Los días
caídos
Se me han caído los días,
con los que solía caminar
cultivando la melancolía,
soltando los más refinados
puntales
de ese traje acústico
y sus ecos envolventes.
Donde las carcazas de las calabazas
adivinan su destino.
He salvado la única hora
para aprisionar mi reloj,
y llorar como lo morrocoyes,
en ese vaivén tácito y lento
van sosteniendo su andar,
de esta vigilia y su espera.
Se me han caído los días
con los que solía caminar,
con la memoria entera.
Donde se encuentran,
las cintas repletas,
colocadas en los más altos abedules
y sus calculados huecos.
Por donde pasa la ardilla nocturna
y el pájaro amarillo trina,
dulces llantos.
Ahí están los caminos
en los que me habitué a transitar.
Donde recojo temprano
la flor silvestre y sus rituales,
y donde la memoria
se acuesta con los flamingos;
transforma mi visión.
Ventanas dinámicas
Me gustaría discurrir
deslizar mi norte
hasta tu ventana
y ¿cómo lo muevo si es mi norte?
él me invoca, me revela,
el sigiloso vuelo
se apropia de tus sueños y los míos,
encubre tu silueta,
la moja
con su húmeda territorialidad,
y ¿cómo cambio el norte y lo convierto en sur, o este?
y ese navío de largas batallas
que se elevan sobre las copas,
sobre los mundos,
aquellos que conspiran
en las conversas
de los que trajinan el verbo de la mesa
bebido y sumergido
lo intentan,
para esos parajes
existe el norte como también para otros el sur
y ¿cómo lo muevo hasta tu ventana?
será más fácil llevarla
hasta su altar,
a su morada.
Más bien verlo con la mirada
dejarlo ahí en su coraza
esperando su suerte,
abrirlo con los ojos desde la ventana
Hoy estaré
Hoy
estaré del otro lado
sentiré el agua debajo
del suelo,
las hojarascas estarán sobre él,
seré un globo hinchado
con las musas y duendes
hablando de mis sueños
no sabré del día y la noche
ni del vino y el pan.
Habrán muchedumbres
y dioses solitarios
música siberiana
no harán falta,
hoy estaré del otro lado.