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Vaquería, de Enrique Mujica, es un poemario dedicado al llano, al hombre de la sabana y sus faenas duras de cada día.
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El libro tiene cuatro capítulos o partes, cuyos nombres son muy elocuentes: Territorios, Afanes, Apariciones y Vislumbres.
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La denominación de cada uno de los cincuenta poemas contiene ya el misterio y la belleza de la poesía: Leño llevado por las aguas, Hoja seca color de polvo, Paciendo de los pastos, Estos rastrojos hasta siempre, etc.
4
El llano tiene rumbos, paisajes, vivencias. Hombres que luchan en los corrales y en las siembras. El llano tiene madrugadas con sus labores de ordeño, soles de rodeos; noches de caneyes, cuentos y espantos.
5
La palabra poética anda por los caminos del llano, atraviesa campos y cruza ríos para proporcionarnos el deleite estético de las alegrías y tristezas.
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Cuando se lee a Francisco Lazo Martí se contempla al llano con otros ojos, se le aprecia, se le ama.
7
Cuando escuchamos a un coplero de pueblo con sus cuartetos sencillos y rimados, también queremos a nuestro llano porque entendemos que hay grandeza en esa sabiduría que no tiene escuela pero que tiene corazón.
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Cuando leemos Vaquería de Enrique Mujica sentimos también que llegamos a “la cosa en sí” de nuestro llano, porque el lenguaje es exacto, sin preciosismos, rítmico y breve.
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Veamos este poema:
Vaquería
Soga de cuero de animal
cuero de animal amarrando cuero.
Cabeza cogida en cueros.
Carne de hombre
aparejando carne de res.
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Los versos libres de Mujica son otra forma bella de cantarle al llano.
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