica, irónica o sarcástica. Pero, como ya he señalado antes, el sentido de la ironía o sarcasmo no viene más que a reforzar el fin último de narrar estos cuentos: la diversión.
  7. Quizás, ello permitió el acercamiento y captación de un mayor número de lectores.
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