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Ocho millones Los contrastes a los que estamos sumidos en los países latinoamericanos son realmente aberrantes. El comentario se debe a que el 23 de abril, Día del Idioma, se conoció que dieciocho bibliotecas del estado venezolano de Cojedes han de cerrar en los próximos días a causa de problemas presupuestarios. Cuando se habla de problemas presupuestarios, uno piensa que los gastos a que obliga mantener las dieciocho bibliotecas estarían consumiendo el tesoro estatal cojedeño. Pero el cierre de estos centros de documentación, a los que acuden los estudiantes de la región para complementar con contenidos lo que reciben en la educación formal, se debe a que es necesario "ahorrar" los nimios ocho millones de bolívares que anualmente se asignan para ellas. Es entonces cuando el sorprendido lector puede hacer ciertas consideraciones: un automóvil de lujo, como los que usan muchos funcionarios gubernamentales en los estados venezolanos, cuestan más de diez millones de bolívares; cualquier trabajador venezolano debe desembolsar entre trece y veinte millones de bolívares para comprar una vivienda (habría que imaginar cuánto cuestan las remodelaciones que anualmente hacen a sus residencias muchos de los honorables funcionarios venezolanos). ¿Cómo se pueden negar ocho millones de bolívares a una red regional de bibliotecas? La situación de las bibliotecas de la provincia venezolana es un grave indicador del grado de subdesarrollo en que se encuentra nuestro país. En Cagua, la pequeña ciudad industrial desde la que se produce Letralia, existen dos bibliotecas públicas, pero el horario de atención al público no es el más adecuado —somos de la opinión de que una biblioteca debe abrir desde las primeras horas de la mañana hasta tarde en la noche, pero es que soñamos demasiado— y realmente el volumen de material útil, independientemente de la cantidad de libros que haya entre ambas, no es muy halagador, por lo que generalmente los estudiantes cagüeños terminan yendo a Maracay o a La Victoria, ciudades que cuentan con mejores centros de información. A otros temas menos molestos: en nuestra edición 68 publicamos erróneamente la información sobre la I Bienal Internacional de Literatura Infantil de Quito, Ecuador. Lamentablemente los datos nos llegaron con una equivocación que luego fue gentilmente rectificada a través del correo electrónico por Martín Virdis, del equipo que organizó la justa. Virdis nos aclaró que la ganadora de la bienal se llama realmente Mariana Furiasse, siendo Justina únicamente el seudónimo con el que presentó su libro, el cual se titula Candela. Por otro lado, debemos pedir disculpas a los escritores que durante el mes de abril nos han enviado sus textos. El equipo evaluador ya ha tomado la mayor parte de las decisiones que estaban pendientes, pero cierta buena noticia que estamos preparando para nuestra próxima edición nos ha mantenido alejados del correo electrónico en las últimas semanas, por lo que les rogamos un poco (más) de paciencia.
Jorge Gómez Jiménez ![]() Letralia, Tierra de Letras, es una producción de JGJ Binaria. Todos los derechos reservados. ©1996, 1998. Cagua, estado Aragua, Venezuela
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