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En Profecías frugálicas explora el silencio como origen de la comunicación
Hebert Abimorad quiere llegar al lector con un mínimo de palabras

lunes 6 de julio de 2020
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Hebert Abimorad
Abimorad: “En Profecías frugálicas no es el azar lo que concibió el libro, sino una elaboración de convicciones que me han inquietado muchos años de mi vida”.

Nacido en Montevideo en 1946, Hebert Abimorad salió al exilio —como muchos otros de su generación— y desde 1975 reside en Suecia, país en el que ha desarrollado su vida y su obra a partir de aquel primer libro, titulado Gotemburgo, amor y destino, de 1982, en el que canta a la ciudad que lo recibió.

Desde entonces ha publicado Gestos distantes (1985), Voces ecos (1988), Poemas frugálicos (1994), Poemas frugálicos 2 (1995), Malena y Cíber (1996; bajo el heterónimo de Martina Martínez), Poemas frugálicos 3 (1998), Conversaciones y Volverá la loba… (2000, bajo los heterónimos de José José y Camilo Alegre), Nuevos poemas frugálicos y otros textos heterónimos, antología 1982-2007 (2008), Hermatario (2011, bajo el heterónimo Silvestre del Bosque), Mekong (2012), dios (2013, bajo el heterónimo Flor de Condominio), 100 poemas frugálicos (2014), Poemas y dibujos frugálicos (2015) y La plaza (2018), entre otros títulos.

Al poeta uruguayo lo acompañan las frugalías —un estilo propio de escribir poesía con el silencio como protagonista— desde hace casi tres décadas. El trabajo constante y la necesidad de expresarse a través de una poesía en la que el silencio juega un papel preponderante han desembocado en Profecías frugálicas, un libro que acaba de aparecer bajo el sello de la distinguida editorial española Vitruvio, de Madrid. Sobre este libro, y sobre el planteamiento literario de su autor, conversamos hoy.

 

Profecías frugálicas es tu libro más reciente. Aquí despliegas una poesía minimalista, a la manera de estilos orientales como el tanka o el haikú. ¿Exactamente cuáles son los aspectos formales que estás explorando en este libro?

La acumulación de palabras se relaciona con la de un vendedor de objetos en una plaza pública. El individuo trata de persuadir para vender. El cliente es parte del juego espectáculo y compra convencido de que ha adquirido algo útil. En el momento en que descubre que el uso dado es efímero y que no se relaciona con su precio o, para peor, se deteriora apenas usar el objeto, el individuo no se enfada, al contrario, vuelve a la plaza a comprar nuevas palabras. Yo me he enfadado y en mi esfuerzo por no derrochar, ahorro. Es por esa razón que me tienta llegar al lector con un mínimo de palabras, tratando de que la compresión sea mayor, obligando a pensar el mensaje poético.

 

Estas “profecías” son “frugálicas”, un término creado por ti hace mucho tiempo. Los primeros textos que publicaste en Letralia, allá por 1999, fueron seleccionados de uno de seis libros anteriores que presentan el término “frugálicos” en el título. ¿Nos puedes hablar del título de Profecías frugálicas?

Mi intención es expresar en mis poemas frugálicos, también llamado frugalías, con pocos versos y en lo posible con sencillez, un pensamiento filosófico, poético y algunas veces humorístico, acompañado de metáfora.

La motivación más importante que he tenido para crear este juego literario, quizás sea muy pretencioso llamarlo así, fue cuando de la biblioteca municipal de mi barrio, era un adolescente, pedí prestado un libro de Ramón Gómez de la Serna descubriendo una manera de escribir que me deslumbró por mi edad, fueron sus greguerías. Esto acompañó, más tarde, mi interés por la lectura del estilo japonés, tanka y haikú. Y creando una mezcla de intenciones, hago florecer lo que llamé poemas frugálicos, que datan del año 1992 pero ya se insinuaban en libros anteriores.

 

La comprensión del silencio

Se puede apreciar la presencia del silencio en estos poemas, atravesados todos por pausas que parecen formar parte del mensaje que deseas transmitir. ¿Puedes hablarnos más de este tema?

Excelente pregunta. Si nos retrotraemos en la palabra e intentamos llegar a sus inicios vitales, encontraremos el origen de la comunicación, y este es el silencio. Siendo el primer espacio que con el paso del tiempo se rellena con palabras. Pero no siempre ha sido esto necesario. Alcanza una mirada, un gesto para que el mensaje llegue al interlocutor o lector. El poeta transmite esos estados de silencio en una pausa que relaciona la expresión que no se descubre con palabras, una manera de no ser preso de la algarabía que producen los versos con sus palabras y sus ecos y lograr la libertad en huida del presidio métrico o estructural.

 

Profecías frugálicas está dividido en dos secciones, “Resplandor descendente” y “Resplandor renacentista”, y ya desde el título de cada uno de sus casi cuarenta poemas se adivina la diversidad temática del conjunto. ¿De qué territorio está trazando Hebert Abimorad un mapa en este libro?

Es cierto. En el libro encontramos un corte temático, “resplandor descendente” y “resplandor renacentista”. El resplandor es el fulgor de algo que se desvanece, este es el caso de la primera sección. Cataclismos ecológicos, sismos, incendios que llevan a la destrucción del planeta. Algunos logran salvarse y ser partícipes de la creación de un mundo ecologista y más justo en la segunda parte del libro, que se llama “resplandor renacentista”.

 

¿Qué espera Hebert Abimorad de sus lectores?

Comprensión.

 

“Profecías frugálicas”, de Hebert Abimorad
Profecías frugálicas, de Hebert Abimorad (Vitruvio, 2020).

El exilio, un nuevo comienzo

Hace más de cuarenta años tuviste que dejar Uruguay, como muchos de tu generación, escapando de la dictadura, y has hecho tu vida en Suecia. ¿De qué manera influyó la experiencia del exilio en tu obra?

En la Antigua Grecia, en el siglo V a. de C., se utilizaba como arma política el ostracismo, siendo éste el método más duro para castigar a un rival. La costumbre se extendió a Roma cuando el poeta Ovidio, en el siglo 8 d. C., a causa de un enfrentamiento con el emperador César Augusto fue obligado al exilio en Tomis, hoy Constanza, en la actual Rumania, donde pasó el resto de sus días. Durante este período, Ovidio escribió otras dos colecciones de poemas: Tristes y Cartas del Ponto.

En las llamadas Tristes, Ovidio explica lo que le ha sucedido para su exilio, defiende su inocencia y pide al emperador Augusto clemencia. En las Cartas del Ponto se dirige a varios amigos para pedirles que aboguen por su causa ante el César. Los múltiples intentos del poeta para que le perdonasen la pena fueron en vano, y murió en Tomis en el año 17 d. C., a la edad de sesenta.

Escribe el escritor argentino Julio Cortázar: “El exilio es la cesación de un follaje y de una raigambre con el aire y la tierra connaturales; es como un brusco final de un amor, es como una muerte inconcebiblemente horrible porque es una muerte que se sigue viviendo conscientemente”.

Ovidio y Cortázar, escritores de literatura vasta, reafirman cómo de una situación de opresión cultural se puede llegar a escribir las obras más importantes de la literatura universal. Siendo un escritor del exilio uruguayo, el país que me vio nacer fue tema de mis primeros libros, tratando de evitar el lloriqueo al que todo exiliado acude cuando se frustra ante situaciones difíciles de solucionar en su país de acogida. Siempre evitando las comparaciones y tratando de aprender de los poetas suecos, que tienen en la naturaleza un punto importante de referencia en sus vidas y en su poesía.

                                                                            

Publicaste tu primer libro, Gotemburgo, amor y destino, en 1982, a los 36 años de edad y ya fuera de tu país. ¿Cómo ha evolucionado tu trabajo creativo desde entonces?

Mi primer libro se llama Gotemburgo, amor y destino, lo escribí como una manera de homenaje a la ciudad que me recibió y dio vida a mis inquietudes que no habían podido florecer en mi país. Además, la oportunidad de conocer una nueva cultura organizada descubriendo que todo funcionaba a la perfección, incluso la distribución de la justicia para sus ciudadanos. Con el tiempo también la ocasión de convivir con personas de diferentes orígenes. El tema del libro es la ciudad de Gotemburgo, en la que siempre acompañé mis movimientos, en mis caminatas y salidas diarias, con un grado de libertad y solidaridad. Poemas como el dedicado a la cantante de blues Annika; lugares a donde concurría asiduamente, el bar Pustervik; personas de cierta manera populares en las calles de la ciudad, el único clochard que existía en ese tiempo. No me debo olvidar del puente, Götaälvbron, que todavía me acompaña. Gotemburgo, amor y destino, Göteborg, kärlek och öde, es un libro bilingüe.

 

Pese a que te fuiste de polo a polo (casi literalmente), has mantenido una relación más o menos permanente con Uruguay. ¿Cómo han sido esos lazos?

En mis primeros años en Suecia, recordar que llegué en el año 1975, la colectividad uruguaya recibía noticias de los diferentes grupos políticos que estaban representados en el exilio, pero además, algo muy importante a destacar, fue la política sueca con respecto a la variedad lingüística de la migración, a que tuvieran acceso a información en su propio idioma. En ese tiempo muchos de los refugiados nos agrupábamos en las bibliotecas de Suecia, lugar donde teníamos acercamiento a periódicos en español, en el caso de los hispanohablantes, entre ellos alguno de Uruguay.

Hay que recordar que la comunicación física sólo se producía cuando un familiar viajaba a Suecia, y la oral sólo por teléfono, que costaba muy caro, a la espera de la revolución cibernética que llegará veinte años más tarde. Desde entonces empezamos a tener maneras baratas de comunicarnos como el correo electrónico y el teléfono.

 

Las voces múltiples

Has escrito con heterónimos e incluso has publicado algunos libros firmando con otros nombres. ¿Qué te lleva como autor a desplazar tu identidad en el mundo real y sustituirla por esta figura?

La idea de los heterónimos surge en el momento en que estoy escribiendo un libro que no tiene correspondencia con una línea ya trazada que son mis poemas frugálicos. Es cuando la imaginación sigue un camino sin poder orientar lo que escribo y es el momento en que se manifiesta el otro. Me sucedió con el libro Dios, escrito por Flor de Condominio. Pero ya lo había experimentado con Martina Martínez, autora que se interna en el mundo de Cíber y Malena, dos personajes contradictorios, como la representación del mundo cibernético y el tango; a pesar de ser opuestos, los acerca el amor. Sin duda, este último, mi heterónimo preferido. Además, de José José, Camilo Alegre, Silvestre del Bosque con su libro Hermatario, que nos interna en el mundo de la ecología. Le tengo gran estima a Silvestre del Bosque por su militancia ambientalista. Esos y otros alter ego representan mi continuo disimulo ante la duda, de no saber la solución, y esa gran incertidumbre ante la verdad que en principio es provisional.

 

Profecías frugálicas parece una obra concebida desde el principio de una forma específica. ¿Cómo eres al escribir? ¿Sigues algún tipo de rutina, te estableces horarios, o por el contrario escribes de acuerdo a como se te presenten las ideas?

Desde hace algún tiempo, la idea de crear un libro profético cautivaba mi parecer ante el desastre ecológico en ciernes. Ante la pregunta “¿está inmerso el ser humano en un desarrollo que a la larga traerá su propia destrucción?”, la respuesta es algo que nos viene carcomiendo la conciencia ante el vapuleo de hedonismo que nos ofrece la sociedad moderna, evitando todo lo que genere sufrimiento.

Escribir de acuerdo a como se presenten las ideas trae como ventaja un giratorio de expresiones alrededor de algo preconcebido. Y lo más importante es que investigamos sobre el tema y de esta manera sabemos a dónde llegar. En definitiva, en Profecías frugálicas no es el azar lo que concibió el libro, sino una elaboración de convicciones que me han inquietado muchos años de mi vida. Lo importante es la creencia en el optimismo, un renacer con ventura posible, al igual que la manera en que termina el libro.

 

¿Estás trabajando actualmente en otros proyectos literarios? ¿Qué podemos esperar de Hebert Abimorad?

Es importante la escritura de frugalías casi a diario para a posteriori eliminar dos terceras partes y quedarme con lo que aporta a una unidad de pensamiento. Algunas veces, siento la repetición y me gana cierta apatía, es entonces cuando me esfuerzo en una idea nueva, y cuando la encuentro duermo con una sonrisa.

Jorge Gómez Jiménez

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