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Adalberto Núñez López:
“La microhistoria es tan parte de la vida misma como cualquiera otra”

domingo 4 de julio de 2021
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Adalberto Núñez López
Adalberto Núñez López: “No nos damos cuenta de que lo que nos forma es aquello que nos golpea o acaricia en el día a día”.

Adalberto Núñez López (Puerto Rico) es doctor en Derecho por la Universidad de Puerto Rico (J.D., 1989), de la que antes obtuvo su título de grado en Ciencias Políticas (B.A., 1985). Realizó estudios avanzados de tercer ciclo o doctorales de Filosofía y Teoría del Derecho y del Estado en la Universidad del País Vasco, España (D.E.A, 1999). A Núñez López, letrado de oficio en Puerto Rico, le ha dado por recordar y anotar. The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras es constancia de sus anotaciones, de unos recuerdos que nos deja a manera de relato que fluyen entre lo cierto y lo incierto. He tenido la oportuna oportunidad de preguntarle respecto a su trabajo creativo. Él ha tenido la cortesía de dar respuesta por escrito a mis interrogantes. Todas sus respuestas son para ser compartidas con todos vosotros.

 


 

“The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras”, de Adalberto Núñez López
The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras, de Adalberto Núñez López (2020).

The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras fue prologado por un compueblano de su pueblo de origen, Cayey, el doctor José Rabelo. En su prólogo a sus cuentos, el doctor Rabelo nos cuenta que sus relatos contienen su legado a Cayey, uno del que ya antes habían hablado. ¿Cómo se inicia usted en el cuento cuando pequeño en Puerto Rico? ¿Quiénes fueron esos maestros, padres, abuelas, vecinos, compueblanas en Cayey que le pusieron ese primer papel en la mesa para que se llenara de palabras, de imágenes, de amor por su lenguaje, por su cultura?

Mi padre, Esteban Núñez Vicente, fue maestro de escuela elemental. Era el “Míster Núñez” apasionado por la enseñanza, la lectura, y el conocimiento. Tenía en su habitación un rústico tablillero lleno de libros, algunos de los cuales estaban quemados en las orillas porque él los había rescatado del fuego. Allí pasé largas horas desde mi temprana edad y por muchos años. Recuerdo con cariño un gran atlas, un libro semiquemado sobre biografías de próceres puertorriqueños, y el diccionario enciclopédico de dos tomos. Sobre ese diccionario, no importa cuántas veces le preguntaba a mi padre por el significado de una palabra, él me hacía buscar el diccionario, me daba una lección de cómo se usa, y entonces me ayudaba a buscar la palabra. Fue como un pequeño rito que también se extendió por años.

Así mismo, mi familia del “campo’e casa”, los que vivían en el entonces remoto barrio de Matón Abajo, siempre tenían sus maravillosas historias como la del Jacho Centeno, Pololo y los seres misteriosos del campo. Fueron los cuentos de tía Lucy, tío Víctor y muchos más.

Luego en la escuela elemental descubrí el mundo de los cuentos a través de los libros de primer y segundo grado. Usualmente eran narraciones que describían una imagen. Por eso mi primer cuento, en primero o segundo grado, fue un dibujo que hice sobre vampiros atacando a un pueblo y algunas oraciones describiendo la escena. Fue un cuento de terror.

 

The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras es su primer libro de cuentos publicado. Se compone de una nota introductoria seguida de unos 32 cuentos y microcuentos. Les dividen cuatro interludios y se agrupan en cinco capítulos. ¿A qué debe u obedece su título? ¿En qué se diferencian sus cuentos y microcuentos? ¿Qué tiene de especial, de particular escribir un cuento en lugar de microcuentos?

El cuento “The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras” se convirtió en el cuento significativo. Todos sabemos que Scheherazade fue la doncella que inventó los cuentos para entretener al Sultán, de modo que se alargara la vida tanto de ella como de otras jóvenes, y quien logra finalmente apaciguar la ira de aquel Sultán. En mi cuento el fin de la humanidad es inminente porque se dejaron de contar historias y se intenta revivir a un cuentista para salvarla. Creo que ese puede ser el sentido de Las mil y una noches. Somos átomos, alma, espíritu, pero también somos palabra y somos historia.

Luego me doy cuenta de que la muerte es un denominador común a través del libro. Está presente de una u otra manera en prácticamente la mitad de los cuentos, y de manera simbólica en otros. En especial los momentos cercanos antes de la muerte. ¿Por qué pasajeras? Porque en todas hay una historia por contar de esos personajes que sucedió antes de su muerte.

La diferencia de los cuentos con los microcuentos en mi libro, además de que los primeros son algo más extensos, es en el desarrollo de la historia y los personajes. Por ejemplo, considero como cuentos “La bicicleta”, “En casa de Luis el sastre”, “La prostituta”, “Las cabezas de Camila”, “De cómo aconteció la muerte de Pololo”, “Gumersindo” y “La increíble y venerable historia del Jacho Centeno”. Prácticamente todos los otros, como “La chica bonita”, “Esse Homo”, “Cosme”, los considero microcuentos, pues intentan contar la historia en pocas oraciones o pocos párrafos. A veces la diferencia no está tan clara. Otros los llamo relatos, como “La tía Lucy”, pues no tienen la estructura básica del cuento.

No encuentro mucha diferencia entre escribir un cuento y un microcuento. Me he percatado de que cuando uno tiene una idea, una inspiración para escribir, el cuento y los personajes adquieren vida propia. Toman su propio rumbo según uno escribe. Por eso escribir también es descubrir. La dificultad es la misma, aunque el microcuento requiere una rigurosidad extrema para que no dé la sensación de que no se ha terminado, es decir, que no hubo resolución. Aunque en estricto rigor creo que los cuentos nunca terminan.

 

En mi libro hay una preocupación general por lo que es la justicia.

Vive usted en el Caribe, Puerto Rico, o se mueve en torno de esa zona caribeña que es Puerto Rico desde casi al alba. En The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras, ¿cómo el cuentista nos devela su mirada al Puerto Rico que habita, el Caribe desde donde hace literatura o microliteratura?

El Puerto Rico que habito, en el cual nací, me crie y me formé, es un Puerto Rico atormentado, en busca perenne de la identidad y la reafirmación nacional. ¿Quiénes somos y adónde vamos? Creo que es un sentimiento generalizado en todo el Caribe. Dentro de esa vorágine nos enfrentamos cada día a la violencia política, al maltrato institucional, a la violencia de género. En mis cuentos se recoge un poco de eso. Por ejemplo, “En casa de Luis el sastre” toca el tema de la persecución política y el carpeteo contra los independentistas. Un tema enmarcado dentro de la lucha en Puerto Rico no sólo por la independencia, sino por la identidad como nación; pero también dentro del neocolonialismo que ha sufrido todo el Caribe. En “Adoquines” y “Esse Homo” se toca abiertamente la violencia de género.

 

Usted estudió Ciencias Políticas (B.A.) y Derecho en la Universidad de Puerto Rico (J.D.). ¿Cómo se reflejan sus experiencias de vida dentro y fuera de Puerto Rico, y su formación disciplinar en The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras?

En mi libro hay una preocupación general por lo que es la justicia. La resolución emocional del bullying en “La bicicleta”, la negociación y la realidad de las prácticas policiacas en “La prostituta”, la impunidad en “Esse Homo”. Además, de las prácticas políticas desesperantes y desesperanzadoras en “El tercer año después de la tormenta o “La gran elección”. Muy importante es la preocupación de cómo nuestra libertad de conciencia se ha ido entregando no sólo al big brother del gobierno, sino a las corporaciones privadas, en “Algoritmos”. Hay en todo una crítica a veces solapada, a veces sutil, pero siempre presente. Creo que como escritores tenemos una responsabilidad social y política de denunciar y tomar posiciones. En la literatura se da parte importante del debate.

 

The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras contiene un relato que trata de la vida de un personaje histórico desconocido más allá de Cayey (“Cosme en tres actos”). ¿Cuán importante es la microhistoria en The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras?

La microhistoria es tan parte de la vida misma como cualquiera otra. ¿Qué nos enriquece como seres humanos? ¿Los saqueos de Alejandro el Grande, perdón, las conquistas? Es importante conocerlas, por supuesto, y estudiarlas y entenderlas. Pero no nos damos cuenta de que lo que nos forma es aquello que nos golpea o acaricia en el día a día. Cosme fue un personaje en Cayey que conocí desde que tuve conciencia. Era un pordiosero que andaba medio doblado, maldiciendo todo el tiempo; vi cómo era objeto de burlas y maltrato, pero también cómo era objeto de cariño y compasión por parte de mi familia y mis vecinos. Cuando falleció fue como si falleciera un familiar más. ¿Acaso no son esas experiencias más trascendentes en nuestras vidas que la vida de Alejandro Magno? Pues yo pienso que sí, porque además son grandes historias, como la de Míster Núñez, en “La casa de Luis el sastre”, que educaba a personas mayores en el “clandestinaje”, o las historias de “Tía Lucy” sobre duendes y seres extraños en el campo, las cuales todavía creo que eran verdad; o el de “La moneda”.

 

Además del cuento o del microcuento, sabemos que se aproxima a la realidad por medio del ensayo periodístico. ¿En qué género se siente más cómodo haciendo literatura, estudiando la literatura, relatando la realidad desde la literatura?

Curo que la contestación es que me siento incómodo en todos, pero no me malinterpreten. Me encantan todos los géneros literarios y ciertamente me siento más cómodo relatando la realidad desde la literatura, ya sea desde el ensayo o los propios cuentos. Pero cada vez que escribo algo, siento que la responsabilidad es tan grande, que siempre dudo si lo que escribo comunica algo, y si es publicable. No obstante, pienso en algo que el amigo Rabelo una vez me dijo: “No te censures a ti mismo”.

 

¿Qué escritores influencian o nutren su trabajo creativo?

La contestación a esa pregunta siempre será incompleta e injusta, pero para mencionar algunos, José Luis González, Pedro Juan Soto, Luis Rafael Sánchez, Ana Lydia Vega, Mayra Santos Febles, Emilio Díaz Valcárcel, Alejo Carpentier, Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez.

De pequeño los cuentos de Abelardo Díaz Alfaro y Miguel Meléndez Muñoz; Las mil y una noches y los Cuentos de la Alhambra.

Debo decir que para este libro en particular influyó el libro de Pedro Antonio Valdez, Los papeles de Astarot, y el del amigo José Rabelo, 2063. A este último le rindo homenaje en “2063 titulares” y en el cuento que le da el título al libro.

 

En The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras trabaja usted el tema del género (“La prostituta”). ¿Cómo trata estos asuntos, cómo los cruza en The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras?

Ese es un tema principalísimo en el libro. En “La prostituta” se denuncia a la mujer como objeto de la culpa y a la vez como objeto de la limpieza de conciencia social. Se da una negociación entre los personajes en la cual, al final del camino, el sexo ni siquiera es parte del convenio, pero para la mujer que está siendo utilizada igual no hay salida del acoso y las vejaciones. Esta desesperanza que sufre la mujer por la violencia machista está presente también en “Adoquines”, donde la muerte simbólica del patriarcado aparece como la única solución de liberación; la impunidad en “Esse Homo” es una denuncia al Estado que permite esa violencia; en “Las cabezas de Camila” el asesino cuenta la historia justificándose, sin cargo alguno de conciencia.

 

La salud mental de perseguidos y perseguidores es uno de los temas que se deben investigar.

Uno de sus relatos trata del efecto de la persecución en la salud mental de los perseguidos. ¿Cómo fue su encuentro con esa imagen? ¿Cómo resuelve traer el conflicto político o cómo lo trata al tratar de la salud mental a manera de relato con trazos históricos?

En el cuento “En casa de Luis el sastre” recojo por lo menos dos eventos reales. El primero fue que mi padre Esteban Núñez Vicente, quien fue maestro de escuela elemental en la ruralía, me contó poco antes de morir que cuando ejercía de maestro enseñaba a leer y a escribir en la trastienda de Luis el sastre. Luis el sastre era el mejor amigo de mi padre, y tenía una pequeña sastrería en el pueblo de Cayey, en un edificio de madera que ya no existe. Allí se reunían peones y campesinos y en secreto aprendían a leer y a escribir. Supongo que el secreto era que ellos no querían avergonzarse, pero la realidad no la sé. Mi padre no cobraba por esa labor y era un apostolado personal, es decir, no era parte de proyecto alguno privado o gubernamental, que no fuera de él y Luis el sastre (a éste nunca le conocí otro nombre). El otro hecho histórico lo conocí de un amigo independentista que me contó cómo en su carpeta de perseguido por razones ideológicas, encontró que lo acusaban de transportar material sospechoso desconocido, cuando el propio delator lo ayudaba a cargar un camión de chinas. Otros eventos históricos conocidos se entremezclan: las bombas del FALN en Chicago y Nueva York, la guerra de Vietnam, y se mencionan indirectamente los esfuerzos de sacar la Marina de Guerra de Estados Unidos de la isla de Mona. Ello da paso a la historia de la obsesión de un agente de la policía para descubrir una célula subversiva en las actividades de Míster Núñez enseñando a leer. Esa persecución y carpeteo que sufrimos muchos puertorriqueños por el solo hecho de creer en el independentismo tuvo muchas consecuencias muy negativas cuyo alcance está por estudiarse. La salud mental de perseguidos y perseguidores es uno de los temas que se deben investigar.

 

La muerte es tema central en The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras. ¿De qué historias de vida trata usted, qué otras vidas relata? ¿Cuán importante es la memoria en The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras?

La muerte está presente a través de todo el libro. Es un tema que de alguna manera obsesiona a todo el mundo. Si se fijan, se darán cuenta de que toco el tema en todo momento antes de la muerte. En “La muerte pasajera” intento imaginar el momento antes de la muerte de un familiar muy cercano; en “La víspera”, cuál sería el pensamiento de una pordiosera antes de morir y que, olvidada hasta por ella misma, abraza el último gesto de bondad que le profesó el niño de “La moneda”. Cosme maldice aún después de conocer lo que le espera después de la muerte; en “A la viña la” lo que siente camino a la “aventura de su vida”. En todos ellos están amigos y familiares cuyos nombres no menciono (excepto el de Manuel) y que han dejado un gran vacío. Al escribir y publicar sus microhistorias, sin embargo, queda su recuerdo para siempre.

 

“La increíble y venerable historia del Jacho Centeno” es un cuento en el que usted rescata una leyenda nocturna relatada a los niños de su pueblo por sus abuelos, vecinos, de esas que corren de voz en voz, de una a otra generación. ¿Cómo lo aborda o dentro de qué contexto literario lo aborda? ¿Qué le quitó a la leyenda, qué le añadió a su cuento?

Para contestar la pregunta, releí el cuento. Me parece que lo conté prácticamente como lo escuché de mis tíos y primos del barrio Matón Abajo de Cayey. He escuchado otras versiones, pero esa fue la que yo aprendí. De hecho, hasta me molestaba pensar que en otros lugares reclamaran la leyenda como suya. La leyenda como me fue contada es bastante sencilla, por lo que sí le añadí detalles como la forma de defenderse de bandidos y dónde fue bendecido el crucifijo. También imaginarse los momentos precisos de la transformación. Cuando niño la leyenda me causaba terror, hasta que un día me explicaron que, si me perdiera de noche en los bosques de aquel campo, lo invocara y él alumbraría mi camino, sobre todo si le digo que lo ayudaré a buscar las cenizas de su cruz. Esa parte la sugiere la última oración.

 

Todos, de alguna manera, sufrimos las consecuencias de la persecución.

¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor de literatura sea esta puertorriqueña o no. ¿Por qué?

Sí, me considero un autor puertorriqueño, aunque como todo escritor, aspiro a tocar temas que, desde nuestra realidad, puedan ser universales. La violenta existencia del hombre, el maltrato contra la mujer, la hipocresía política, religiosa, educativa, son temas universales, pero sólo podemos vivirlos y comprenderlos desde nuestra propia microhistoria. Es una relación simbiótica.

 

¿Cómo integra su identidad étnica y su ideología política con o en su trabajo creativo?

El cuento “En la casa de Luis el sastre” refleja mucho de mi ideal político. También fui carpeteado, así como muchos de mis amigos y amigas. Todos, de alguna manera, sufrimos las consecuencias de la persecución. En ese cuento mezclo el absurdo de la persecución por ideas políticas, y está basado en dos microhistorias reales: un amigo de cuya carpeta surge que le acusaban de transportar material “sospechoso” cuando en realidad transportaba chinas y los agentes lo sabían, y una “confesión” que me hizo mi padre antes de su muerte, el pequeño y subversivo secreto de que le enseñaba a leer a adultos en la trastienda de su mejor amigo, Luis el sastre. En general, el libro cuenta con mucha crítica política y social, incluyendo la religión y la educación.

 

The Scheherazade Project y otras muertes pasajeras está a la venta. ¿Dónde? ¿A qué precio?

En este momento se consigue en Casa Norberto, Plaza Las Américas y El Candil, en Ponce, y en el Poet’s Passage, en el Viejo San Juan. También directamente con el autor. Su precio es de $13,95.

 

Ya para finalizar, ¿qué otros proyectos creativos tiene usted recientes y pendientes?

Lo inmediato son dos libros de poemas, que es un área de la literatura que he cultivado también desde infante. Son cien décimas ya concluidas donde también repaso la microhistoria propia y de otros.

Y después seguir escribiendo cuentos para ver cómo ayudo a evitar que un asteroide nos desintegre.

Wilkins Román Samot

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