
La mexicana Claudia Almaraz reunió en su primer libro, titulado Los secretos de la luz, dos cuentos de largo aliento en los que se dan cita seres extraterrestres, planes urdidos por lapsos que para el ser humano serían incomprensibles, acciones planetarias que se desarrollan a ritmos vertiginosos y el vasto conocimiento científico de la autora, cuya formación en campos como la biogeoquímica le permite incursionar en estos temas “con certeza y mayor naturalidad”, como afirma en esta entrevista.
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—En la presentación del libro dices que pretendes propiciar el despertar de un cuestionamiento en el ser humano. ¿A qué debemos despertar, a tu juicio?
—Por motivos que, únicamente, son comprendidos por aquellos en cuya posesión se halla el conocimiento de la verdad, no puedo expresar todos los detalles; no obstante, me es permitido decir que el ser humano debe despertar del sueño del engaño en que está esclavizado para que, de esa manera, consiga mirar, aunque sea por un instante, lo que es, en vez de permanecer ciego “mirando” lo que piensa que es porque eso es lo que le dijeron que era.
—Los secretos de la luz es, en más de un sentido, un libro apocalíptico. Más allá de las tramas individuales de los dos relatos que lo conforman, hay un elemento en común en ellos y es que la suerte de los personajes es regida por entes nada convencionales. “Ningún acto realizado a través del cuerpo nace en la dimensión física: todo es diseñado en las dimensiones etéreas del destino”, dices en una de sus páginas. ¿Crees que nuestra existencia, o la existencia en general, funciona de esa forma?
—Me es preciso aclarar que sólo el deseo del protagonista del primer cuento está, de manera predeterminada e irrevocable, sometido al imperioso designio de entidades regentes. Por otro lado, “Ningún acto realizado a través del cuerpo nace en la dimensión física: todo es diseñado en las dimensiones etéreas del destino” no implica que el todo se individualizara en una porción específica de la energía para transmutarse en un ente superior cuya voluntad, al ser suprema, fuese la que rigiese al resto del todo (que, a su vez, sería parte primaria e intrínseca de sí mismo). Lo que sí supone es que la materialización de cualquiera de las posibilidades ilimitadas pertenecientes al espectro cuántico de la potencialidad sucede a los mecanismos energéticos de creación, propiciados por un observador. En cuanto a su pregunta, los segmentos tangibles de la existencia son el resultado del proceso mediante el que los lienzos del destino son desatados, es decir, la idea surgida en el albor de la conciencia adopta una forma física en el momento presente de una realidad concreta en una única dimensión.

—En ambos relatos se puede apreciar un sentido de la tragedia como parte del curso natural de los acontecimientos, además de la presentación de seres fantásticos de tu creación o episodios con grandes carnicerías. ¿Qué importancia tiene lo onírico en tu obra?
—Ninguna. Debo confesar, sin embargo, que sería maravilloso, aunque inaudito, que tan sólo por dormir aparecieran libros con mi nombre.
—En tu libro la descripción de los ambientes va desde escenarios corrientes hasta vastas extensiones intergalácticas. ¿Cómo llegaste a estas historias?
—¡Imaginación!… ¿Imaginación?… Bueno, descubrirlo es el reto intelectual que propuse para los lectores y al que me referí, aunque de manera disimulada, en la introducción del libro.
—Sabemos que estudias Química en la Universidad Nacional Autónoma de México. ¿Qué retos representó para ti la creación de una obra literaria en la que los conceptos científicos —incluyendo mediciones, compuestos, reacciones— te sirven para llevar adelante los hechos narrados?
—Ninguno. A mí, en realidad, me parece que aquel que habla de lo que conoce puede, por consiguiente, hablar con certeza y mayor naturalidad.
—En ambas historias hay venganzas y odios que van desencadenando varios de los acontecimientos, incluso como parte de la conducta de seres no humanos. ¿No se contradice esto acaso con lo comentado más arriba sobre “las dimensiones etéreas del destino”?
—Evidentemente, no. Cualquier forma en que se transmuta la energía fue concebida con intencionalidad. Desde luego, aquel que entiende la ley de causa y efecto tiene, por tanto, el poder para usarla en la predestinación del papel que desempeñará su encarnación.
Te invitamos a leer unas páginas seleccionadas del libro Los secretos de la luz, de Claudia Almaraz.
—Si bien a primera vista tu libro podría ser considerado de ciencia ficción, hay en él igualmente entidades demoníacas que contrastan con el trasfondo científico de la obra, e incluso en el primer relato hay elementos del género negro. ¿Puedes decirnos cuáles son las lecturas que han influido en tu narrativa?
—Dígamelo usted. Yo, en lo personal, no quisiera comparar mis escritos con las obras de los grandes porque tal acto podría juzgarse como un atrevimiento imperdonable, atrevimiento en el que, por supuesto, no estoy dispuesta a incurrir.
—Has recibido reconocimientos tanto por tus cuentos como por tu poesía. ¿En cuál de estos géneros te sientes más cómoda?
—Disfruto de ambos.
—¿Cuánto tiempo te llevó escribir las historias que componen este libro? ¿Ya habías incursionado antes en este género?
—No tengo una idea exacta, pero calculo que… quizá… unos quince días.
—¿Puedes hablarnos de tus proyectos? ¿Estás escribiendo algo más actualmente?
—Ahora no estoy escribiendo. Me es prioritaria mi incursión en asuntos más trascendentes del existir.
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