Poemas
Hernán Zamora
La calle está llena de sombras
entregada
al miserable encuentro de unos ojos
que no se reconocen
La calle fornica
labios rugosos
Suda cuerpos
vestidos de mentira expuesta
Poblada
por imposibles presagios
y roces de anónimas presencias
la calle
no desata soledades
no se vierte en el abismo
de aparentes certidumbres
Ella se queda en los zapatos
que duermen
bajo el designio de venideras tempestades
Se ciega
en el cruce de gemidos
que se estrellan
contra los muros resecos de la boca
Arte poética
Palabra pronunciada
vestigio
canto indescifrable
en la caverna
presencia deslizada
hasta tocar
hasta sosegar
el bufo gruñir de mi respiración
Palabra escrita
huella en la roca
roca en la arena
sombra de luna disuelta
en la tenaz geometría
de una llovizna interminable
Aún no sé leer
piedras siempre de mi boca se despeñan
Remedo
aquel canto de sal
aquel despojo de lluvia
Todo esfuerzo sigue siendo apenas una inexplicable insistencia
ripioso imaginario contra el olvido
Restarán
dos espejos enfrentados
y entre ellos arena
sólo arena
que habrá cesado de caer
Toda espera
se torna tensa
exige el cruzado tejer de los sentidos
Aquel que se aproxime
tal vez
consiga liberar
la vertical monotonía
de los pliegues del tiempo sobre el cuerpo
Tal vez su voz y su mirada
al llegar inicien
la danza que hará llover
un cielo contenido entre los brazos
O quizás nunca se acerque
Hecho nadie
habrá de permanecer borroso
apenas comprensible
para quien se torna
increíblemente oscuro y llano
oteando
desde la ardorosa realidad de las aceras
Todo continúa igual
otra mañana se alboroza cuando trepa entre las ramas
los mismos obreros vuelven a desmontar
el mismo encofrado
ruedas piernas y motores
se cruzan diariamente por las calles
Todo parece continuar igual
los despojos de aquella noche interrumpida
se han desdibujado
y el eco de promesas fracturadas
no ha dejado rastros visibles en el aire
Todo se anuncia igual
pero nada permanece
en su sitio, es decir, dentro de mí
o dentro de ti, tal vez,
aunque en ti todo es adentro y todo es afuera,
todo es luz y sombra, sólido, permeable,
ausencia, memoria, resguardo y olvido.
Todo eres tú
y yo
oculto en las aceras
soy la sombra avergonzada
de un errante
tránsfuga del tiempo que me muerde
incapaz de mencionar tu nombre
sucio como estoy de toda culpa
cubierto con andrajos de mentiras
y adicto al miedo
ese miedo áspero de forma
que sostiene todo igual
igual
como si nadie nunca hubiese despertado
agazapado en las retinas
Pantera herida tras las rejas
de mis propios sentimientos
Bestia ululante hecha de furia y ruego,
sigilos, torpezas
orgullo y terror
Quizás nada permanezca, sólo yo
ciego de tanta certeza
inútil de comprender que todo continúa
igual día tras día
para que reconozca tu aliento breve e infinito
como tu nombre
Dios
Temo que no pueda soportar tu compasión y me deshaga,
después de todo, sigo apegado a esta vida que me diste
por eso tengo miedo de tus ojos
por eso temo que al buscar
un rostro limpio
sólo halles en mí la cicatriz
que tu palabra
bendita
me dejó
en las comisuras de los labios.
El cuchillo en una mano
garra la otra
ambas
atenazadas con terror por las de él
Los gritos caían
como un millar de invisibles aguijones
sobre el niño
convertido en misérrima esfinge de sal
El cuchillo en la mesa es otro
y de hombre son sus manos ahora
Su boca está llena de noche
y sus ojos
de más nunca