
El año que hoy termina nos dejó el dolor de ver partir a tanta gente querida. Truncó muchos sueños, segó muchas vidas y nos puso a todos a un microscópico paso de la muerte. Nos condujo al confinamiento y al miedo como única respuesta a una crisis que no vimos venir. Nos hizo conocer la fragilidad de nuestra existencia y nos dio razones para dudar de todo. Sin embargo hoy, cuando el año concluye, creemos que es necesario hacer un repaso de lo que aprendimos y de cuán dispuestos estamos a crecer ante la adversidad.
Creemos que la gran lección de 2020 tiene que ver con la humildad. Una enfermedad que mató a muchas personas y dejó secuelas en muchas otras debería ser interpretado como un mensaje certero a la humanidad, un llamado de atención en torno a los valores que debemos fomentar y resguardar, en especial los relacionados con la cooperación y la responsabilidad como bases para construir un mundo posible. Sí, lo sabemos: lo que se aprecia en este momento dista mucho de lo que acabamos de escribir, pero no perdemos la esperanza de que, más allá de lo apreciable, 2020 haya dejado sembrada una semilla para el futuro.
La necesidad de encerrarnos para no contraer la enfermedad produjo miedo e impotencia, produjo mucha rabia contra un culpable invisible, pero también fue el empujón que forzó a muchos a explorar sus capacidades, bien en sus ámbitos de siempre o, cuando esto no era procedente, en horizontes en los que quizás no se habrían adentrado de no ser por esta coyuntura que nos trastocó la vida. Ha sido un tiempo de aprendizaje y entenderlo es una de las claves para sobreponerse al horror.
Todos perdimos a alguien en 2020. Toda pérdida fue una tragedia y lo seguirá siendo en muchos casos. Pero el miedo no es la respuesta. El futuro depende de que seamos capaces de convertir el dolor en combustible para honrar a quienes se marcharon.
A todos los lectores de Letralia les deseamos todo lo bueno para 2021, pero en particular les deseamos salud, tiempo para disfrutarla y entereza para seguir adelante. Aférrense a sus valores, enfóquense en sus afectos y no dejen de labrar nuevos objetivos.
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