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El silencio no necesita códigos para hacerse entender. Habla todas las lenguas y en la poesía se luce como el emblema con que cuenta el poema para realizarse. El silencio es el diccionario más elevado de la poesía: contiene todos los misterios y suele desplazar a las palabras, ponerlas a un lado con la templanza de su densidad.
El silencio es sabio porque deja que su interlocutor muestre sus yerros para corregirlo. Por esa misma razón, el silencio como espacio en la poesía brinda la posibilidad de replegarse para que ese espacio sea ocupado por la reflexión, por el pensamiento, por una hermenéutica, por el lado visible del ser.
Otras veces, las más de las veces, deshace el peligro en el que algunas palabras puedan incurrir. Como personaje del poema, habla y calla, construye laberintos que luego se desplazan hacia la comprensión del orden o el caos. El silencio, entonces, es extremista. Tiene varias caras. Y también una.
El silencio habla desde las palabras del poema en Profecías frugálicas, del escritor uruguayo Hebert Abimorad, publicado por la editorial Vitruvio, en Madrid, España, y establece su dominio como “una solución refleja” que el autor resume en cada una de sus exploraciones.
El título del volumen podría resultar extraño para el lector, pues se trata de un neologismo extraído de la palabra frugal, que deviene frugalia o frugálico, emparentada con la sobriedad del tanka o el haikú, sustancias poemáticas de la cultura japonesa que el poeta sureño toma como savia para su labor escritural.
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La tradición poética japonesa destaca que la tanka está constituida de cinco versos de 5-7-5-7-7 sílabas u onji, y se diferencia del haikú en que este tiene dos versos menos. Es decir, la sobriedad de estos poemas, tan breves, radica en el hecho de que servían para enviar mensajes ocultos, crípticos, que tenían que ver con relaciones amorosas secretas. Esta estructura comenzó a variar su función y llegó a usarse para otros propósitos. Podría llegar a decirse que hasta para transmitir códigos políticos, bélicos e ideológicos.
En el caso que nos toca, Hebert Abimorad se vale de ella, de la tanka, para advertir acerca de los peligros que amenazan al mundo del presente, pero también para abrir la puerta a la esperanza del futuro. Textos reflexivos que hablan de los problemas de hoy y tratan de ver, desde la transparencia que el mismo silencio entraña, de un porvenir donde la alegría, la lealtad o la existencia toda sean fructíferas, provechosas, libres de los males del pretérito.
En tal sentido, el libro se divide en dos estancias: “Resplandor descendente” y “Resplandor renacentista”. La luz de la voz inicial suscita la presencia de un destello, uno que va en caída y otro que implica ascenso. Tragedia y vida. Muerte y resurrección. Ambos planos arropados por el silencio como retiro para pensar, para establecerse entre ambos episodios que angustian o tratan de aliviar la existencia de la humanidad.
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Toda profecía es una advertencia. Toda profecía contiene un destino.
En uno de sus ensayos de El arco y la lira, Octavio Paz afirma: “El poema es mediación entre una experiencia original y un conjunto de actos y experiencias posteriores, que sólo adquieren coherencia y sentido con referencia a esa primera experiencia que el poema consagra”.
De manera que el presente, ya forjado pasado, sigue en el futuro como marca, atravesado por la coherencia que le da el silencio, un segmento donde las palabras sitúan su verdadero sentido.
El silencio es un significado en sí mismo: se habla desde él y para él. De modo que el poema de este libro de Hebert Abimorad se realiza en presente y en futuro, pero sacudido por la fuerza del espacio que ocupa el silencio. Así, deja expuesto al poeta como unidad que se comparte en el tiempo.
Y si, como afirma el mismo autor, “que la pausa sea una comunicación”, de igual manera lo es el silencio porque la pausa es el espacio de ese vacío contencioso.
Cada texto comienza con la preposición “sobre” y se abre al tema:
sobre pérdida sin regreso
despedidos los conejos blancos…..espacio
infinito………….sus guaridas cubiertas
sin refugio……………aprenderán a volar
Una pausa larga, sonoramente ecoica, da pie para revelar el asunto del poema. Y así cada uno de los poemas se ampara, se ayuda en la moderación de su aventura verbal.
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Un antiguo designio oculto, misterioso, da pie para que el poema, el que recorre estas páginas, sea de una densidad semántica tan abigarrada que se haga metáfora, inventario, registro temático. Definiciones que abren con diversos tópicos y regulan la reflexión en el sentido de anudarla mientras se desplaza en el pensamiento.
sobre la evasión
se elevarán
a una capacidad superior……….la fuga
metas lejanas………………..sin retorno(***)
sobre el libro
está escrito……………………..un mensaje
ilumina…………………….sobre los hijos
percepción de criaturas aladas(***)
sobre el segundo retorno
se ve nuevamente……………rodeado
de coronas…………………..bajo el sol
es un renacer(***)
sobre el infinito
gloria total…………………pájaros
flores adoran
componen un manto los colores
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Profecías frugálicas es una expresión poética que modera el decir y se hace densidad lectora en quien entra en sus pausas y se hace silencio con el poema.
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