Se sabe que Rómulo Gallegos fue político, maestro, presidente y, desde luego, un grande escritor. Por eso el homenaje hoy a propósito de Doña Bárbara, su obra cumbre publicada por Editorial Araluce el 15 de febrero de 1929. Hace noventa y un años.
Me he propuesto recoger algunas breves referencias sobre esta obra y el escritor. Veamos:
La novela comenzaba (había escrito el autor): “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen meridional”, pero Gallegos decidió modificarla de esta forma —se dice que a sugerencia del poeta Andrés Eloy Blanco—: “Un bongo remonta el Arauca bordeando las barrancas de la margen derecha”.
El poeta Andrés Eloy Blanco fue abogado de Doña Bárbara. El poeta, que también fue un eminente hombre de leyes, ejerció su profesión de abogado en Apure, y fue contratado para defender a doña Francisca Vásquez de Carrillo (la Doña Bárbara de Rómulo Gallegos). De modo que fue el poeta quien le presentó a Gallegos a la mujer que sería su personaje, conocida en vida como Pancha Vázquez en las sabanas del bajo Apure.
Fue Andrés Eloy quien le comentó las características de esta mujer al escritor Rómulo Gallegos. Era toda una mujer que se parecía a un hombre para jinetear caballos, y enlazar cimarrones, codiciosa, supersticiosa, sin grimas para quitarse de por delante a quien le estorbase.
El Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos fue creado en honor al novelista y político venezolano el 6 de agosto de 1964, mediante un decreto promulgado por el entonces presidente de Venezuela, Raúl Leoni. Los primeros tres ganadores fueron Vargas Llosa con La casa verde, 1967; García Márquez con Cien años de soledad, 1972, y Carlos Fuentes, con Terra Nostra, 1977.
Se cuenta que cuando Rómulo Gallegos vio por vez primera a María Félix, exclamó: “Allí está mi Doña Bárbara”.
Muchos se preguntan por qué Rómulo Gallegos no está en el Panteón Nacional.
Por decisión propia. En vida el escritor manifestó su voluntad de ser sepultado al lado de su “amada Teotiste”. Hoy sus restos —los de ambos— reposan en el Cementerio General del Sur.
Finalmente, este soneto que el poeta Andrés Eloy escribiera a Gallegos, estando ambos en el exilio, en México:
Rómulo, ya la patria está muy lejos;
la escucho ya en canciones y relatos,
la busco ya en sus cartas y retratos,
la encuentro ya como al amor los viejos.No digo aquella de los cien reflejos
en el machete de sus arrebatos,
sino la sin maldad y sin zapatos,
de pie y de agua, como los espejos.Ya no queda no más la que escribiste;
en tus libros su olor y su cadencia,
su azul remoto en tu camino triste,su rumbo y su paisaje en tu conciencia,
lo demás es tu pálida Teotiste,
la mitad gloria y la mitad ausencia.Andrés Eloy Blanco; Cuernavaca, 1954
Por mi parte, y en esta hora de angustia, ojalá desaparezca El Miedo, todo vuelva a ser Altamira y la barbarie se vaya “más lejos que más nunca”.
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