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Sesenta años de Últimas tardes con Teresa, de Juan Marsé, o el final de la censura franquista

miércoles 15 de marzo de 2017
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Últimas tardes con Teresa
Juan Marsé
Novela
Seix Barral
Barcelona (España), 1966 (1ª) 2016 (7º)
478 pp.

Se trata de la obra emblemática de Juan Marsé, que le dio a conocer y que, sin duda, introdujo un cambio profundo en la narrativa española, especialmente en el aspecto político. La obra en sí tiene un corte bastante clásico con una división en tres partes, ambientación, nudo y desenlace, sin deparar sorpresas a este respecto. Por su parte la trama también resulta bastante convencional, con un primer amor que se ve frustrado por la irrupción de una enfermedad, y que a su vez genera el consiguiente cambio de pareja. Todo acabará con el definitivo rompimiento entre Pijoaparte y Teresa cuando Maruja muere y Pijoaparte acaba siendo denunciado al descubrirse los procedimientos un tanto heterodoxos utilizados por su parte para escalar balcones y allanar la morada ajena. Finalmente, también los personajes encausados son bastante prototípicos, como ahora sucede con el primer emparejamiento entre un maleante de la periferia de la gran ciudad y una chica de servicio, para a continuación ser suplantada por su propia señorita de alta sociedad con ideas bastantes izquierdistas, sin ser tampoco muy respetuosa con los convencionalismos sociales al respecto. Un planteamiento difícil de creer en otras épocas, pero que actualmente resulta bastante verosímil sin necesidad de tener que dar demasiadas explicaciones.

De todos modos el impacto ejercido por Últimas tardes con Teresa no está en ninguna de estas cuestiones, sino en el terreno estrictamente político. Se trata del típico ejemplo de cómo actuaba la censura franquista en una época ya tardía a la que todavía le quedarían cerca de diez años por finalizar. Por eso al final de la novela la editorial Seix Barral ha introducido un anexo donde figuran las correcciones un tanto “cursis” que le fueron sugeridas por la censura oficial en aquellos momentos, avisando de antemano que tenían el consiguiente permiso de publicación. Se trata, sin duda, de los finales momentos de la entonces llamada “dictablanda”, aunque sin duda vinieron precedidos por otros momentos peores cuyo “rastro” ya resulta imposible de recuperar. Se le acusó a Juan Marsé de izquierdista y de filomarxista, cuando faltaba ya muy poco para que se legalizaran todo este tipo de opciones políticas. Hoy día no queda ni rastro del fuerte carácter transgresor que su publicación tuvo que tener en aquellos años.

No parece que la disyuntiva que plantea Juan Marsé en Últimas tardes con Teresa haya quedado resuelta.  

De todos modos las críticas a la novela no sólo vinieron de la censura oficial franquista, sino también de los propios correligionarios izquierdistas. En general se vieron muy mal representados por la peculiar narrativa de Juan Marsé. Quien espere de Últimas tardes con Teresa un alegato contra el franquismo y sus modos dictatoriales de proceder estará muy equivocado. Más bien la novela supone una crítica de determinados movimientos universitarios autocalificados de izquierdistas que en la práctica viven totalmente alejados de los problemas reales donde vive la gente marginada, por más que se esfuercen en aparentar lo contrario. Sólo Teresa hace un tímido intento por acercarse a los más marginados, en este caso a Pijoaparte, aunque tampoco lo haga con excesivo éxito. Su enamoramiento a primera vista acabará provocando una fuerte reacción familiar, con la consiguiente denuncia y el posterior encarcelamiento de su pareja, sin que tampoco ella haga gran cosa por evitarlo. A este respecto la obra está ambientada en los primeros movimientos estudiantiles de protesta que hubo en la Universidad de Barcelona en el año 1957, coincidiendo a su vez con el inicio del desarrollismo económico franquista que comenzaría por entonces. La obra en el fondo significa una fuerte denuncia de los modos un tanto ingenuos como por entonces se comportó la izquierda. No se terminó de advertir cuáles eran los problemas reales que preocupaban a la gente que pretendían defender. De ahí que Pijoaparte no congenie en ningún momento con el llamado movimiento estudiantil izquierdista, dado el abismo cultural que de un modo efectivo se abre entre ellos.

Evidentemente hoy han pasado más de sesenta años desde donde Juan Marsé sitúa su novela. Sin embargo procesos similares se han vuelto a repetir, no tanto en relación con la censura, como respecto a los movimientos universitarios de corte izquierdista. Posteriormente vendría la revolución del 68, donde los movimientos universitarios de izquierdas tratarían de atraerse al movimiento obrero, aunque finalmente sería el general Charles de Gaulle quién los utilizaría, para acabar imponiéndose democráticamente. Y algo similar también puede decirse de los movimientos de izquierda española. Tampoco consiguieron derrocar al denominado régimen franquista, sino que más bien se inició un proceso de transición política donde la izquierda acabaría siendo legalizada, sin imponerse mediante un proceso revolucionario. También hoy día en el año 2015 se ha vuelto a repetir un movimiento estudiantil izquierdista en la Universidad Complutense madrileña. El proceso habría acabado fraguando en el movimiento político de Podemos que tantas expectativas despertó en sus inicios. Sin embargo, tampoco parece que la disyuntiva que plantea Juan Marsé en Últimas tardes con Teresa haya quedado resuelta. Más bien parece lo contrario. No parece que los intelectuales de Podemos acaben de conectar con la base social a la que se pretenden dirigir. Pijoaparte los seguiría mirando desde la distancia, al menos mientras sigan enfrascados en cuestiones de “casta” meramente personalistas, que tanto han criticado.

Carlos Ortiz de Landázuri

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