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Marco Antonio Valencia Calle aborda la guerra en Extrañas mutaciones:
“Este libro es la verdad poética desde las víctimas pasivas”

domingo 28 de febrero de 2021
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Marco Antonio Valencia Calle
Marco Antonio Valencia Calle: “Tal vez las nuevas generaciones puedan entender que la guerra es de tontos y para bobos”.

Las seis décadas de la guerra han dejado profundas cicatrices en el alma de Colombia, una realidad que por supuesto se ha reflejado en la literatura como en todos los otros órdenes de la vida. La tristeza ante la pérdida y la impotencia ante la injusticia, pero también el optimismo ante la posibilidad de un futuro en paz son algunos de los temas que recorre el escritor y periodista Marco Antonio Valencia Calle en su libro Extrañas mutaciones.

No es la primera vez que este autor, nacido en Popayán en 1967, se sumerge en este tema. Su primera publicación en Letralia, en 2005, fue “Poemas contra la guerra”, una selección de cuatro textos en verso libre. “Doy fe del dolor de la luna cuando mira a los cautivos / de las palabras del viento para los que no tienen voz”, escribía entonces Valencia Calle.

Publicado por Gamar Editores en su serie Poesía, Extrañas mutaciones no es un poemario al uso. Quien se asoma a sus ochenta páginas encuentra una historia, muchas historias, narradas en clave de prosa poética desde la voz de la víctima, siempre la víctima pues en la guerra todos lo somos, y siempre enarbolando la esperanza, pues como nos dice en esta entrevista, el poeta escribe “con la esperanza puesta para que nada se olvide y las nuevas generaciones cambien de rumbo”.

 

Extrañas mutaciones y la verdad poética

Extrañas mutaciones es un libro muy duro, que comienza con tres muertes específicas y con la descripción de cada una de esas tragedias, pero que pronto adquiere una dimensión mayor, haciendo que el lector recorra temas como la muerte, el silencio, el miedo y esa soledad que “duele más que una herida de fusil”. ¿Cuál es la historia de este libro?

—Vivo en el departamento del Cauca, uno de los territorios de Colombia donde la violencia armada es pan cada día y tema de noticia recurrente por todos los conflictos y actores que se puedan imaginar: ignorancia, pobreza, crimen organizado, racismo, política, negocios ilegales… Después de sesenta años de una guerra fratricida, nadie sale ileso y todos terminamos siendo víctimas por acción, por omisión, por sensibilidad o insensibilidad. Este libro es la verdad poética desde las víctimas pasivas, que somos la mayoría en América Latina.

“Extrañas mutaciones”, de Marco Antonio Valencia Calle
Extrañas mutaciones, de Marco Antonio Valencia Calle (Gamar Editores, 2019). Disponible en la web del autor

—Hay un fuerte contraste entre la tragedia total que describes y el lenguaje poético, casi sosegado, con el que la representas. Siento que esto plantea un golpe emocional al lector desprevenido y que es a la vez la mayor fortaleza que tiene el libro. ¿Puedes hablar de la búsqueda del tono en estos textos?

—Durante toda mi existencia la guerra ha estado presente. He tenido tiempo de pensarla, analizarla, sufrirla… como Ana Frank: a escondidas y con miedo escribí estos versos durante veinte años, como un diario para no olvidar. Son poemas a los que traté de quitarles la sangre y el escándalo de la muerte, pero, al final, están allí y uno descubre que, así seamos actores pasivos, el conflicto armado termina rayándole la cabeza a cualquiera.

—La guerra en Colombia es una presencia permanente. “Irse, abandonar la casa, es como ponerle muros a la vida”, escribes al término de la primera parte del libro. ¿Cómo evalúas este tema, incluso después de ese acuerdo de paz del que acaban de cumplirse ocho años?

—El título del libro explica esa pregunta: fue “extraño” que luego de sesenta años de guerra se firmara un acuerdo de paz entre gobierno y guerrilla. Un acuerdo que ocho años después no alcanzamos a traducir en hechos, porque somos una generación dañada emocionalmente. Tenemos que mutar o transitar hacia la paz, pero no lo hemos podido hacer todavía. Es cierto que se firmó un decreto, como se firma un poema, pero sin eco ni sustancia en la realidad. La buena noticia es que estamos en el proceso y tenemos la esperanza de que las nuevas generaciones entiendan que la guerra no deja nada bueno.

 

Ojalá esta generación de idiotas útiles que vivimos la guerra (por acción u omisión) pueda mutar a seres más sensibles e inteligentes.

La paz y el engaño

—¿Puede el poeta, el intelectual, desempeñar algún papel en la solución a estos temas? Te lo pregunto trayendo a flote otra frase del libro: “El poeta no es la respuesta, ni la poesía la pregunta”.

—Como desde el principio de los tiempos, los poetas, frente a la guerra, tenemos funciones marginales que ejercemos en la trastienda: unos cantan y avivan a los guerreros; otros arrullamos y oramos por los muertos, consolamos a los deudos y, desesperados, reflexionamos con la prensa, rezamos junto a los heridos, y otros escribimos con la esperanza puesta para que nada se olvide y las nuevas generaciones cambien de rumbo.

—No dejas de lado en Extrañas mutaciones el engaño que urde el poderoso para que el estado de cosas siempre le favorezca, aun a costa de las vidas de los ciudadanos. ¿Qué puedes decirnos sobre esto?

—Si bien es cierto que los actores armados le hicieron (y le hacen) daño al país y la Comisión de la Verdad nos contará algunos secretos de la guerra, nadie todavía menciona “el truquito y la maroma” de algunos líderes políticos frente el tema de la paz. Politizar la paz es la señal inequívoca de lo podridos que estamos como integrantes de la sociedad. Un político vendiendo pajaritos de paz es tan dañino como un mercader de armas robadas.

—El muchacho muta en soldado que parte de casa sin despedirse para no alarmar a nadie, la casa familiar muta en escenario de desmanes, la vida cotidiana muta en el desplazamiento forzado, “la risa de los días azules de la infancia” en “habitaciones sórdidas, sacudidas por balas y explosiones”. Todo parece mutar para peor. ¿Hay alguna esperanza?

—A pesar de vivir en el conflicto, no dejamos de procrear como seres humanos. Por lo tanto, tal vez las nuevas generaciones, menos contaminadas de violencia y más educadas en todo sentido, puedan entender que la guerra es de tontos y para bobos. Ojalá esta generación de idiotas útiles que vivimos la guerra (por acción u omisión) pueda mutar a seres más sensibles e inteligentes.

—Me llamó la atención que todos los epígrafes del libro provienen de la canción “Razón de vivir”, del cantautor argentino Víctor Heredia. ¿Qué vínculos tiene Extrañas mutaciones con ese tema?

—El libro Extrañas mutaciones habla del dolor de las víctimas pasivas que vivimos arrinconados por el miedo y alimentando incertidumbres, pero que aun así tenemos “razones para vivir”, como las que canta Víctor Heredia. El epígrafe busca conectar los poemas con una banda sonora que pertenece a un contexto histórico y a una generación específica.

 

Marco Antonio Valencia Calle y el oficio literario

—Diriges un medio, Página 100, que tiene como premisa resaltar contenidos de interés cultural y científico. ¿Cómo se llevan el Marco Antonio Valencia Calle periodista y el Marco Antonio poeta?

—El periodismo me permite conectarme con la realidad; me saca del autismo que implica consagrarme a la escritura. El periodismo es un hobby serio; la escritura es mi oficio relajante.

—Has publicado libros de cuentos y poemarios, incluso tres novelas y algunos títulos en otros géneros. ¿En cuál de estos espacios creativos te sientes más a tus anchas?

—Me defino como “escritor”: alguien que trabaja con la creatividad donde el género es una herramienta importante, pero no lo sustancial. Un escritor que explora y escribe en varios géneros. Escribir novela es una delicia: me gusta regodearme en las palabras, jugar con varias tramas para escoger una, sufrir la escritura, exprimir las ideas por años, en fin… La novela es una batalla para jugar con todas las armas y donde todo se vale. Curiosamente, la poesía, que no me interesaba mucho al principio, me ha permitido obtener logros y reconocimientos públicos, como premios, invitaciones y publicaciones, entre otros. Muchos me recomiendan que me case y que me vaya a vivir con un solo género literario; sin embargo, tengo dudas.

—Además de graduarte en tu país en Literatura y Lengua Española, tienes una maestría en Filología Hispánica que cursaste en España. ¿Cómo ha influido tu formación en tu creación literaria?

—Los seres humanos, además de una vocación, requerimos aprender el oficio, reconocer la historia de su arte, los principios, los requerimientos y los trucos. Todo el mundo puede escribir libros, pero no todos podrán ser escritores, hablar de literatura. Ser escritor de literatura requiere formación, trabajo, años, lectura… mucha lectura.

—¿Cómo es Marco Antonio Valencia Calle al escribir? ¿Te ciñes a una rutina de trabajo o escribes de acuerdo a como se te presentan las ideas?

—El oficio te enseña que hay que estudiar los temas y trazar argumentos. Hay algo de inspiración, de fuerza de voluntad, de conocimientos, de cultura general, pero sobre todo ganas de divertirme. Es verdad que, como todo escritor, quiero publicar y el reconocimiento, aunque en principio lo que deseo es divertirme y yo me gozo cada texto. Y sí, tengo una rutina de veinticuatro horas, siete días a la semana, durante 360 días al año, en función de la literatura.

—¿Cuáles son tus lecturas? ¿Cuáles son esos autores de los que se ha nutrido tu estilo?

—Leo de todo y aprendo de todos. No creo que esté casado con un padre literario o una tendencia en concreto (aunque cosa contraria puede decir un crítico). Al igual que me gusta el fútbol, pero no tengo equipo; que soy de rituales, pero no religioso; que me gusta la política, pero no tengo filiaciones; que soy gourmet, pero no tengo restaurante; leo mucho, pero no soy de autores. En 2020 leí muchos libros de poesía de amigos personales, cinco tesis de grado sobre temas afrocolombianos, tres novelas de J. M. Coetzee, casi todos los cuentos de Felisberto Hernández y muchos de Jorge Luis Borges, una novela de Manuel Zapata Olivella, El cuento de la criada de Margaret Atwood, así como cuentos y novelas de Mircea Cărtărescu. Ahora estoy tratando de hacer un estudio sobre Salambó de Flaubert y me sorprendió y envidié a Pierre Louÿs por su libro titulado Las canciones de Bilitis.

—¿Qué otros proyectos tienes en mente?

—En 2021 espero socializar las traducciones al inglés y al francés de Extrañas mutaciones. Y bueno, gestionar la publicación de muchos libros que tengo en el cajón de las bellas durmientes.

Jorge Gómez Jiménez

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