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La autora colombiana abre sus alas en su libro Primer vuelo
Clara Mesa y su metamorfosis poética

sábado 27 de noviembre de 2021
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Clara Mesa
Clara Mesa: “Fui apalabrando los poemas que emergían de mí con silencios que hablan, incluso que gritan cuando se hace necesario”.

La escritora antioqueña Clara Mesa piensa en la creación poética como una metamorfosis. Comenzó hace unos años cuando, buscando una vía para expresarse, descubrió un lenguaje en la poesía. Fue así como esta ingeniera civil con especialización en Gerencia de Proyectos decidió emprender un camino distinto.

Su primer libro es testimonio de esa transformación. No sólo en el título, Primer vuelo, sino en una forma de escribir que interactúa con el elemento gráfico y con la disposición del verso haciendo uso de espacios y de particularidades tipográficas en unos poemas que no se adscriben a un “facilismo escritural”, como ha dicho Alberto Hernández en su reseña de este libro. Y, también, con las fotografías de Sara Fernández Mesa en que la autora se personifica a sí misma como una mariposa recién salida del capullo. Pero no nos adelantemos: de todo esto y más hablaremos en esta entrevista.

 


 

—En los poemas que conforman Primer vuelo reivindicas una expresión que echa mano del surrealismo. ¿Puedes hablarnos de cómo escribiste este libro, cuál es su origen?

—Llego a la escritura sin pensarlo, tal vez en un período de autoconocimiento e introspección en el que descubro un talento dormido y encapsulado dentro de muchas creencias y decido liberarlo, poco a poco, para dejarlo volar en su estado más puro y en un estilo libre. Así, cuando inicié la escritura de los poemas reunidos en mi “Primer vuelo”, no estaba premeditando su elaboración, éstos empezaron a fluir en un lenguaje propio que se fue refinando con la técnica y el tiempo; se fueron acercando por si solos a lo que aquí se menciona como surrealismo, estilo que se ajusta perfectamente a mi sentir, debido a que mi expresión es fresca y espontánea manifestándose muchas veces sin filtros ni patrones preconcebidos, optando por el verso libre para no encasillarme ni forzar al lector a recibir un poema estructurado de la manera convencional, permitiendo así que él sea el autor que finaliza el poema de acuerdo con su propia lectura. Digo en ellos lo que no he dicho, a mi manera y desde mis profundidades, y ahí creo que tomo dicho movimiento como herramienta básica para mi valija de vuelos.

—Tus poemas están construidos con una composición tipográfica nada ortodoxa. ¿Qué intentas comunicar con esto al lector?

—Mis poemas son un todo que expreso a través de los versos, los silencios, el ritmo, la musicalidad y la tipografía, la cual constituye parte fundamental de este conjunto. Cada letra, en cada una de sus formas, tamaño y estilo, presentada de una manera, no es efecto del azar, es puesta allí porque así llega en su momento y tiene que estar allí para expresarse y entregarle al lector el abanico de lecturas disponibles. Las fuentes que uso, tal como se disponen y acompañan un verso, tienen la misma voz y participan de igual manera que los silencios y ausencias de mayúsculas y de puntuación; así, todos estos elementos se unen y gritan o susurran al unísono.

“Primer vuelo”, de Clara Mesa
Primer vuelo, de Clara Mesa (2020). Disponible en Amazon

—El libro incluye fotografías de Sara Fernández Mesa en las que con apoyo del maquillaje elaboras una “mujer mariposa”, una suerte de personaje que acompaña los poemas. ¿Puedes hablarnos de esto? ¿Cuánto de ti hay en esas imágenes?

—Debo decir que me considero bastante creativa e imaginativa. Esta idea surge de un estado en el cual me estaba adentrando y correspondía a una transformación profunda y, si se puede describir de alguna manera, dolorosa, tal como le sucede a una mariposa; no podría asegurar que sea dolor lo que siente ésta al pasar de oruga a pupa y luego emerger como adulto, pero a mí me parece que podría ser así, y de no serlo lo usaré como una metáfora para indicar que puede ser desgarrador entender que se ha ido reptando por la vida sin cambios significativos y el hecho de tener que encriptarse y aislarse, produciendo por sí mismo el entorno para que así sea, duele, y que salir a la luz despojándote de lo que te arropó por tanto tiempo, tampoco es una tarea cómoda; es más, cuando logras salir, no puedes volar de inmediato, no sabes a ciencia cierta cómo hacerlo ni tienes la fuerza necesaria, sólo tienes la intuición y la certeza de que vas a hacerlo, pero debes reposar, observar, tomar aire y finalmente emprender el vuelo. Las mariposas no son de larga vida, pero cumplen una misión fundamental. En ese sentido, creo que todos experimentamos el mismo proceso de metamorfosis renaciendo con alas nuevas una y otra vez para cumplir un nuevo ciclo. Sara Fernández ha capturado instantes de expresión propios para transmitir mi sentir en cada verso y poema. Ha sido mi primer vuelo en el que he tenido múltiples sensaciones de oscuridad, luz, reposo, transformación y madurez como persona y como escritora.

—En tu poesía sueles hacer referencia al silencio, a palabras que se deshacen, a la ausencia de identidad incluso en algún caso. ¿Es tu poesía un intento de subvertir ese silencio que se presenta como un conflicto existencial?

—Cuando se entra en un estado de consciencia, autoconocimiento y coherencia, es inevitable entrar en un conflicto existencial en el que hay un profundo cuestionamiento y sobran las palabras gastadas y los formatos establecidos; se precisa en esos momentos vacíos moler esas palabras y volverlas a formar de tal manera que se ajusten de manera coherente y de acuerdo con lo que se es y se quiere expresar. De esa manera fui apalabrando los poemas que emergían de mí con silencios que hablan, incluso que gritan cuando se hace necesario, con mucha más potencia que las mismas palabras, y en ese sentido entran mis versos para acompañar esos cuestionamientos y discernir con ellos en el silencio.

—Tienes otro libro titulado Segundo vuelo. ¿Qué relación tiene con Primer vuelo?

—Si bien son dos mariposas liberadas en diferentes tiempos, el Segundo vuelo (ojos de papel) lo emprendí recién había aterrizado del Primer vuelo (primeros poemas), por lo que de alguna manera podría ser la continuación de éste en el sentido de encontrarme en el mismo estado de asombro, observación y consciencia; ya había encontrado una voz propia y un sello que se hace presente en ambos libros como hilo conductor y le permite al lector seguir en un mismo diálogo a través de ellos. No obstante, el Segundo vuelo presenta otros matices y otro sentir, los nombres de sus poemas son alusivos a diferentes tipos de papel y sus usos en sentido metafórico, con imágenes que permiten explorar otros cielos en otro vuelo.

—Tu profesión es ingeniera civil. ¿Cómo es que en algún punto de tu vida decides dar el salto a la poesía?

—Es algo que sorprende a la mayoría de quienes conocen mi oficio actual y es pregunta obligada. Soy ingeniera civil con especialización en Gerencia de Proyectos y lo menciono con el fin de recrear un poco la situación. Para hablar en los mismos términos, cualquier día, y volando bajo, me llegué a sentir como polilla en reposo y no como mariposa, no queriendo desconocer con esta afirmación que la polilla sea tan importante como la mariposa dentro del ecosistema, pero sí entendiendo y aceptando que hay diferencias que, para mi caso y preferencias, favorecen más a la mariposa. Esa observación y posterior descubrimiento significó el punto de inflexión en mi vida. La ingeniería me invitó a razonar, a crear y a desarrollar y abrir mi mente en condiciones complejas, y parte de lo que soy es gracias a haberlo sido; es más, podría decir que mi yo ingeniera sigue conmigo, no obstante y ya en una etapa de mi vida la encontraba noctámbula, escamosa y sin color, tal como la polilla, y la única forma de convertirme en mariposa o escritora era morir y renacer, cumpliendo con todo el proceso de transformación que esto conlleva, tanto interna como externamente; eso me ha tomado mucho tiempo, esfuerzo, disciplina y dedicación. Aún tengo las alas húmedas y estoy aprendiendo a volar en otros cielos; eso sí, sin olvidar mis caídas libres y movimientos elípticos e hiperbólicos.

—Te formaste con el poeta cubano Dolan Mor, residente en España. ¿Puedes decirnos cómo influyó en tu trabajo poético?

—La presencia de Dolan Mor en mi trabajo poético ha sido cardinal. Como bien lo expresé anteriormente, descubrí en mis largas horas de introspección un talento encriptado que liberé y dejé volar, pero esto en sí no es suficiente para desarrollar un trabajo poético serio y profundo. Este resultado requiere de tiempo, de aislamiento, de silencio, de conexión plena consigo mismo y con el entorno y, además, sentido, técnica, refinamiento, aprendizaje, criterio y mucha escritura y lectura. Todos estos últimos aspectos me los mostró mi ahora amigo Dolan, acompañados de su experiencia en su largo y admirable oficio como poeta. Tengo que confesar que aterricé en ese jardín de manera estrepitosa e imponente como la más hermosa y pesada polilla, cargando viejas creencias aprendidas, creyendo que ya lo sabía todo y que tenía el talento, fórmula que me resultaba suficiente para darle la vuelta al mundo. Resulta ser que la vida es mágica y por azares del destino cruzó a Dolan en mi camino; él con mucho tacto, cualidad propia de un maestro, me sacudió, reprendió y corrigió haciendo que botara todas las escamas y me convirtiera en lo que quería ser, una mariposa liviana, colorida y libre y eso es lo que transmito en mis poemas, la libertad en mi expresión con diferentes alturas y matices. ¡Gracias, Dolan!

—¿Cuáles son las lecturas que te han marcado como lectora y como autora?

—Es una pregunta bastante compleja para mí pues creo que cada escritor que leo siembra y deja su semilla en mí, me nutre, me enseña, me inspira y me conecta. Busco las voces que no pudieron hablar, las que cuestionan desde el ser, las que afloran de las profundidades, las que son genuinas, las confesionales, las vívidas, y, además, busco las diferentes expresiones, la composición, la deconstrucción, los juegos y la exaltación del lenguaje. Tengo una amplia lista de autores y creo que todos han dejado huella en diferentes etapas y estados de mi vida. Para iniciar una lectura y luego de mirar su biografía me gusta explorar un poco sus textos epistolares, de existir éstos, claro está, pues me acercan al escritor en su esencia e intimidad y de esta manera inicia mi conexión, aunque no en todos los casos funciona así. Muchas veces llegan a mí autores con los que me conecto de inmediato y puede ocurrir en mi rol de lectora o de autora. Podría citar a Charles Baudelaire, Julio Cortázar, Paul Celan, Jorge Luis Borges, Federico García Lorca, César Vallejo, Ted Hughes, Roberto Bolaño, entre otros. Como mujeres escritoras citaría a Idea Vilariño, Anne Carson, Alejandra Pizarnik, Anne Sexton, Sylvia Plath, Ida Vitale, Ana Ajmátova, Marina Tsvietáieva, Chimamanda Ngozi, Rosa Montero, Margaret Atwood y muchas más. Es una lista interminable que se amplía cada día y sacude mi interés y pasión por la escritura.

—Vamos para dos años viviendo en pandemia. ¿Cómo te ha afectado esta circunstancia?

—La pandemia ha marcado un antes y un después en muchos aspectos de mi vida: enfrentarme a lo desconocido; no saber con exactitud qué estaba pasando y no tener suficiente información fue, sin duda, un gran reto personal precisamente por mi formación académica y mi historia de vida. De otro lado, sentir y convivir con la incertidumbre, el miedo, la pérdida de un ser querido sin poder estar ahí, perder amigos, perder el contacto con los míos, perder trabajos, perder y perder, otro gran reto. Difícil asumir que los días cambian, que la dinámica del día a día y las rutinas cambian sin pedirlo y sin estar preparados para ese cambio, y sin poder hacer algo al respecto. No obstante, la pandemia ha sido mi escuela a un nivel de maestría pues ya venía en un nivel avanzado; cada momento vivido, cada pérdida ha sido un curso de aprendizaje y autoconocimiento y más allá, de reconocimiento. Afloraron mis miedos y temores, pero también mis fortalezas para abrazarlos y aceptar la vida tal cual se me ofrece. El aislamiento obligado me llevó a la quietud, a la serenidad, a querer estar en casa y disfrutar de mi espacio, de mi gente. Este espacio a su vez me permitió un acercamiento íntimo con los libros, la exploración de otras propuestas, encontrando así más afinidad y pasión por la escritura y la lectura. He crecido de manera acelerada y vertiginosa en este período, que, de algún modo, y con sus sombras a cuestas, me ha hecho ver la luz y alzarme en nuevos vuelos.

—¿En qué otros proyectos te encuentras trabajando actualmente?

—Sigo escribiendo y explorando nuevas rutas sin alejarme de los caminos recorridos. Vienen más vuelos por supuesto; podría decir que el tercer vuelo se encuentra con sus alas mojadas y en área de secado para luego volar, con poemas que conservan mi voz y estilo, pero mostrando otros matices posiblemente. Adicional a éste, tengo un proyecto en curso, en el género de cuentos, que se ha convertido en una experiencia muy placentera y de total aprendizaje con el despliegue de otra faceta mía como escritora.

Jorge Gómez Jiménez

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