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El nombre de la risa
Apostillas negras a la novela de Umberto Eco

lunes 7 de agosto de 2017
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Jorge Luis Borges
Los desleídos espejos en los cuales repentinamente se descubren Adso y Guillermo de Baskerville refieren al terror de Jorge Luis Borges por esas entidades platónicas que multiplican perversamente la caverna.

1. Apuntes narratológicos.
(A manera de introducción)

Quienes disfrutaron la novela conocen la trasescena de la obra gracias a las posteriores “Apostillas a El nombre de la rosa” (Eco, 1985). Por ello no ignoran tampoco la admiración del autor italiano por el escritor argentino, a tal punto que lo convirtió bajo el nombre de Jorge de Burgos en el personaje principal de la novela. Jorge de Burgos tuvo la función narrativa de antagonista del monje franciscano Guillermo de Baskerville. En compañía del novicio Adso de Melk, Guillermo de Baskerville lleva a cabo la investigación de una serie de crímenes en una abadía benedictina medieval.

Es el premio Formentor, en 1961, el que convoca el interés de los europeos y favorece la traducción de la obra de Jorge Luis Borges a diferentes idiomas.

Eco es uno de los más destacados teóricos de la narratología de finales del siglo XX y El nombre de la rosa constituye un laboratorio literario de su particular teoría narrativa Lector in fabula. Valga acotar que en uno de los primeros capítulos de la obra abordada despliega su “Teoría de los signos”, planteada en Tratado general de semiótica. Eco desarrolla la teoría de los signos en el momento en que Guillermo de Baskerville observa y comenta la huida de Brunello de las caballerías del monasterio. En el Tratado general de semiótica, Eco no solo desarrolla la teoría de los signos y los códigos sino que le brinda fundamento gnoseológico a la semiótica contemporánea, ya avizorada por el norteamericano Charles Sanders Peirce y por el lingüista suizo Ferdinand de Saussure bajo el título disciplinar de semiología. La narratología tiene sus raíces fundacionales en la Poética de Aristóteles y precisamente el libro apócrifo de la segunda parte de la Poética del filósofo griego es el motivo y el arma de los asesinatos en la abadía de Melk.

Se recuerda, para cerrar este apartado sobre los aspectos narratológicos de El nombre de rosa, que la función de narrador le corresponde a un Adso anciano que quiere dejar testimonio de los sucesos acaecidos en la abadía en épocas de su juventud, con la función narrativa de “ narrador testigo”

 

2. Don Jorge Luis, ese gran desconocido

Al lector contemporáneo le puede parecer increíble que a lo largo del siglo XX Borges y su obra fueran poco conocidas. En la prematura obra de Marcos Ricardo Barnatán, Borges: biografía total, este biógrafo cuenta cómo en la Biblioteca Nacional Argentina alguna vez un compañero, con quien recogía los libros al final del día, le dice: “Mira: un autor que se llama como tú: Jorge Luis Borges”.

Perseguido por el régimen peronista, Borges es degradado de su empleo de bibliotecario y condenado a cumplir la función de visitador de aves de corral. Es el premio Formentor, en 1961, el que convoca el interés de los europeos y favorece la traducción de su obra a diferentes idiomas. En la misma década del sesenta, el filósofo Michel Foucault convierte una de sus narraciones en el texto que sustenta la obra paradigmática Las palabras y las cosas. Borges se convierte así en un autor de culto y se proyecta con toda propiedad como el más importante escritor del segundo milenio.

 

3. Narratología y literatura detectivesca, la tipología borgesiana

Al igual que Umberto Eco, Borges será reconocido, con Roland Barthes, como uno los más importantes narratólogos contemporáneos y como uno de los teóricos de literatura detectivesca, porque en la cuarta década del siglo XX, época en la cual el narratólogo ruso Vladimir Propp presenta su investigación sobre la estructura narrativa de los cuentos de hadas, Borges está encantado con la propuesta detectivesca de Chesterton y su personaje el padre Brown.

A partir del trabajo de Chesterton Borges estudia la trama en las historias de detectives. Y en esta comprensión regresa al concepto aristotélico de historia (fable) como las peripecias y sucesos consistentes que constituyen la trama (plot).

Desde el trabajo de Chesterton, a quien le reconoce su capacidad para elevar el asesinato a la condición de bellas artes, Borges regresa a los inicios del género de detectives y señala el cuento de Edgar Allan Poe “The Mystery of Marie Roget” como el cuento en el que aparecerá el primer detective del género: Charles Gustave Dupin. Así mismo, Borges lee, analiza y reseña a sucesores de la talla de Nick Carter, Sherlock Holmes (inicialmente Sherrinford) y por supuesto el padre Brown (The Scandal of Father Brown). Borges señala, además, el carácter compulsivo del periodista John Coryell, quien diera vida a Nick Carter; señala el virtuosismo de Quincey y su teoría del asesinato moderado y rescata para la memoria a una escritora contemporánea, la baronesa Orczy.

Para Borges la estructura narrativa de la novela de detectives obedece a un código de leyes estrictas.

  1. Un limitado número de personajes.
  2. La declaración de todos los términos del problema.
  3. Una avariciosa economía de pensamientos.
  4. La prioridad de el cómo sobre el quién.
  5. La reticencia a las muertes gratuitas.
  6. Una solución que es a la vez necesaria y maravillosa.

En el curso de su vida Borges transforma la mirada y la admiración por el creador del género detectivesco cambia. Si bien continúa pensando en Poe como el pionero de las historias de detectives y como un aceptable escritor del género, discute un inusual punto de vista. Hablar de la historia de detectives es hablar de Edgar Allan Poe, pero a renglón seguido se pregunta, si realmente Poe inventó el género.

Borges, como algunos otros teóricos de la narratología, incluye al lector como elemento fundamental de la trama.

En este momento (1978), Borges afirma que el género como un evento estético requiere la conjunción del lector y el texto. Y entonces asume y promulga un nuevo tópico de la narratología: el género existe porque el lector existe. Los libros sólo existen cuando los lectores abren los libros. Es absurdo, afirma, suponer que un libro es mucho más que un libro, y subraya que el fenómeno estético existe cuando puede ser similar al momento en que el libro fue creado. La relación entre el escritor y el lector es dialógica. En consecuencia Edgar Allan Poe no inventó un género, inventó una especie de lector. Las novelas de detectives han creado un tipo especial de lectores. Si Poe creó la historia de detectives, consecuentemente creó el lector de la ficción detectivesca. Y esto no puede ser olvidado al momento de valorar el trabajo de Poe, dice Borges.

A través de un detallado análisis estructural, Borges concluye que Poe inaugura el misterio del cuarto cerrado —paradigma de la novela detectivesca— con “The Murders in the Rue Morgue”. Y con este cuento da pábulo a la estructura narratológica de la ficción detectivesca. En esta historia sucede un terrible crimen (comienzo) con una situación sospechosa (medio) y con una solución inesperada y maravillosa (fin). De nuevo la propuesta fundamental de los teóricos aristotélicos. Pero Borges, como algunos otros teóricos de la narratología, incluye al lector como elemento fundamental de la trama.

 

4. Pero sigo siendo el rey

Para el escritor escocés Ian Rankin, uno de los autores de “suspense” mejor valorados del mundo, El nombre de la rosa continúa siendo uno de los diez libros preferidos dentro de la denominada literatura negra:

A la hora de seleccionar, su top 10 es:

  1. Memorias privadas y confesiones de un pecador justificado, de James Hogg.
  2. Casa desolada, de Charles Dickens.
  3. Crimen y castigo, de Fiódor Dostoyevski.
  4. El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde, de Robert Louis Stevenson.
  5. Brighton Rock, de Graham Greene.
  6. El sueño eterno, de Raymond Chandler.
  7. Roseanna, de Maj Sjöwall y Per Wahlöö.
  8. El asiento del conductor, de Muriel Spark.
  9. El nombre de la rosa, de Umberto Eco.
  10. Carne trémula, de Ruth Rendell.

 

5. La abadía: crímenes con denominación de origen

En la primavera de 2013, en el marco del XVIII Encuentro de Literatura Mexicana Contemporánea, promovido por la Universidad de Texas en El Paso (Utep), el escritor colombiano, promotor de la literatura negra, profesor y doctorando de la Texas Tech University, Rubén Varona, presentó una original y luminosa teoría para la literatura negra: “Los crímenes con denominación de origen”. Para este autor, las novelas policiales, como los buenos vinos, se pueden leer y disfrutar por un sello particular que les brindan sus cualidades desde la denominación de origen. Esta propuesta teórica permite leer la novela de Eco desde una clara denominación de origen borgesiano. Apoyados en la perspectiva teórica de Andrés Varona “crímenes con denominación de origen”, es posible señalar que los desleídos espejos en los cuales repentinamente se descubren Adso y Guillermo de Baskerville refieren al terror del autor argentino por esas entidades platónicas que multiplican perversamente la caverna. Los planos de la abadía de Melk refieren al lector avezado a la fantástica biblioteca hexagonal descrita por Borges en el cuento antológico “La Biblioteca de Babel” y los vericuetos de la abadía a sus consabidos laberintos. Las letras que aparecen al lado de los muertos refieren a la admiración de Borges por la cábala. Eco conocía la literatura de Borges, lo había leído con atención y le tributa en su novela un homenaje en toda la extensión de sus filias literarias.

 

6. ¿Dónde está el asesino misterioso?

Si en su tipología detectivesca Borges aboga por una reticencia a las muertes gratuitas, Eco pareciera aborrecer los asesinos innecesarios a tal punto que técnicamente no se puede juzgar al fanático bibliotecario de ser el asesino de la novela. Es la ambición por el conocimiento, como en la mitología judeocristiana, la que conduce a los novicios a probar la fruta prohibida del bien y del mal (el manuscrito de la Poética) y perecer por su ambición de saber. La curiosidad mató al gato. Fórmula que parece ser recogida por el también escritor argentino Guillermo Martinez en la novela Crímenes imperceptibles, llevada al cine por Álex de la Iglesia bajo el título en castellano Los crímenes de Oxford.

 

7. Sobre las pesquisas literarias (a manera de conclusión)

Para finalizar acotaremos aquí el resultado de nuestra lectura de El nombre de la rosa:

Los crímenes en la abadía medieval se originan por la aversión de Jorge de Burgos hacia la risa como un fenómeno particularmente humano.

Aunque se quiera leer como una obra histórica, El nombre de la rosa constituye una de las valiosas joyas de la literatura negra. La cantidad de referencias históricas con las cuales Eco enriquece la trama responden a su conocimiento de la época medieval y a su comprensión de la teoría narratológica. Aristóteles estableció hace cerca de veinticinco siglos, en la Poética, que las peripecias constituyen la esencia de la trama de toda fábula. Borges, en su cuento “La escritura del dios”, parece resumir la comprensión aristotélica en la frase: “Un hombre es a la larga sus circunstancias”.

Como lo afirma Ian Rankin, El nombre de la rosa es una novela del género negro que se posiciona bien a través del tiempo y, se agrega aquí, constituyó un verdadero campanazo en la literatura de masas a pesar de su erudita elaboración. Razones por las cuales amerita una gustosa relectura. Así sea.

Recordar aquí que los crímenes en la abadía medieval se originan por la aversión de Jorge de Burgos hacia la risa como un fenómeno particularmente humano, nos permite afirmar que la novela de Eco bien pudo haber sido denominada “El nombre de la risa”.

 

Referencias bibliográficas

  • Bennassar, Bartolomé (dir.). Inquisición española: poder político y control social, Barcelona, Crítica, 1981.
  • Charles, Henry, A History of the Inquisition of Spain, 4 vols. New York, Macmillan, 1906-1907. Edición en castellano, 2 vols.
  • Contreras, Jaime. Historia de la Inquisición española (1478-1834): herejías, delitos y representación, Arco-Libros, 1997.
  • Domínguez, Antonio. “La Monarquía, los poderes civiles y la Inquisición, un arbitraje difícil”. En: Anuario de historia del derecho español, 67, 1/2 (1997).
  • Escudero, J. A. (dir.), Perfiles jurídicos de la Inquisición española, Madrid, Instituto de la Inquisición, 1989.
  • García Cárcel, Ricardo, Orígenes de la Inquisición española. El Tribunal de Valencia, 1478-1530, Barcelona, Península, 1976.
  • Haliczer, Stephen, Inquisición y sociedad en el Reino de Valencia, 1478-1834, Valencia, Edicions Alfons el Magnánim, 1993.
  • Kamen, Henry, La Inquisición española, Madrid, Alianza Editorial, 1974.
Carlos Alberto Villegas Uribe
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