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Gala Garrido:
“El cuerpo es una biblioteca, es un jardín”

domingo 16 de enero de 2022
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Gala Garrido
Gala Garrido: “La fotografía todavía carga en el lomo el peso de la realidad”. Fotografía: Lisbeth Salas

Vi las residencias Carmencita, el extraño pasillo de entrada, escuché los pasos de una multitud que estudiaba allí; me recibieron varios gatos que iban en todas las direcciones y observaban el firmamento como si jalaran las nubes y las mordisquearan; Nelson Garrido cruzó como un antílope de un sitio a otro en la biblioteca; unas plantas disímiles, de varios lugares de la tierra, ofrecían sus hojas recién mojadas; vi el pescado de la pescadería en el enorme anuncio; olí el hervido, el café; escuché la música, el susurro, aún quedaban rastros de la luna en el cielo de la joven tarde y de repente, en un marco de balcón o ventana que pudo haber estado en una torre de la corte de Castilla y León, reconocí el rostro ennoblecido de cálidos castaños y el medio cuerpo de Gala Garrido, incrustados en nubes que fingían ser almohadas rotas.

Nelson apareció diciendo: “¿Leíste este poema de Gala?”. Y lo leí:

Entonces me dijiste que ese búho blanco
cazaría los ratones que están royendo
los cimientos de mi casa.

 

Gala Garrido
De la serie “Apuntes sobre el hastío”.

La influencia de su padre es evidente porque ambos poseen talentos fuera de lo normal. Pero Gala elabora su propia visión.

Gala Garrido

Sus fotos son de colección porque sólo a ella se le ocurren esas cosas. Y las logra. Las consigue. Las perfecciona. Lleva todo a un nivel en donde el arte dice “a partir de aquí comienza Orfeo a sentir ganas de mirar hacia atrás a ver si viene Eurídice”.

Gala Garrido es un mundo por descubrir. Una galaxia de mujer. La lucidez como identidad. A veces es posible vislumbrar la trayectoria de tal lucidez a través de sus fotografías y sus poemas. Después de eso es mejor dedicarse a pensar con detenimiento en la misteriosa sensación que dejan sus quehaceres artísticos y ella misma. Quizás todo se deba a que Gala es como una civilización que sonríe, y podría representar la inteligencia creadora de una generación que ha comenzado a madurar bajo todas las crisis imaginables. En un comienzo de siglo, que ha sido ni más ni menos como una gran bofetada en el rostro cotidiano, esa generación ha persistido en sus sueños y objetivos. Carisma de salmón subiendo cascadas.

Ya la entrevisté en 2011 cuando mostró una de sus series fotográficas en una exposición que resultó inolvidable por lo estremecedora. Ella manifestó su carácter despojado de prejuicios y de banalidades. Creo que pensé: “Me va a costar mucho entrevistarla una segunda vez”, porque como el espectador normal que soy me dejó completamente grogui. No me sentí a la altura de esos planteamientos, pero entendí su fuerza intelectual, la cruda belleza de sus resultados. Aunque deseaba conocer los caminos que Gala había transitado para llegar allí, siendo tan joven. La influencia de su padre es evidente porque ambos poseen talentos fuera de lo normal. Pero Gala elabora su propia visión y son dos artistas que aprendieron a recorrer diferentes caminos sin dejar de alimentar un mismo proyecto.

Ella puede estar leyendo a solas uno de sus poemas, o un poema de Rilke, de Pessoa, de Carson, un fragmento de Siri Hustvedt, pero en realidad comparte su lectura con las plantas que cultiva y en especial con sus gatos, ese público privilegiado. Si algún vecino escucha por casualidad un poema y unas garras rebotando al unísono en alguna ventana quizás se trata de que está en marcha alguna de esas reuniones. “Con manos de muchacha mide noche a noche el mal antiguo”, escribió Rilke en uno de sus Sonetos a Orfeo, como si supiera algo de Gala Garrido.

Entretanto ella escribió este poema:

Caminaba con Orfeo dentro de una gruta
de piedras inmensas, húmedas. Casi no había luz,
el piso estaba baboso y era difícil respirar.
Conversábamos sin parar, nos reímos, yo le preguntaba
muchas cosas que ya no recuerdo.
Finalmente nos sentamos a descansar,
estábamos perdidos.
Me recosté como pude mientras él iba susurrando canciones,
lo contemplé hasta desvanecerme totalmente en el sueño.

Desperté, eran las 3 am, me tomé un vaso de agua,
observé cómo mis gatos todavía respiraban,
puse mis manos sobre sus vientres tibios.
Prendí la luz, miré fijamente las paredes blancas
y las cortinas blancas,
me puse una mano en el pecho,
sentí que yo también todavía respiraba,
apagué la luz y puse la cabeza sobre Filiberto,
recordé al pobre Orfeo sólo en aquella gruta fría.

 

Gala Garrido
De la serie “Apuntes sobre el hastío”.

Breve biografía

Gala Garrido (Caracas, 1987) es una artista visual y poeta venezolana radicada en Caracas. El eje central de su trabajo son el poder y el erotismo desde lo femenino. Su investigación gira en torno a la representación fotográfica desde la tensión ficción-realidad y las identidades desde una perspectiva de género, tomando como puntos de partida la reflexión crítica de las imágenes propias de la historia del arte, de la cultura popular y de los mass media. Así como los vínculos entre fotografía y acto poético, la autorrepresentación, el cuerpo como metáfora individual y colectiva.

Ha exhibido su trabajo en el Museo de Arte Contemporáneo del Zulia; Sala Mendoza; Museo de Arte de Acarigua-Araure; Sala de Exposiciones Centro de Arte El Hatillo; Panorámica Arte Emergente en Venezuela 2000-2012, Sala TAC Trasnocho Cultural; Espacio MAD Los Galpones; Centro Cultural Corpbanca; Centro Cultural Padre Carlos Guillermo Plaza (Universidad Católica Andrés Bello); Galería La Otra Banda; Galería 39; No Lugar Arte Contemporáneo (Quito, Ecuador); Féroces International Photography Festival (Lyon, Francia), Rizoma (Madrid, España) y Festival Hybrid (Madrid, España), entre otros.

 

Gala Garrido
De la serie “Cuaderno de bocetos”.

La entrevista

¿Recuerdas tu primera cámara y tu primera fotografía?

Era una cámara morada de plástico traslúcido, se le veían los mecanismos internos como una vitrina. La primera foto que tomé con ella fue de un cielo muy azul con una nube blanquísima en forma de corazón, la recuerdo claramente porque fue la única que salió de un rollo de doce exposiciones, las otras once eran grises, movidas, con destellos misteriosos. Pero antes de tener esa cámara, mi papá y yo construimos una estenopeica con una lata de galletas Rex; con ella tomé fotos de helechos, cocodrilos, ranas, mi perro salchicha saltando. Todavía conservo esa lata-cámara y a la nube-corazón-blanco también.

 

Habitar la cotidianidad permitiendo que Eros expanda nuestro cuerpo, traspase sus límites, ampliando nuestros sentidos.

¿Sigues desarrollando el erotismo como tema?

Sí, el erotismo y la cotidianidad son los temas centrales de mi trabajo. El erotismo como antídoto contra el hastío.

Habitar la cotidianidad permitiendo que Eros expanda nuestro cuerpo, traspase sus límites, ampliando nuestros sentidos. Un erotismo extracorporal que impregne todo: la vajilla, el sofá, la escoba, las gatas, las plantas, la radio insomne de las vecinas, los cuadernos, el cielo, las alfombras heredadas, las ausencias, la ceiba, los libros.

 

¿Qué te ha interesado más en la fotografía?

El tiempo.

 

Gala Garrido
De la serie “Apuntes sobre el hastío”.

¿Blanco negro o color? ¿Qué te resulta más expresivo o importante?

Seguir dividiendo el blanco y negro y el color como dos posturas separadas no tiene ningún sentido, eso fue una discusión vigente entre los años sesenta y los noventa.

A la fotografía desde su nacimiento la han obligado insistentemente a enfrentarse a distintas expresiones visuales e incluso a distintas expresiones de sí misma. En un principio el enfrentamiento fue con la pintura, luego fue entre su jovencísima mirada pictorialista y su mirada modernista, donde por primera vez consiguió su propia voz. Después comenzaron las comparaciones entre el blanco y negro y el color, la fotografía digital con la análoga, la toma directa o la puesta en escena, la fotografía con o sin posproducción, y así infinitamente. Para mí estas discusiones no tienen sentido.

Lo único que importa es la imagen, los símbolos que la habitan y cómo nos moviliza cuando nos enfrentamos a ella.

 

Ahora que todo el mundo carga una cámara en el teléfono, ¿qué ocurre con la fotografía, con la imagen, con el fotógrafo profesional y su arte?

Casi toda la población del mundo puede leer y escribir; la palabra funciona como un medio que nos permite entendernos de una manera concreta cada día, actualmente la imagen fotográfica está cumpliendo esa misma función como consecuencia del desarrollo tecnológico.

En la Edad Media muy pocas personas en el mundo sabían leer y escribir, a nivel popular la palabra sólo habitaba un espacio de oralidad que les permitía comunicarse de una manera concreta cada día. Con la llegada de la imprenta el acceso a la palabra escrita se reestructuró como consecuencia del desarrollo tecnológico. Y con el paso de los años la cantidad de personas capaces de leer y escribir fue aumentando.

Pero si hacemos el ejercicio de ir más atrás, los alfabetos del mundo nacen a partir de la síntesis de pictogramas. También podríamos pensar en los alfabetos como un desarrollo tecnológico.

Los escritores nunca se han preocupado, no veo por qué los fotógrafos tendrían que preocuparse, los símbolos primordiales siempre han sido los mismos, todo lo demás son sólo medios.

Me parece más interesante preguntarnos cómo podemos ligarnos nuevamente con eso intangible que asoman los símbolos, que son como la punta de una aguja de plata atravesando nuestra historia como humanidad.

 

Gala Garrido
De la serie “Las bacantes”.

Cada persona utiliza el medio en función de su propio discurso, como todo proceso creativo implica una serie de tomas de decisiones.

Enseñar fotografía con el Aleph de Borges

¿Qué diferencia establecerías entre una imagen natural, que está enfrente de tu cámara, y una imagen que tú intervienes?

La fotografía todavía carga en el lomo el peso de la realidad. A pesar de que en las últimas décadas se ha ido desmontando ese enunciado, todavía está instalado en nuestro inconsciente colectivo.

Pero ya sabemos que la fotografía no es verdad, la fotografía es un medio subjetivo y como cualquier otro medio de expresión implica una toma de decisiones, nos muestra una arista de la realidad, uno de los infinitos puntos de vista de una misma cosa.

Una clave para entender el hacer fotográfico está en “El Aleph” de Borges.

En la primera clase del Taller Básico Uno les explico a mis estudiantes cómo funciona la relación entre la luz y el tiempo —diafragma y velocidad—; además, como parte de la asignación para el siguiente encuentro, les pido que lean “El Aleph”, porque Borges explica mucho mejor que yo la naturaleza de esa relación.

Regresando a la pregunta, no establezco ninguna diferencia, son expresiones distintas que utilizan una misma herramienta. Cada persona utiliza el medio en función de su propio discurso, como todo proceso creativo implica una serie de tomas de decisiones. Todas las maneras son válidas, no están enfrentadas ni son excluyentes unas de las otras.

 

¿Cómo has vivido la pandemia? ¿Qué ha cambiado en ti?

La pandemia me agarró en paralelo a una crisis de salud; para mí ha sido un viaje hacia el cuerpo, hacia sus límites y sus ritmos. La convalecencia te obliga a estar conectado al presente absoluto, no hay espacio para el futuro ni para el pasado, sólo puedes sostener el ahora. Aprendí a rendirme, dejando que la sabiduría de mi cuerpo tomara el mando; pude observar esa inteligencia desplegarse y eso modificó la manera en que me relaciono con el mundo, pero sobre todo transformó por completo mi universo interior.

Es increíble que nos enseñen a tratar nuestro cuerpo como un subordinado de la mente racional. Nos imponen valorar nuestras vidas a partir de una escala determinada por lo aparentemente productivo y desde niños nos enseñan a relacionarnos con nuestro cuerpo desde ese espacio.

Los puentes para acceder al lenguaje del cuerpo son el silencio y el placer. Pero nos son negados.

¿En qué momento transformamos al cuerpo en un funcionario?

¿Cuándo derrumbamos el castillo de Eros para construir un Ministerio Público?

¿Quién decretó que el silencio y la inacción son espacios estériles, cuando en realidad son tierra fértil?

Nos da miedo habitar nuestro cuerpo, porque desde allí no nos podemos mentir a nosotros mismos. Habitarlo implica modificar nuestra manera de estar en el mundo y eso puede ser aterrador.

 

Gala Garrido
De la serie “Apuntes sobre el hastío”.

Los pocos libros que pude leer este último año, por alguna sincronía, fueron sobre mujeres enfermas.

¿Qué autores has leído que te hayan impactado, interesado o conmovido en estos tiempos?

Bueno, no he podido leer a mi ritmo habitual por la convalecencia, en cambio la jardinería funcionó como un refugio este último año, era una de las pocas actividades que el cuerpo me permitía, además de hacer pan, que se parece a hacer cuerpo. Pero cuidar plantas se parece a leer, las plantas son como los libros, piden silencio, paciencia, exigen dejarse llevar, porque no se puede apurar ni a una planta, ni a un libro.

Una biblioteca es un jardín. Observar a mis plantas regenerarse, reproducirse y dejarse morir, me enseñó a rendirme ante mi propio proceso de regeneración y a respetar los ritmos que me imponía mi propio cuerpo.

Los pocos libros que pude leer este último año, por alguna sincronía, fueron sobre mujeres enfermas. Uno de los personajes que más resonó conmigo fue Yuna, la protagonista de dos novelas de Aurora Venturini: Las primas y Las amigas. La que más me conmovió fue la segunda, donde nos presentan una Yuna entrando a la tercera edad con una voz mucho más grave.

También me gustó mucho una novela llamada Las gratitudes, de Delphine de Vigan, la historia comienza con el ingreso de una mujer a un ancianato, a partir de ese momento la autora va desarrollando una relación paralela entre el cuerpo y el lenguaje, que es preciosa.

Un libro que no puedo dejar de nombrar es La mujer temblorosa o la historia de mis nervios, de la escritora Siri Hustvedt, este libro es autobiográfico, nos relata la historia de un temblor, un síntoma que los médicos no se explican y que se manifestó por primera vez en medio de un homenaje que le estaban haciendo a su padre. Es una maravilla de libro, reflexiona en torno a la relación entre psique y cuerpo, paseándonos por la mirada de distintas disciplinas.

José Pulido

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