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El show de Gallinita
Era un día normal en la granja de la familia Jackson. En ella habitaban muchos animales. Uno de ellos era la gata de la familia, Sally. Su sueño era viajar a la ciudad y ser modelo. La gallina blanca era su mejor amiga. Ella añoraba bailar el can-can y disfrutar cócteles en la ciudad junto a Sally. Y tenían otro amigo: el ratón de ciudad Roger. Él venía de muy lejos, quién sabe de dónde, y le había gustado tanto la granja que se había quedado a vivir allí. La gallina y Sally no lo entendían, un lugar tan hermoso como la ciudad, ¿por qué irse de allí? Roger no daba explicaciones, pero contaba fabulosas historias sobre ella cada vez que las soñadoras amigas se lo pedían. Como todos los cuentos tienen villanos, en éste era... ¡la lechuza! La malvada lechuza siempre intentaba comerse a Roger. Era muy maliciosa, pero él siempre tenía a sus amiguitas para ayudarlo y protegerlo. Muchas veces el pequeñín había estado al borde de la muerte, pero eso no importaba, él sabía que el mal nunca triunfaría, y la incompetente lechuza se rendiría algún día. A la gallinita se le ocurrió algo: para demostrar sus habilidades corporales organizaría una fiesta con todos los animales de la granja, en el granero, y bailaría y cantaría. Pero, además de ella, otros animales tendrían su show. Sally desfilaría y Roger sería el organizador. El sábado en la noche, todo estaba arreglado. Las invitaciones estaban repartidas y muchos animales de los alrededores vendrían a verlos. Menos, por supuesto, la perversa lechuza. Ella se había enterado de la fiesta, y planeaba arruinarla. Realmente era mala. Llamó a todas las aves rapaces para disfrutar de una apetitosa cena. Y todas concurrieron, ya que tampoco habían sido invitadas a la fiesta del granero. Pero la gallinita (quien por nada del mundo dejaría que alguien arruinara su debut) tenía preparada una tela atrapamoscas para la deshonesta lechuza. La fiesta comenzó sin dificultades: la gallinita bailó y cantó su célebre canción:
blanca y chiquitita, me gusta bailar.
Uso medivachas blancas, Todos aplaudían, y la gallinita se sentía satisfecha. Luego, la gata desfiló con un antiguo modelo de Gucci, prestado para la ocasión. También fue aplaudida. Otros animales continuaron con el show. Luego de unas palabras de Roger, dando por finalizada la fiesta, los animales comenzaron a retirarse, pero no bien salían, la lechuza y sus compañeras de comida se abalanzaron sobre ellos. Con una sonrisa en la cara, y sin ningún tipo de preocupación, la gallinita jaló un cordel y un panel de pegajosa tela atrapamoscas apareció enfrente de las pervertidas. Los animales salieron por la puerta trasera. Ellas quedaron pegadas inmediatamente en ella y no pudieron salir hasta después de 3 días, ya seco el pegamento. De tanto forcejear, las grotescas aves aprendieron una nueva danza, y luego de ser liberadas, volaron a la ciudad para convertirse en bailarinas exóticas.
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