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El desamparo del tabú en flor, de José Siles
(selección)

jueves 1 de diciembre de 2022
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“El desamparo del tabú en flor”, de José Siles
El desamparo del tabú en flor, de José Siles (Verbum, 2022). Disponible en la web de la editorial

El desamparo del tabú en flor
José Siles
Poesía
Editorial Verbum
Madrid (España), 2022
ISBN: 978-84-1337-843-5
150 páginas

Bellas cicatrices

Según dice Nietzsche
el olvido es justo y necesario.
Justo para equilibrar las malevolencias
con las bondades que guarnecieron nuestra vida
desplegando lo que llevamos dentro:
por aquí y por allá,
Norte, Sur, Este y Oeste.

En este u otro tiempo
dando limosna o mendigando,
disfrutando o sufriendo,
degollando o sirviendo de chivo expiatorio.

Según dice Nietzsche
El olvido es justo y necesario,
pero condena las cicatrices
a la nada
a esa tierra baldía
donde los recuerdos fueron expulsados
en aras al establecimiento
de una dictadura feliz e intratable:
la del paraíso de las conciencias ingrávidas.

Nietzsche, filósofo achacoso
acuciado por sus intensos dolores de cabeza
tal vez amnésico y lírico,
olvidó borrar de su memoria
la necesidad imperiosa del olvido
y acabó cultivando amorosamente
cicatrices, que surgidas durante su infancia
y después de un penoso tiempo de duelo,
le instruyeron en el arte de la maduración.

Esas heridas abiertas que descendiendo
sajaron las raíces más frondosas de su alma
acabaron siendo las cicatrices más bellas de Germania
…y fascinaron al mismo Zarathustra.

 

La inapetencia del deseo

(…) A la miseria del placer, eternidad,/ condenaste la búsqueda, al injusto/fracaso encadenaste sed,/ clavaste el corazón a un muro (…).
Jaime Sabines
(Después de todo. En Recuento de poemas. Madrid: Visor, 2014)

Sin regodeos, cuando se te cae la baba
dejándote abatido en esa delirante incitación a tu animalidad,
quedando atrapado en un santiamén donde todo es deleite.
Es entonces, cuando el tabú emerge enfangado del lodazal
y un asomo de insólita insurgencia recorre ese cuerpo acostumbrado a la censura de todo tipo de goces.
Taciturnos e inconfesables deseos ocupan los áticos erigidos en verticales ebriedades
desde las simas de tu alma, que aun impura,
te incomoda despertando remordimientos
y vaticinando tiempos de oscuras penitencias.

 

El alien de la palabra

Cómo acariciar lo puro
en el lomo desgastado de una palabra
sin distraerla de su oficio
sin cansarla más de la cuenta.

Cómo caminar junto al sentido
de una vida todavía errante
sin domesticarla ni redimirla
sin temor al final de su historia.

Cómo redimirla del sentimiento
que la penetra violentando el lenguaje
sin destruir el demonio que la hizo suya
sin desterrar el alien que lleva dentro.

Cómo rescatar la esencia de la expresión
que precisa de carantoñas vocales y consonantes
sin calibrar la medida exacta del verbo
sin purgar la palabra de sentimientos
…descomunales.

 

Indolencia sobrevenida

“(…) Espacio y tiempo, barrotes / de la jaula /en que el ánima, / princesa encantada / está hilando, hilando cerca (…)”.
Amado Nervo (Espacio y Tiempo)

Hubo un primer día en la creación del universo
todo estaba por hacer y, aunque hay otra versión de los hechos,
el debut del espacio y el tiempo
aconteció un domingo por la tarde,
cuando el sol todavía no sabía muy bien
cuando o por donde tenía que retirarse al poniente.

El comienzo vespertino y dominical
del tiempo y el espacio fue anodino,
todavía no se había inventado el fútbol
y los dioses se estaban repasando las inconveniencias
de las corridas taurinas, celebración sangrienta que precipitó
una enorme disputa provocando la primera guerra olímpica.

En medio del fragor divino,
el primer día en la creación del universo
ese domingo fatídico pasó sin pena ni gloria,
y tanto el espacio como el tiempo fluyeron a su antojo de manera tan desordenada como relativa
instituyendo el domingo como “el día de la marmota”.

Hubo un primer día en la creación del universo,
todo estaba por hacer y, aunque hay otra versión de los hechos,
el día del señor quedó para siempre velado
bajo un manto de indolente desidia espacio temporal incapaz de ocultar la monotonía inapetente
de las lentas tardes dominicales.
(Agujero Negro dixit)

 

El último salmo

Y el profeta entona el último salmo
y da gracias a su Dios por la exigua claridad
de tan sublimes y cabales versos,
tan resplandecientes que alimentan una confusión
casi infinita… absolutamente definitiva,
muestra de algo imposible: asimilar la perfección.

Y una muchedumbre embelesada de aturdidos
daban gracias al rapsoda que los había iluminado
sumiéndolos en un hermoso desconcierto,
y cantando loas invocaban la pureza de la fe,
salvoconducto infalible ante la limitación sublime
compartida por cualquiera que aún respire.

 

El desamparo del tabú en flor

Al tabú, herido antaño
por pardos e inmaduros adanes,
le brotaron cicatrices este año
tiñendo sus frutos como azafranes,
que casi se desprendían por su tamaño.

Desde sus ramales caían frutos prohibidos
vareados por figurines harapientos,
que iban a salvar el planeta emitiendo aullidos
tan salvajes como aquellos sentimientos,
que mediante una razón ancestral fueron esculpidos.

Al tabú, esquilmado sin piedad
por héroes alérgicos a lo prohibido,
le germinaron hojas que sucumbieron a la gravedad, acosados por un rebaño sacerdotal seducido
por la inmensa gloria de su morbosa vulnerabilidad.

Apostatas del incesto y adoradores de Edipo,
sucumben al encanto transgresor liquidando al padre, y acostándose con la madre repudian el genotipo;
necesitan acabar con el tabú y cualquiera que les ladre, asolarán lo natural proclamando su áspero estereotipo.

 

Réquiem por las flores cortadas

El dolor, siempre presente
durante la ceremonia mutiladora,
que escenifican madres, abuelas y charcuteras
en los preludios de todas las pubertades,
es la resultante menos ingrata del clitoricidio.

Las niñas observadas tras los visillos
del dogma sediento de sangre infantil,
se acurrucan en coros despidiéndose
y agitan sus manos abiertas,
abrumadas, sin entender nada,
entre lloros y suspiros entrecortados.

Todo sea por “la tradición”
por la reverenciada pauta que demanda
el desahucio de un sexo sin estrenar,
y la sumisión para transformarse
en santas mujeres
…así consta en el mantra de la abuela.

Todo sea por la totémica metamorfosis
mediante la que se obra el milagro,
trasegando sus cuerpos de niñas
a dignas y respetadas candidatas
a la integración con sus mayores
…así consta en el mantra de la abuela.

Todo sea por el honor del homínido
sostenido a través de los tiempos
alentando el miedo, siempre presente
durante la extirpación del fruto prohibido,
esa tradición “podadora”,
que mantienen vigente, desde sus púlpitos de paja y barro,
los sabios de la aldea local.

Todo sea por el culto a la cultura
que mantiene vigente la sumisión
del alma femenina,
instruyendo a las niñas en la tecnología
infame del cuerpo domado,
transformándolo en una materia vacua
cuyo fin es la suprema docilidad.

 

Susurro del dios mínimo

Escucha el susurro de tu dios mínimo
Ese que dormita en el rincón
Más ignoto de tu espíritu acantilado
Y que cuando despierta al alba
Descubre una mudez paradisiaca.

Devuelve su voz al dios mínimo
Ese que sueña ser pariente de divinidades
Criadas en barricas de roble bendito
Y que cuando llueven palabras
Asume el exclusivo consuelo del llanto.

Reza un bolero de Manzanero al dios mínimo
Ese que solo sabe bailar lento
Intimidando almas puras y asustadizas
Y que cuando se restriega con ellas
Acaba eyaculando un mar de pecados originales.

Invoca en su día sagrado al dios mínimo
Ese que ha preñado almas vírgenes
Bailando un bolero de Manzanero
Y pídele que reconozca la paternidad
De su pecaminosa y original prole.

Sermonea sin miedo al dios mínimo
Ese durmiente soñador y fornicador
Violentando almas puras y asustadizas
Y dile que solo volverá al don de la palabra
Cuando el pecado original luzca su apellido:
…Mínimo.

 

Sonata del olvido

Que la historia está preñada de sucesos
como guerras, reyes, diluvios y hasta políticos;
que necesitamos comprender causas y efectos
de cada auto de fe y eclipsantes sucedáneos
puede que sea lucrativo para el espíritu.
Es señal que identifica el bicho de dos patas
que sigue caminando por el tiempo,
asesino y víctima en cualquier época
y bajo circunstancias en flor,
que cada sabandija justifica olvidando
el pétalo más miserable
de su particular tulipán.

Ya advertía un dramaturgo inglés
sobre el riesgo de lavar el honor
aliviando la razón
y la sangre derramada
…en ríos de pura lisonja.

En tiempos de alabanza y exaltación,
ante la avalancha de indiferencia,
casi todos rinden culto al olvido,
y un manto de mansedumbre atempera las huestes
…es justo y necesario.

En una época sin demasiada congoja,
acechados por el peligro inacabado de una vuelta al infierno,
hay que postrarse ante la necesidad de abandono
y esmerarse incondicionalmente en la postergación
…de todo recuerdo baldío.

José Siles
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