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Andrés Eloy Blanco, un hombre de ideas

martes 21 de mayo de 2019
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Andrés Eloy Blanco
Andrés Eloy Blanco nació en Cumaná el 6 de agosto de 1896 y murió en México el 21 de mayo de 1955.
¡Se podría estar callado,
Callado… pero no puedo!
Los grillos le han hecho callos
al silencio.
Castillo de Puerto Cabello, 1931.

Este 21 de mayo se cumple el 64º aniversario de la muerte Andrés Eloy Blanco, y me he propuesto desde mi costado izquierdo pergeñar algunas notas sobre el bardo oriental, no sólo por el amor a la poesía que tengo y profeso gracias a Mita, mi madre, sino porque hoy debemos honrar una vez más —nunca será demasiado ni definitivo— su memoria y destacar su obra.

Intentaré en apretado resumen recoger en estas líneas, más bien un esbozo que desde luego será escaso, la actuación del poeta cumanés en los más conocidos ámbitos de su vida.

 

Político

Nació en Cumaná el 6 de agosto de 1896 y murió en México el 21 de mayo de 1955. Se graduó de doctor en Ciencias Políticas en la Universidad Central de Venezuela. De 1929 a 1933 fue prisionero o confinado de Juan Vicente Gómez en la cárcel de La Rotunda, de donde fue trasladado al Castillo de Puerto Cabello y luego confinado a pequeños pueblos de los Andes venezolanos.

Vivió poco y produjo mucho. Sólo vivió 59 años, dejando a su muerte una prolija obra. Murió en la plenitud de su capacidad creadora.

Después de la muerte de Gómez militó en el PDN (del 37 al 39, en la clandestinidad) y, a partir de 1941, en el partido Acción Democrática, cuyo himno es obra del poeta. Ese año publicó Navegación de altura, una especie de cartilla cívica sobre el proceso electoral que entonces se libraba entre Medina Angarita y Rómulo Gallegos como candidatos presidenciales. En él postulaba la tolerancia y el equilibrio en la lucha política, pero, más que eso, las páginas de Navegación de altura contienen uno de los mejores y más lúcidos diagnósticos de la antinomia militarismo-civilismo que ensombreció tantas décadas de historia venezolana, y que hoy debemos releer por conveniente, necesario y esclarecedor, con vista a la hora aciaga que hoy vive nuestro país.

Este fue un tema que desveló al escritor, lo analizó a fondo en obras como Vargas, albacea de la angustia, su espléndida biografía del primer presidente civil, cuya elección consideró a destiempo.

Vivió poco y produjo mucho. Sólo vivió 59 años, dejando a su muerte una prolija obra. Murió en la plenitud de su capacidad creadora. Conviene resaltar que a su vida venezolana le puso fin el golpe de Estado de 1948 (el poeta tenía apenas 52 años), cuando hubo de irse de Venezuela, condenado al exilio.

Fundó partidos políticos, ejerció cargos de importancia, fue concejal, diputado, incluso presidió la Asamblea Nacional Constituyente en 1946, 1947 y 1948. Fue canciller, y con este rol viajó a Francia a la III Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas, al mismo tiempo que se aprobaba la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

De allí se desprenden dos papeles o documentos del ministro Blanco:

  1. Su análisis de la situación mundial de la posguerra, del papel de la ONU y de cómo podían y debían echarse unas bases para la paz duradera.
  2. Y su último discurso, que apoyaba la moción de México, que partía de ese mismo propósito para evitar la confusión y las tensiones que ya nacían entre el este y el oeste, lo que después se conoció como la guerra fría.

 

Humanista

Sin duda alguna, humanista de visión política que cree en la cultura y en el destino del hombre. En ese momento cuenta con 52 años. Inicia su destierro con una carta para el presidente norteamericano Harry S. Truman sobre el inaceptable reconocimiento de gobiernos nacidos de golpes de Estado. Había sido derrocado don Rómulo Gallegos.

La experiencia de la ANC no tuvo precedentes: no sólo fue el primer parlamento elegido por el voto popular en Venezuela, sino también fue singular por la calidad, diversidad y categoría intelectual de sus integrantes y por el pluralismo ideológico predominante. Por algo o por mucho, Rafael Caldera lo llamó “el amortiguador de la Constituyente”.

Allí hizo gala del talento y de su cultura jurídica, de tolerancia, conciliación y, en todo momento, de buen humor.

Un hombre de ideas, a veces angustiado, que no escatimó esfuerzos de impresión, que pensó y escribió con intensidad, que reflexionó y dejó un legado incomparable, muchísimas páginas de meditación y sabiduría, siempre tolerantes, pero también siempre transparentes, porque fue, como su amigo Gallegos, un hombre con una posición en la vida.

La política me ha dado más quebrantos que alegrías, pero me ha dado buenas alegrías, y este escribir a diario, esta faena del columnista, a caza del centavo, nos obliga a abandonar la obra literaria que mas codiciaríamos: los poemas, el teatro, el ensayo.

Ante un ataque artero de contrarios políticos, señaló:

Mi casa de Los Chorros tardó tres años en construirse. Fue el único plan trienal que se ha cumplido en Venezuela.

Y ante otro ataque ruin de sus enemigos políticos:

Mi columna vertebral, que no se ha doblado nunca, sino ante la máquina de escribir (7 de diciembre de 1945).

Afirmó el poeta Andrés Eloy Blanco el 23 de junio de 1948 (hace ya casi setenta años):

El municipio es el gobierno de la casa, es el gobierno del ama de llaves, de sacar las cuentas del mercado, de limpiar la telaraña, no sólo de las paredes y los techos, sino también la conciencia ciudadana en el manejo del diario.

 

Andrés Eloy y la prensa

Juan Guglieni propuso a la Constituyente del 47 elevar a rango constitucional al que popularmente se conocía como cuarto poder, la prensa.

A Andrés Eloy, a quien le tocó ser periodista bajo una dictadura, le parecía insoportable que los gobiernos controlaran la prensa.

De aprobarse esa propuesta, advirtió Andrés Eloy Blanco, la prensa quedaría sometida a las limitaciones sancionadas para los otros tres poderes. El poeta quería a la prensa libre en todos los sentidos: que no hubiera ley que la reglamentara. Que los periodistas no levantaran cercas gremiales a su profesión, que cualquiera pudiera editar periódicos… Sostenía el poeta que los dueños de éstos no controlaran las opiniones de quienes escribían en ellos. Ni censura oficial ni censura capitalista.

A Andrés Eloy, a quien le tocó ser periodista bajo una dictadura, le parecía insoportable que los gobiernos controlaran la prensa. Andrés Eloy Blanco siempre pidió libertad irrestricta para los medios.

 

Humorista
Luis Manuel Peñalver recopiló a Andrés Eloy Blanco

En la casa del poeta Andrés Eloy Blanco, en Cumaná, dentro de la colección que allí se encuentra, están más de cuarenta poesías, escritas de puño y letra del poeta.

Estos papelitos (bond blanco), bastantes amarillentos por su edad, no miden más de dieciséis por doce centímetros, escritos en su mayoría con lápiz de grafito. Fueron estos versos recopilados y donados a la Fundación Andrés Eloy Blanco por el doctor Luis Manuel Peñalver en el año de 1965, hace ya bastante tiempo, cuando se inauguró la Casa del Poeta.

Bajo la conducción de Andrés Eloy Blanco, la Asamblea Nacional Constituyente se instala el 17 de diciembre de 1946 y delibera el primer semestre del año 1947. El 5 de julio entra en vigencia la Constitución. Todos los partidos están representados en la Asamblea, y los debates son transmitidos por radio; el país se politiza y participa como nunca antes.

Estos manuscritos de Andrés Eloy Blanco daban la vuelta a la sala, “por debajo de la mesa”, y una vez que llegaban a manos de Peñalver, los guardaba en su bolsillo. Es importante reconocer que el doctor Luis Manuel Peñalver valoraba enormemente este juego humorístico del poeta.

Señores, se suspende la sesión. Me voy a la clínica porque ha nacido un hijo mío y voy a inscribirlo en AD (15 de octubre de 1947).

 

Anécdota de Andrés Eloy Blanco (1)

Estaba Andrés Eloy en casa del poeta cubano Nicolás Guillén, en La Habana, cuando le fue presentado un famoso recitador cubano, Luis Carbonell. En la conversación que sostuvieron, Carbonell le manifestó al venezolano su disgusto por la versión musical de “Píntame angelitos negros”. Andrés Eloy le contestó que a él tampoco le gustaba, pero que esa canción era la única que le rentaba ingresos económicos, de manera que ese dinero él no lo consideraba como derechos de autor. Sino como indemnización por daños y perjuicios.

 

Anécdota de Andrés Eloy Blanco (2)

Corría el mes de abril de 1947 y Andrés Eloy Blanco era presidente de la Cámara. Dejó encargado por un momento al diputado Augusto Malavé Villalba, quien sufría de lambdacismo y por eso cambió una ere por una ele. “Se va a abril”, dijo. El diputado Edecio La Riva, que estaba muy pendiente, le reprochó el error de dicción. Andrés Eloy subía los escalones del estrado y oyó el reproche. Al sentarse en la presidencia, habló emocionado: “El compañero Malavé se levantó esta mañana contento. ¡Y se sintió poeta! Y se hizo la resolución de comunicárselo a sus compañeros de cámara. Y es así como, al comenzar la sesión, les ha dicho: ‘Se va abril’… y viene mayo, con sus lluvias y sus flores… yo le agradezco al compañero el apunte”. Y entonces, agitando la campañilla, dijo con gran solemnidad: “Se va abril”.

Y hubo un silencio magnífico en la cámara.

 

Anécdota de Andrés Eloy Blanco (3)

En el viejo Congreso de la República, en los tiempos cuando Isaías Medina Angarita era el presidente de Venezuela, ocurrió que Pedro Cruz Bajares negó muchas veces el derecho de palabra al diputado Andrés Eloy Blanco, quien le dedicó esta cuarteta:

Te pedí la palabrita
y me diste tus negares
te espero en la bajadita
cuando de la Cruz Bajares

 

Es imposible estudiar la poesía de Andrés Eloy sin escuchar el eco de la significación popular del personaje.

Anécdota de Andrés Eloy Blanco (4)

A Copei se le consideraba en aquellos años como un partido conservador y aristocrático, pero tenía entre sus congresantes a José Camacho, de tez oscura y origen popular, muy apreciado por Andrés Eloy Blanco. A Camacho compuso Andrés Eloy estos versos famosos:

Cosas que no son de ley
siempre resultan un fiasco:
mujer orinando en frasco
y negro inscrito en Copei.

Otra, de su tiempo de injusta prisión: entró un esbirro a la mazmorra y preguntó: “¿Quiénes son aquí los adecos?”. “El negro Encarnación y yo somos los adecos”, dijo el poeta Andrés Eloy Blanco.

 

Poeta

Cultivó distintos géneros (poesía, teatro, novela, ensayo, artículos y crónicas), pero de todos los géneros que componen su obra el fundamental es el de la poesía. En ella alcanzó los más altos lugares, en ella trabajó más persistentemente a lo largo de su vida. Es su poesía por lo que se le conoce y reconoce abiertamente, sin olvidar su bonhomía, su afabilidad y buen humor, atributos que le ayudaron de forma determinante en la escena pública, ámbito en el que también se realizó, siendo uno de los primeros entre nosotros que entendieron la búsqueda del poder por los caminos de la política (de la paz) y no de la fuerza.

Es imposible estudiar la poesía de Andrés Eloy sin escuchar el eco de la significación popular del personaje, fruto de la consustanciación natural del poeta con su pueblo, al punto que éste se vio leído e interpretado en sus versos.

Dice la poeta Kira Kariakin: “Quizá Andrés Eloy sea el único poeta venezolano cuyas poesías se recitan de memoria y con mucha vehemencia”.

Por su parte, el académico, también poeta, Rafael Arráiz Lucca, señala: “Es imposible leer la obra poética de Andrés Eloy sin recordar que quien escribe es un integrante principal de la generación que inventó la política en Venezuela, que creó los partidos políticos modernos, que convocó a elecciones universales, directas y secretas, y que llevó al sector civil al mando, asignándole al militar las tareas profesionales previstas por la Constitución Nacional”.

Volviendo al poeta homenajeado y cantado hoy, diré que Andrés Eloy publica Tierras que me oyeron en 1921, pero el inicio de su legendaria notoriedad ocurre con el Canto a España en 1923. Como se sabe este poema le valió al cumanés el premio del concurso auspiciado por la Real Academia Española de la Lengua, en la ciudad de Santander. El poeta viajó a España a recibirlo y meses después, a su regreso, fue recibido como se recibe a los héroes.

El grande Andrés Eloy Blanco pertenece a la generación que hizo el tránsito de la Venezuela rural a la urbana.

Las veinticinco mil pesetas del premio le permitieron prolongar su estadía en Europa. Viajó por Francia e Italia antes de regresar a Madrid, donde recibió la distinción de ser el único invitado a la Cena de Año Nuevo ofrecida a los miembros por la Real Academia. Conoció personalmente a Antonio Machado y Ramón del Valle-Inclán, figuras relevantes de la generación del 98. Y a otros notables como Jacinto Benavente, Francisco Giner de los Ríos y Antonio Maura, director de la RAE. También compartió vinos y tapas con jóvenes poetas de lo que constituirán la generación del 27, entre ellos Gerardo Diego.

Estuvo en España ocho meses; escribió y publicó la novela El amor no fue a los toros y un poemario, Las cuatro puertas, de los cuales no se conservaron ejemplares.

El poeta poseía un magistral señorío de la palabra, considerado por ello como uno de los oradores notables del país, y como poeta fue artífice de una obra fecunda de amplia tesitura, a ratos sencilla, popular, a ratos refinada, exquisita.

 

Sobre Simón Bolívar

Se ha citado mucho a Bolívar; pero Bolívar sirve para todo… A Bolívar no se puede citar sino con cuidado… Bolívar sirve para justificar un acto de represión.

El Bolívar de 1828, llevando al arzobispo de Bogotá como miembro del Consejo de Estado, es un dictador en pleno ejercicio de la dictadura, y el Bolívar de 1830 ya no es sino el desprendimiento del creador amargado por la creación.

Pero Bolívar es oceánico. Es el árbol: el que quiera una fruta para darle qué comer a alguien, allí está Bolívar frutal; el que quiera una estaca para darle golpes a un yangüés,1 allí está Bolívar con ramazones; el que quiera una cruz para clavar a alguien, allí tiene a Bolívar con sus ramas cruzadas; el que quiera una flor para adornar la frente de la patria, allí está Bolívar florecido, y el que quiera una sombra para esconderse y ocultar una trampa o disparar un perdigón sobre algún incauto pájaro electoral, allí está Bolívar frondoso.

 

A la muerte del poeta

Como lo dijera León Felipe frente al féretro del cumanés Andrés Eloy Blanco: “¡Aquí no ha muerto nadie! Al que vamos a enterrar es un poeta. Está tendido pero no está muerto. ¿Está mudo? ¡No está mudo! Un muerto no habla ni canta… y este poeta sigue hablando y cantando. Todo gran poeta sigue hablando y cantando, después del salto mortal ¡no está muerto!”.

Para finalizar, conviene decir que el grande Andrés Eloy Blanco pertenece a la generación que hizo el tránsito de la Venezuela rural a la urbana, que le atribuyó al Estado un papel protagónico, para bien y para mal, en el desarrollo de la sociedad y que, en pocas palabras, hizo de la democracia su proyecto histórico.

Y como él diría: “Tengo dos hijos tierra, tengo dos hijos cielo, el andar que buscaba para el último paso, las alas que pedía para el último vuelo”.

Jesús Peñalver
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Notas

  1. Yangüés, yangüesa: Adjetivo. Natural de alguno de los pueblos que llevan por nombre Yanguas. Usado también como sustantivo. | Adjetivo. Perteneciente o relativo a Yanguas o a los yangüeses. Diccionario de la lengua española. Léase en “Yangüeses en Don Quijote e impresor de La Cuesta” (11 de diciembre de 2013): “Los eruditos siguen todavía debatiendo acerca del capítulo XV de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha en el que el caballero de la triste figura y su fiel escudero Sancho son apaleados por unos arrieros que los cervantinos contemporáneos son prácticamente unánimes en identificarles como yangüeses sorianos”.
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