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Los Oscar 2019: Roma y Black Panther, postales de la aldea global

jueves 7 de febrero de 2019
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Roma y Black Panther
El filme Roma (izquierda), de Alfonso Cuarón, tiene diez nominaciones, mientras que Black Panther, de Ryan Coogler para el universo Marvel, tiene siete.

La nominación y la premiación de la Academia del Cine en Estados Unidos siempre será un tema de debate e interés. Cada película es parte de una ventana por la que se asoman rasgos, particularidades del séptimo arte, de la industria cultural, y son fotogramas de situaciones analógicas con la aldea global. Para el 2019, entre los postulados se encuentran matices que me llaman la atención. Netflix, ese titán comercial, que critican por desvalorizar la cultura audiovisual, se ha codeado ya entre el mundo de la Academia del Cine. Su experimento de Roma, con Cuarón, le concede el honor que le faltaba para catapultarse entre sus usuarios: una estatuilla, cualquiera sea la categoría, para darse un aire de que lo que allí se expone no es sólo de un tinte comercial. Ya puede irse cambiando la emblemática frase de Hollywood por Netflix, hecho que postula una fuerte pugna, unas discusiones divididas, los directores tendrán que decidir si salen primero en pantalla chica y luego en la tradicional, como fue lo ocurrido con Roma.

La noche de alfombras rojas y destellos de estrellas reserva un lugar para los nuevos lenguajes y esa incómoda pero sustancial discusión entre cine y convergencia de medios.

Las nominaciones luego de las proposiciones y candidaturas, más todo ese trabajo de lobby, no del todo de factura ni de calidad cinematográfica, sino de intenciones y de mercadeo de las películas, dan como resultado una variopinta gama de cintas: desde la aclamada por el público de Bohemian Rhapsody, que tiene cinco nominaciones, hasta la de culto de Roma con diez, pasando por espectaculares producciones de Black Panther con siete posibles premios, la de un fenómeno que vuelve a la médula del panorama político como BlacKKKlansman, del director Spike Lee, por el tema del racismo (seis nominaciones), y tan aparentes de más plasticidad como la de Lady Gaga, Nace una estrella. Así, el asunto está en extremos porque en calidad y en temas no hay unos focos de coincidencia. Unos mínimos puntos de encuentro.

La noche de alfombras rojas y destellos de estrellas reserva un lugar para los nuevos lenguajes y esa incómoda pero sustancial discusión entre cine y convergencia de medios, entre la apuesta por el cine y sus transiciones con la televisión por pago. No podría ser con menos, el mexicano, de los titanes de la pantalla grande, se seguirá uniendo a esos diversos premios conquistados en la que es reconocida como la meca del cine, al haberlo conseguido Guillermo del Toro y Alejandro González, y Cuarón continúa ensanchando los triunfos de mexicanos, siendo la primera nominada en un habla no inglesa y combinada con castellano y mixteco, un idioma nativo.

Luego, hay más, no es cualquier película, es una de mucho ensimismamiento, una obra de arte por su construcción, el tema de las mujeres silenciadas como Cleo (Yalitza Aparicio), que ya es la primer mujer indígena a ser nominada a un Oscar, caso singular y apremiante para un circuito de premiación de élites. Ya la mención y su posible premio se alinea en lo políticamente correcto, no para cambiar las miradas hacia una población recolonizada y esclavizada por varias generaciones, sino por haber puesto un viraje profundo en la vida de Yalitza, que como otras, por citar el caso de la película en Colombia Señorita María, la falda de la montaña, hacen que esas actuaciones transformen sus vidas por completo.

Pero cada año pasa algo novedoso, no en vano ocurrió el año pasado con la protagonista de la película chilena Una mujer fantástica, Daniela Vega, que al encarnar el papel de una trans, termina siendo parte de su propia vida, y fue en ese minúsculo escaño de las películas de habla no inglesa, como también lo pudo representar una película peruana llamada La teta asustada (2010), donde se puso de manifiesto una mujer indígena que le nacía un tubérculo en la vagina por un fenómeno mítico de amamantar en medio de una estación de la luna, o la de Ciro Guerra, El abrazo de la serpiente, que llevó a ese centro al indígena Antonio Bolívar. Pero Roma ocupa una doble mención, poder ganar como película del emporio netflixiano (léase hollywoodense) y al tiempo como película por fuera de ese círculo, al estar en películas extranjeras, caso que ya había vivido la muy sutil y contundente Amor, de Michael Haneke (2012). También podríamos mencionar cómo tres años atrás hubo la mayor mención para personas de la comunidad afro y, de paso, fue la bella Moonlight la que lograra llevarse los honores. En fin, casos únicos se dan en cada certamen y Roma puede ser la que más rompa en ello; al ser Cuarón nominado a mejor director, mejor fotografía, guion y otros, alcanza un nivel máximo. Y Marvel, con su Black Panther, da como para situar extremos, porque la una de culto, la otra más con un tinte comercial, con un tema de primer orden.

Los Oscar son un termómetro. Un indicador de públicos e historias. Poner a sonar a África por el poder de las panteras negras en una historia de superhéroes no es gratuito, es el resultado, como lo enuncian los científicos sociales, de saber que allí está la matriz de la sociedad, y que muchos de los llamados adelantos tecnológicos y científicos fueron traídos de ese mismo contexto y hacia allá se debe volver a mirar; también se siguen medio suavizando las cargas históricas de segregación y discriminación racial. Luego de muchos años de críticas, la comunidad afro tiene otro hito en la ceremonia, porque el director Peter Ramsey (primer afro nominado en esta categoría), de la muy completa e inquietante película animada Spider-Man: un nuevo universo, puede ser la que logre el galardón.

Yalitza le dará más méritos a la Academia del Cine de Estados Unidos; le ofrece un banquete mediático amplio, de inclusión.

Un caso bien particular, y que compite con las mismas diez nominaciones, es La favorita, del griego Yorgos Lanthimos (se recuerda por películas de mucho contenido como Langosta, de 2015, o Canino, de 2009, entre otras), que hace mucha coherencia con su nombre, su temática es histórica y aborda a la reina Anne del siglo XVIII, mostrada como un títere de las ambiciones macro; una de las favoritas a ganar es la bella y aclamada Emma Stone como mejor actriz de reparto.

Hay otras, como Vice (ocho nominaciones), donde el actor Christian Bale (el Batman de Christopher Nolan) sufrió una tremenda transformación para interpretar su papel de Dick Cheney, quien es el que se encuentra aferrado al poder y revela la vida de ese burócrata que fue vicepresidente de los Estados Unidos en el mandato de George W. Bush.

Yalitza le dará más méritos a la Academia del Cine de Estados Unidos; le ofrece un banquete mediático amplio, de inclusión; encaró el papel de su vida, incluso nunca leyó un guion y Cuarón consiguió lo que tanto había esperado: una reconstrucción de pasajes de su niñez, un no dejar en el olvido a esas mujeres que estuvieron en su crianza. Luego muchas vestiduras se rasgan, porque al estar encontradas las opiniones con Roma, se da pie para que el gran ganador sea Netflix. Y mientras Roma conquista méritos, aplausos, debates, ya el mercado de la plataforma asegura su futuro al ampliar sus horizontes con los nuevos negocios no muy publicitados que ya esta situación les genera.

John Harold Giraldo Herrera
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