Comento la obra galardonada con el Premio Bellas Artes de Poesía Aguascalientes 2018, en México, y, asimismo, realizo una nota crítica en torno a su estructura, las relaciones afectivas literarias entrañables en sus formas y, en especial, aquello que me interesa todavía más: analizar los procedimientos estéticos. Estos programas procedimentales, propios de varios autores de nuestra lengua y otras extranjeras desde hace tiempo, constituyen un interés personal alrededor de la poesía contemporánea cuyos rasgos, considero, involucran un nuevo proceso de lectura, el pacto contractual es otro y se restablece, en general, por la irrupción de los géneros literarios entre sí y el campo disociado de las poéticas.
En la entrada al poemario en cuestión se marca su contenido, sobre todo con los epígrafes, pues son una suerte de palimpsestos.
Balam Rodrigo, autor del Libro centroamericano de los muertos. Brevísima relación de la destrucción de los migrantes de Centroamérica, colegida por el autor, de la orden de los escribidores de poesía, año de MMXIV, formula un libro que expresa el pesar, el dolor, el testimonio, la memoria de los migrantes, viajantes por el territorio mexicano, que vienen del centro de América para alcanzar los Estados Unidos y hallar, en ese país, una alterna forma de vida. Esta serie de hechos guarda un carácter autobiográfico, incluso biográfico, pero también histórico, político y social, pues el poeta injerta testimonios personales, de amigos y familiares, hasta el grado de incluir sus voces mediante fotografías y diversos niveles de enunciación, por lo que la obra también adquiere, en el proceso de lectura, la polifonía: la multiforme voz elocutiva.
En la entrada al poemario en cuestión se marca su contenido, sobre todo con los epígrafes, pues son una suerte de palimpsestos; es decir, la apropiación y la corrección tentativas de fragmentos de la obra Brevísima relación de la destrucción de las Indias, colegida por el obispo don fray Bartolomé de las Casas o Casaus, de la orden de Santo Domingo, año 1552, de fray Bartolomé de las Casas. Dicha incorporación de una obra del pasado en otra obra del presente supone un procedimiento o mecanismo de composición en donde intervienen resignificaciones de ambas obras literarias, que pertenecen a diferentes géneros literarios. Este fenómeno, como otros hallados en la obra premiada, pertenecen a una transtextualidad manifiesta de múltiples maneras y que la valía de esta forma de construcción literaria altera y restablece la textualidad y la literariedad de una nueva obra cuya característica central es la hibridez.
En Reinventar el lirismo. Problemas actuales sobre poética (Valparaíso México, 2016) se reproduce la introducción a American Hybrid: A Norton Anthology of New Poetry, de Cole Swensen, en donde expresa que “los poetas híbridos tienen acceso a una riqueza de herramientas cada una con la posibilidad de transformar drásticamente el poema, dependiendo de cómo se combine con las otras y del rol que juega en la composición” (2016: 77). Este programa, que en realidad son varios, aparece en la estructura del Libro centroamericano de los muertos. Swensen supone que en realidad el ejercicio de escritura posmoderna opera bajo la repetición y el collage, siguiendo cierto orden de las vanguardias; la poesía híbrida, ejemplo claro el poemario de Balam Rodrigo, rompe la linealidad del discurso, amplia la dimensión de los procedimientos al no ser uniforme sino versátil, cruza géneros literarios (la crónica del fraile y la impostura de testimonios en un poema cuya voz no pertenece al yo autor, sino a la ficción de muchas voces elocutivas).
Ahora bien, desde antiguo hay casos donde la serie de influencias, alteraciones y transtextualidades han estado presentes en la literatura, o sea, el caso de la hibridez literaria no es tan actual como podría pensarse, pues el propio caso de la Ilíada y su vínculo inmediato con la Odisea, y éstas a su vez en su relación con la Eneida y, posteriormente, con el Ulises, son ejemplos no sólo de la transtextualidad, sino de una sucesión de procedimientos, en el nivel de la enunciación, en donde ya pueden encontrarse exploraciones de los géneros fronterizos, desvío del esquema genérico, parodia del estilo respecto a la tipología y la alteridad del enunciador en el yo del poema. La lírica, desde la fundación de las categorías negativas en la Modernidad, no ha dejado de exponer estos fenómenos poéticos.
El solo título de la obra que me ocupa recuerda a dos escritos antiguos, esotéricos e iniciáticos, El Libro egipcio de los muertos y El Libro tibetano de los muertos.
La transtextualidad se manifiesta en cinco relaciones, según Gerard Genette en su libro Palimpsestos. La literatura en segundo grado (1989). La intertextualidad, dice el autor, es “como la presencia efectiva de un texto sobre otro” (Genette, 1989: 10), es la relación entre más de dos textos. El paratexto es la manipulación o uso o mención especialmente elaborada en los títulos, subtítulos, advertencias, epígrafes, como sucede en la citada obra de Balam Rodrigo, que pueden aparecer en la portada de los libros o en los capítulos. La metatextualidad es una relación crítica, el comentario que una obra escribe sobre otra a veces sin mencionarla directamente. La architextualidad es la seña de cierto nombre o uso genérico en el título de la obra, que condiciona o determina su tipología literaria. Finalmente, la hipertextualidad es el estrecho vínculo de textualidad del hipertexto (obra B: Libro centroamericano de los muertos) con una obra anterior en el tiempo y el espacio (obra A: Brevísima relación de la destrucción de las Indias), el hipotexto. En los cinco casos señalados de transtextualidad pueden encontrarse marcas de literariedad del Libro centroamericano de los muertos. Los discursos compuestos importan tanto en qué dicen y en cómo lo dicen. El cruce de subjetividades o intersubjetividades, como lo formulara teóricamente Julia Kristeva (Semiótica, 1981), levanta otro discurso; en este caso está asociado a una exigencia estética, pero de igual manera a una necesidad ideológica y social, sobre todo política, dado el problema de la migración a escala mundial.
El solo título de la obra que me ocupa recuerda a dos escritos antiguos, esotéricos e iniciáticos, El Libro egipcio de los muertos y El Libro tibetano de los muertos. Este vínculo metatextual y paratextual, nada fortuito, ciertamente, es elaborado para efectuar un acto fundacional, una voz, como se verá más adelante, del pueblo, para crear una identidad continental cuyos rasgos éticos y políticos construyen la conciencia moral, es decir, la importancia de los títulos asociados es más ideológica que estética o histórica. La comparación del subtítulo de la obra de Balam Rodrigo con el título de la obra del fraile, relación intencionalmente cruzada, además de asociar un hecho histórico, perfila el uso del idioma, un español antiguo contrasta con la estructura del español actual. Esta forma de mixtura idiomática crea un pastiche del propio español del siglo XVI incorporado al español del siglo XXI, de tal modo que el mosaico ocurre en un nivel sintáctico, semántico, paratextual, de significado y significación, pero esto no sólo se da en los títulos, subtítulos o epígrafes, a veces igualmente se alcanza en los poemas mismos.
El proceso de lectura de la obra es determinante para responder a la cuestión siguiente: ¿qué huellas deja el autor para que su lector persista en la resignificación de los otros textos, que son mencionados, pero también de aquellos otros textos que no son mencionados? El pacto de lectura aparece, según creo, en el título, con la palabra Libro. El libro en sí mismo, como escritura, no pertenece a ningún género literario, no obstante esto sugiere que si una obra, premiada por un concurso de poesía cuya forma es el verso, no altera en lo absoluto la palabra señalada, al contrario abre su espectro en varias dimensiones. El acomodo de los poemas del Libro es una serie de álbumes familiares, así los nombra su autor, el libro de la familia; las voces en los poemas no corresponden a su autor, el yo detrás de cada voz que enuncia líricamente no es el yo empírico Balam Rodrigo, sino otros yos, algunos, es cierto, ficcionalizados, otros, bajo el acto de investigación y el testimonio, son el yo de migrantes, algunos ya muertos, de personas de las cuales se documenta, otros vivos, todos indocumentados. Entonces, ¿quién habla detrás del poema? Esta pregunta la recupera el poeta Alí Calderón en su reciente libro Piedras para una refundación (Buenosaires Poetry, 2017: 161-165), y comprendí que la respuesta oculta en la propia pregunta tiene que ver con los procedimientos poéticos y cómo son recibidos y afectan al lector. La receptiva halla en la estilística los recursos para desarrollar y comprender que parte de la poesía contemporánea encuentra en los géneros fronterizos, Friedrich Hegel los denomina bastardos, la ampliación de lectura. En suma, el título del poemario en cuestión, además de alcanzar sus cruces con los títulos de otras obras que no constituyen el campo de la tradición poética, sino obras fundadoras de culturas milenarias, permite dar a entender que el autor del libro, del poemario cuyo contenido son testimonios de migrantes, en realidad es una voz colectiva, un yo multiforme constituido por muchos otros yos, lo cual hace del Libro centroamericano de los muertos una voz polifónica por varias razones: la textualidad se compone por testimonios biográficos, autobiográficos y ficcionalizados, la literariedad es un híbrido estilístico y transtextual, el yo aunque persiste lírico es testimonial de una elocutio que pretende ser continental y fundacional, es decir, se trata de una frecuencia colectiva, como si el poema hubiera sido escrito a varias manos. “Este ensanchar los límites ha sido, precisamente, el legado de los poetas de inicios del siglo XX. Ante todo, la vanguardia enfatizó, como ha señalado César Aira, la necesidad de superar la noción de ‘obra’ como meta” (Calderón, 2017: 42).
¿El tema tiene más impacto que la retórica y estilística llevada a cabo en el nivel de la poética?
Esta manera de análisis igualmente recuerda la idea de la influencia explicada en La ansiedad de la influencia. Una teoría de la poesía, de Harold Bloom (Trotta, 1997), quien la desarrolla con el término clinamen, el cual consiste en el desvío de la tradición en el poeta que la imita y asimila, una desviación mediante la cual los predecesores del joven poeta ya se encuentran entre las líneas de la obra novel. Muchos autores han afirmado estas redes, los vasos comunicantes entre la poesía. Y esta asociación de ideas y prácticas estéticas se da primeramente en la lectura. Balam Rodrigo se apropia, como lector, de fragmentos de fray Bartolomé de las Casas para incrustarlos como paratextos. Esta suerte de architextualidad es funcional porque desvía tanto su voz, en realidad la polifonía de su obra, como la voz de las crónicas del fraile dominico. Si esto sucede de tal manera, ¿qué tanto El Libro centroamericano de los muertos pertenece totalmente al género lírico? Pues en absoluto pertenece a este género, sino a varios: el pastiche, la crónica, la narrativa, el testimonio, el fragmento, el palimpsesto, la miscelánea. Dicha cuestión no pone en duda la clasificación de la obra; al contrario, planteo la pregunta para mostrar y poner en el panorama del medio literario mexicano que un certamen de poesía ha privilegiado el impacto de los procedimientos composicionales poéticos que construyen híbridos poéticos, y es un fenómeno literario visible en todos los géneros literarios y en muchas latitudes del mundo.
Para concluir quiero plantear una pregunta sin interés por dar una resolución personal definitiva, pues me importa volver al debate. La impresión de la prerrogativa dada al contenido social, político e ideológico del Libro centroamericano de los muertos: ¿el tema tiene más impacto que la retórica y estilística llevada a cabo en el nivel de la poética? Me parece que sí.
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