Publica tu libro con Letralia y FBLibros Saltar al contenido

Desprogramado John Fante

martes 14 de febrero de 2023
¡Comparte esto en tus redes sociales!
John Fante
Fante con su Olivetti se burlaba ya de los escritores programados de ahora que usan el Word.

Anagrama reedita las obras de John Fante. Y una periodista de un gran diario dice que era un cobarde porque era un perdedor. Al contrario, tuvo la osadía de desafiar su Presente tiránico. De despreciar a quienes ganaban en ese momento. Se mantuvo en la sombra pero libre. Y suyo fue el futuro, y acabó ganando porque se obstinó en ser él mismo contra su Presente. La periodista escribe una enorme gilipollez y no se entera de nada.

En Espera a la primavera, Bandini, escribía lo que le daba la gana con una botella en cualquier rincón sombrío de California. Escribía con una Olivetti que tecleaba lo que tú querías y no te encerraba en un programa como el Word, que te subraya todo lo que no conoce y pretende mandar en ti. Ningún programa podía asfixiar a John Fante. Él escribía con el polvo y con la vida y no con programas.

Abrió camino a Bukowski que casi eyaculaba sobre su Olivetti. Y eyaculaba sin bibliografía ni procedimientos académicos obligados. Ponía polvo y semen en sus escritos. Con la liberación, con la literatura. Sin programas de Word ni fascismo tecnológico.

Los triunfadores que siguen las normas de la época acaban aburriendo en la época siguiente.

Fante liberó la literatura con su tono desenfadado. Con su sombra y su fracaso. Con la libertad del fracaso. Los triunfadores que siguen las normas de la época acaban aburriendo en la época siguiente. Y los que están y son auténticos acaban fascinando. Como Cervantes, que intentó triunfar siguiendo los métodos de Lope de Vega. Y al final escribió lo que le dio la gana, con sarcasmo y nostalgia, con todas sus contradicciones, y le salió el Quijote. Que triunfó por equivocación. Porque la gente al principio no entendió nada, lo tomaron como un chiste.

Fante fue un poco como Céline de los caminos de California. Rompiendo retóricas y falsa literatura. Metiendo polvo en los libros. Fue el Lautréamont que protestó contra la corrección antes de la corrección. E hizo contracultura repleta de cultura. La contracultura no fue Manson, como dice una serie norteamericana, fue Theodore Roszak con sus centauros y Kerouac con sus carreteras.

Fante habló de Bandini y de personajes solitarios y reluctantes. Que cambian de trabajos y mandan al carajo las convenciones. Que recorren los caminos llenos de polvo. Que escriben con una Olivetti libremente en las tardes solitarias y pasajeras sin ataduras.

Fante con su Olivetti se burlaba ya de los escritores programados de ahora que usan el Word. Que escriben lo que les encargan las editoriales o escriben al dictado de sus normas. Que escriben por encargo, porque la editorial se lo solicita. Él era de los que escriben sin encargo ninguno, aunque ninguna editorial se lo solicita. Pero se lo solicita el polvo y el camino. Y la vida y la sombra. Y recorría las carreteras de California sin técnicas ni fórmulas. Y recorría los trabajos y los caminos.

Y que vengan los cursis a decir que era cobarde. Los que siempre están de parte del ganador y del presente. Pero él precisamente tenía la valentía de escribir sin programas. De escribir en un tono irónico y al mismo tiempo apasionado. De escribir en sordina burlándose del estrépito de los ganadores. Y del ruido de presente. Con una nostalgia irónica. En la sombra se burla del sol chillón de su época.

Era hermano de Henry Miller cuando le escribía emocionado a la entrepierna de Anaïs Nin. Que también escribía con una Olivetti en Clichy sin programas. Era hermano de Boris Vian cuando vagaba por los subterráneos de jazz de de Saint-Germain-des-Prés o jadeaba con jazz. O se soltaba como Lobo Hombre en París.

Cuántos Fante habrá ahora contra la Prepotencia Aplastante del Presente. Que prohíbe toda excursión y toda nostalgia. Ahora nos empobrece esta pobreza de las máquinas usadas para todo. Este escribir mecánicamente con máquinas programadas. Quién iba a meter a John Fante en ningún programa, quién iba a convertirlo en un mecanismo. Por eso es tan sano que Anagrama reedite ahora sus obras. Y por eso es valiente también Anagrama. Porque el público actual tal vez no esté programado para saborearlo. Pero lo necesita.

Fante escribió con polvo y con obstinada dejadez. El público actual necesita vagar sin ataduras entre sus novelas y los trabajos, entre su estilo desenfadado y vivo. Sin programas.

Necesita ser valiente con él y con él preguntarle al polvo. Como dijo Fante en Pregúntale al polvo. Pregúntale al polvo, no a los ordenadores ni a los departamentos académicos. Fante escribió con polvo y con obstinada dejadez. El público actual necesita vagar sin ataduras entre sus novelas y los trabajos, entre su estilo desenfadado y vivo. Sin programas. Sin triunfo grasiento y rutinario. Necesita que los libros se llenen de polvo y de olores.

Fante dejaba crecer la hierba. Él mismo era hierba. Un poco como Walt Whitman en esa América mítica, que después fue una California mítica de contracultura. Un poco como ese mutismo de Sam Shepard que lleva a los personajes sin gestos programados al Verdadero Oeste. Es una suerte y una valentía que Anagrama nos reedite a John Fante. Aunque vengan los periodistas convencionales que no se enteran de nada con sus tópicos.

Los solitarios le preguntan al polvo y no a las máquinas. O esperan una primavera liberada como Bandini. Son como el lobo estepario de Herman Hesse y como el lobo hombre de Boris Vian. Y se saltan las reglas de las editoriales y se salen de los programas informáticos.

Antonio Costa Gómez
Últimas entradas de Antonio Costa Gómez (ver todo)

¡Comparte esto en tus redes sociales!
correcciondetextos.org: el mejor servicio de corrección de textos y corrección de estilo al mejor precio