Verso y vino
Qué trabajo, localizar la rima
y plasmar de una vez mi pensamiento.
Quiero decirte tanto en un momento,
que juego a ser poeta y pantomima.
Vergonzosa mi pluma que se arrima
al verso y piensa en ti a cada momento.
Que no parece tanto el sufrimiento
si así la pluma al corazón estima.
Si medir el pensar ya se pudiera
como se mide el tiempo o la distancia,
desde aquella mañana en que te viera,
¡Ay, qué largo pensar, cuánta constancia!
Porque Dios te ha vertido a su manera,
como vino que en mi sentir se escancia.
Tu luz
Qué noche más oscura me rodea
soñando con la luz de tu sendero.
De tropiezo en tropiezo siempre espero
que vengas a encender mi triste tea.
Tan sólo esa pequeña luz blanquea
la sombra de mi pájaro agorero,
que siempre sobre mí con vuelo fiero
va siguiendo mis pasos donde sea.
Pero tú eres mi luz, mi salvamento,
significas mi estrella esplendorosa.
desde esa hora vil de mi tormento.
Tú me salvaste ay, niña milagrosa,
tú eras ajena a este remordimiento.
Viniste a mí clara como una rosa.
Pureza
Sé que piensas absurdo mi cariño
¿Qué culpa tengo yo de este misterio?
¿Acaso el corazón es siempre serio?
El mío llora y sueña como un niño.
Qué obsesión y qué loco desaliño
que la razón coloca en cautiverio,
y vuelve un corazón en adulterio,
cristalina virginidad del niño.
Si tuve que caer en la locura
por voluntad del Todopoderoso
¿Qué pecado reviste tu hermosura
para mi Ser cansado y luctuoso?
Yo sólo quiero darte mi alma pura,
sin afanarme en combatir mi gozo.
Estío
En la dorada alfombra del estío,
cada hoja en la mata me sugiere
un ambiguo “me quiere no me quiere”
que aviva mi ilusión y desvarío.
La semilla reseca en el baldío
con un suspiro agónico se muere,
y al final ya me dice no me quiere
este postrero pétalo sombrío.
Hasta siempre mi dulce primavera
curtida de fragancias y colores,
si la próxima vez yo no estuviera
le dices que fue amor de mis amores,
recuérdale que este alma la espera
allá donde agonizan los rencores.
Camino
Verde muerte, si tú junto a mi lecho
mustia vida, si no puedo tenerte.
¿Qué puede separarme de tal suerte
si no voy de tu mano en mi mal trecho?
Cuánto sueño abonado, y no cosecho
más espiga que la cizaña inerte.
De haber podido optar por no quererte,
no estaría mi corazón deshecho.
Quién no ha de arder en el brasa del destino,
ni siente la crudeza de su invierno,
no degusta ni paladea aquel vino
que envejeciendo en su barril eterno
vierte el Amor y oculta aquel camino
que conduce hacia el cielo o al infierno.
Día
Derramas una rosa sobre el cielo
hundido su color en viejo monte,
tu vestido de gala, el horizonte,
no luces hasta que no eres abuelo.
Pero encuentro en tu juventud consuelo
y mal en tu madurez. Por eso ponte
en un bello corcel que te transmonte
veloz del zarco al oro de tu cielo.
Lecho te mecerá y lecho te lleva,
y qué adusto entre ellos es el sendero
por el fruto satánico de Eva.
Por eso, ven aurora que te quiero,
por eso, vete luz alta y maleva,
por eso, ven ocaso en el que muero.
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