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El éxito de la mente venezolana
(literatura y ciencias en nuestra novela actual)

lunes 12 de septiembre de 2022
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Arístides Bastidas
Arístides Bastidas fue el más grande divulgador científico venezolano del siglo XX.

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En la historia de Venezuela es sumamente icónico el enfrentamiento entre el militar golpista Pedro Carujo y el presidente científico y médico José María Vargas. Cuando Carujo, en 1835, entró en su escaramuza militar a tumbar el gobierno legítimo, le dijo al doctor Vargas lo siguiente, antes de llevárselo preso:

—El mundo es de los valientes.

A lo que el científico eminente le respondió:

—No, el mundo es de los justos: es el hombre de bien y no el valiente el que siempre ha vivido y vivirá feliz sobre la tierra y seguro de su conciencia.

La fórmula de Carujo es la fuerza bruta, el imperio del poder omnímodo. Y Vargas es la conciencia cívica y de los más altos valores de lo que somos. El doctor Vargas puede representar allí el éxito de la mente venezolana, de la ciencia venezolana sobre los autoritarismos. Ese episodio se sigue repitiendo en toda nuestra historia como un loop epistémico definitivo.

 

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Una sociedad vuela a la altura de la producción de sus conocimientos científicos, aquellos saberes que enfrentan y superan tinieblas e ignorancias. Sin embargo, hay una mentira recurrente que se pasea en nuestro sistema de vida nacional y es aquella que reza que Venezuela no ha tenido grandes productores de ciencia. Pero el éxito de la mente venezolana se define en los inventos de Carlos del Pozo y Sucre, en los descubrimientos de Louis Daniel Beauperthuy, en los estudios polifacéticos de Adolfo Ernst, en las investigaciones de Santos Aníbal Dominici, en las curas científicas del negro genial Rafael Rangel. Son las obras de inmenso poder científico de Humberto Fernández Morán, de Luis Razetti, de Juan Iturbe, de Marcel Roche, de Francisco de Venanzi, de José Francisco Torrealba, de Ibrahím López García, de Arnoldo Gabaldón, de Juan David García Bacca, entre muchos más que demuestran que en ciencia hemos sido titanes y luces de excelencia universal.

 

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No obstante, esas épicas y sagas del saber venezolano poco están expuestas en nuestra literatura nacional. Ahora bien, tomemos tan sólo tres muestras novelescas de cómo nuestros científicos siguen siendo ejemplo de saber a su máximo esplendor y nos desafían de esa manera a seguir su hoja de ruta. En 2013, el escritor Víctor Bravo publica su novela híbrida Dos vidas, donde en una suerte de contrapunteo con la amistad y el fragor científico entre José Gregorio Hernández y Rafael Rangel somos sumergidos en las luchas de estos gigantes por acceder a un conocimiento válido y pertinaz que rompa las opresiones y las miserias del pueblo. La ciencia produce superación de ignominias. En 2013 también, el biólogo Carlos Machado-Allison publica su novela Parima, relato trepidante donde revela los complots para adueñarse del conocimiento genético y farmacéutico ancestral. Machado-Allison nos entrega una disertación científica sobre los límites de la biotecnología. La ciencia produce el futuro del ser humano. Y en 2016 el investigador Pierre Monteagudo nos entrega un libro titulado Expediente Rojas, donde investiga la vida real y trágica del astrofísico venezolano que trabajo en la Nasa para llevar el hombre a la luna, Héctor Rojas, y que luego fue silenciado y borrada su historia. Un personaje que parece superar la ficción. Porque la ciencia produce vidas que ponen en jaque al sistema.

 

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Nuestro más grande divulgador científico del siglo XX fue el autodidacta Arístides Bastidas con aquella columna inmortal, La ciencia amena, que mantuvo desde 1971 hasta su muerte en 1992. Bastidas tomó y unió la literatura periodística con la ciencia dura porque todo verdadero conocimiento científico te hace amena la vida. Y así Bastidas rompió limitaciones físicas y de los entornos políticos. Porque no hay duda de que el éxito de la mente venezolana se define con la ciencia que produce. Como dice nuestra científica Mayly Sánchez, quien recibió en 2012 el Premio Presidencial de Carrera Temprana para Científicos e Ingenieros (Pecase) de manos del presidente Obama por sus estudios sobre los neutrinos: “Estudiando los neutrinos podemos tener una idea de cuáles serán los nuevos modelos de la física en el futuro”. Y la ciencia descubre siempre así los nuevos modelos del futuro para todos.

Salvador Montoya

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