Sólo oírme
A. Pizarnik. In memoriam
Ved, esta claridad secreta
en la que se contempla todo lo que desea.
Jean de Ruysbroeck
Delira la sangre y el aliento de carbón
[enronquecido
gotea la obscurecida luz del día,
su marca púrpura anida en los párpados.
Sofocan los arenales negros
ofrendados por las sombras
de un sol ambiguo
[que hiela mis manos.
Te lo he repetido tantas veces
[Alejandra
quimérico ocultar el miedo en el lenguaje1
cuando las espuelas vociferan
A C E C H A N D O
al muro que me redime.
Óxido rebosante en los costados,
ruedan mis dientes laberínticos
en la grieta prolongada del espejo.
Ansío el jardín blanco,
la noche en llamas puliendo mis sienes,
cerrar la fisura del ojo abierto en mi cabeza,
volver a develarle el rostro
al silencio.
Es más grata la sombra y el lucero es más puro.
Una luz imprecisa los espacios colora.
Víctor Hugo
Estoy en mi morada contenida
inhalo la flema ennegrecida arrodillada
una estela serpenteante se corona,
bebo el agua de tu Euphorbia milii.
Y un lago salobre acrecienta mis párpados.
Y un lago salobre se hace fuego inquietante.
Se diluye mi nombre en la savia
[de tu cintura
d e s o l a d a
Hijo del mar y la noche.
Y una espada dulce franquea las palabras.
Y un jadeo silencioso enciende nuestras sombras.
Prosternado ante el grito de mis dedos mudos
los devoras con el rumor de tus labios
como un perro.
Hacedor de mis trozos delirantes.
Hijo del mar y la noche.
Conoce a los que en él confían,
y los salva de las aguas embravecidas.
Mas extermina a los que se alzan contra él.
Na
La perplejidad del vértigo,
permanente,
como la geografía ajena
El silencio inclina
los remansos ojos,
negros,
como un alpes muerto
después de la llama
Abstienes el resplandor
de la palabra
su fuerza te perturba
conoces el error.
Antes que la medianoche cayera
habría querido borrarte
corresponder a los pálidos balbuceos
aniquilar el trozo de realidad
mudarla desde adentro.
No se puede esconder el charco
donde mis manos sumisas se quebraron.
Pequeñas y cosidas manos
desfiguradas y huidizas
sin color para palpar la soledad
sin fuerza para encender el farol.
Repetida fuga
entre las cuerdas de un camino denso
con las moradas sombras encorvadas
ausente de regresos borrosamente sonoros…
No se puede esconder el charco
donde mis manos sumisas irrecuperables se hunden
en alta noche sin luz.
Tránsitos
Un arremolinar de mariposas amasadas por su aliento
relámpago arrugado en los cristales
espíritu quebrado en el surco cenizo
agolpado en los maizales de fuego.
Siembra de amarguras resbalando las botas
dolor humoso en los ojos de polvo
clandestino avanza la tierra amarillenta,
disuelve la elipsis sus pasos en sitios excluidos.
Él no pregunta adónde lo llevan.
Se derrite el sueño en aguas quemadas
tal vez por vetustas mieles escurridas
—tiempos inmemoriales de luces mansas—
r…e….m….e….m….b….r…..a….n…..z…..a
Inequívoco sol cegando hoy la roca.
El pobre hombre traslación
y el sabor agrio del humus en sus manos
osando revivir el aroma perdido.
En una vía desfallecida la ausencia a cuestas
su nombre dormido en el pico del albatros.
Una espuma de mar agónica devorará su pecho.
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