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Poemas de Simón Fernando Herrera Herrera

viernes 15 de octubre de 2021
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Tendón

La prisa pisotea los minutos.
El arco del tiempo arroja caravanas
de lodo en los asfaltos urbanos.
Tengo la prisa del pulso de la sangre.

El que halla su tiempo
será el constructor de su próximo laberinto.
Aquel que tome la ruta correcta
será el portador de la antorcha del tiempo.
Somos su medida, y la tribuna humana que lo calza,
la escala de mi espera tiene ejes fuera de la página.

Soy el marco de referencia
del cual planean
mis ecos mentales transcritos
en fechas
que son flechas,
auroras vacilantes,
vasos comunicantes
perdidos en el siguiente segundo,
el reflejo de la vida en un latido
del presente.

 

Dijo

La vecina meció la cuna
y el llanto menguó
en un cuarto de rato,
el primo viajó
en su viaje de hierba
con la botella
y el peine en su bolsillo,
el día brillaba como coladera
relampagueante,
era una tesis normal,
había que viajar
por los senderos de las teclas,
en vastas llanuras
de luciérnagas alucinantes.

 

Bala reunida

La sarna del aire flamea
el presente,
la rauda acogida
del momento,
surcos de aire
dejan gritos pausados
en un ciclón de bala
que rompe el caparazón
de una tarde
que hierve.

 

Delgada

Era la hora de la llaga
la hora
el instante
la nebulosa del anunciamiento
del trueno
y de las sombras,
ojos solemnes,
la carne yace bajo
el sepulcro de la vida,
de la suma de ti y de todo
en el paisaje gris
que nace de nuevo
en el pecho resignado
de la hora, vuelve como
herida y no abandona
este sopor interno,
abre, cae
regresa
y deja una estela vacía
delgada
para romperse bajo cualquier
respiro de la nube que pasa
por nuestros recuerdos,
nuestras carnes
y los primeros nacimientos
de la vida.

 

Canicular

Trópico de playa.
Arena de sal.
El agua de mar es una palmera
de viento ardiente,
el paisaje se desmaya
ante la brisa de sol
que se pasea.

 

Mímesis

Ella dijo: el papel de la pared pesa bajo tu sombra
Él dijo: el oropel de la ventana hace caer el horizonte
ella murmura: el corazón late en una cuartería de pequeños laberintos
él anota: el sol en la casa barre las sombras del tiempo
ella presiente: el grito solitario del vacío encaja en una brújula
ella piensa: el tiempo se mece en la primera ola irreflexiva
él transcribe: la nota queda escrita en el primer albor de la mañana
ella canta: la voz de mi casa es el silencio de la tarde
él recita: la luna abre el camino con su mirada de seda
ella: y la multiplica el viento en la llanura de las horas
él: no hay posibles caminos rectos en nuestra distancia
ella: la espera recoge los labios de la primera hierba
la mañana sacude la primera batalla de la niebla
el ancla del sueño devora las inscripciones del recuerdo

Ambos: los nombres de la historia cuelgan del pecho
recién llegado de la sombra

 

Rubí

La tierra, esa duna,
polvo de caminos
rurales,
jardines de casas
y parques urbanos,
ramal del espacio
que el tiempo cubre,
vive y se lanza con su natural lenguaje,
herida, humana
presencia caída,
el orbe se abre y recibe,
una vez más, a quien deja este
horizonte de tierra labrada.

 

Aire de cuerpos

Eres olor que esparce tu esencia
de mar perfumado,
eres la frente de una tarde
que transpira,
somos envoltura de fragancias
al tocar nuestros cuerpos
dichas y temores.

Al extinguirse
queda un olor a cuerpo vacío,
a languidez en lejanía,
la partida mira el instante
que se retira.

El aroma de tu cuerpo
es recuerdo de vida,
olor desprendido
de la memoria
envuelta en una sombra
de feromonas de animal
que nos devora.

La vida se cubre
de ensoñaciones de efluvios
traspasando cercanías,
vid que perfuma tu voz
en la estela olorosa
de cuerpos que se fugan.

Simón Fernando Herrera Herrera
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