En febrero se cumplieron cincuenta años del fallecimiento de uno de los escritores más importantes del Perú: Ciro Alegría. Pero al margen de recordar la fecha como parte de la efeméride local, vale la pena volver a repasar tanto la importancia de su obra como la vigencia de sus propuestas artísticas, estéticas y políticas.
Ciro Alegría publicó en vida sus tres novelas que no sólo le dieron fama en el ambiente literario latinoamericano sino que consolidó la propuesta indigenista que desde el Perú se irradió hacia diferentes países del continente: La serpiente de oro (1935), Los perros hambrientos (1939) y El mundo es ancho y ajeno (1941). Publicó también un libro de relatos para público infantil y el volumen de cuentos Duelo de caballeros. Debemos recordar que sus tres novelas se publicaron en Santiago de Chile, donde Alegría residía exiliado por su filiación aprista, y luego de su fallecimiento su esposa Dora Varona emprendió una gran tarea de publicar todos sus escritos que quedaron inéditos y suman cerca de veinte volúmenes.
El legado de Ciro Alegría no se limita a sus novelas y relatos, sino al pensamiento indigenista.
Nacido en La Libertad, en una hacienda cerca de Huamachuco en 1909, muy joven descubrió su inclinación literaria y periodística, llegando a trabajar aún siendo escolar como reportero en el diario El Norte y luego ingresó a estudiar Letras en la Universidad de Trujillo. Al mismo tiempo, se incorporó al Grupo Norte, que ya estaba en su etapa final y donde militaron personajes tan importantes para la cultura e intelectualidad peruanas como César Vallejo, Antenor Orrego, Alcides Spelucín y Víctor Raúl Haya de la Torre.
Durante su juventud trabajó en diversos oficios, incluso en las obras de una carretera, donde enfermó de malaria. Unos años después, a raíz de ser encarcelado por participar en unas revueltas promovidas por los apristas, contrajo tuberculosis. En 1934, contando con 25 años, fue deportado a Chile, adonde llegó el mismo día en que era asesinado el poeta José Santos Chocano en Santiago. Como ya dijimos, publicó allí sus tres novelas y vivió hasta 1941, año en que gana el Concurso Latinoamericano de Novela convocado por la editorial Farra & Rinehart en Nueva York y se traslada a Estados Unidos, de donde emprende un nuevo periplo por diferentes países, hasta volver a Perú e intervenir en política. Murió el 17 de febrero de 1967.
Las tres novelas de Ciro Alegría se internan en la intimidad del Perú y del peruano.
Pero el legado de Ciro Alegría no se limita a sus novelas y relatos, sino al pensamiento indigenista. Su experiencia laboral juvenil fue suficiente para captar un universo que la colonia y la república se habían encargado de hacerlo invisible: el mundo del indio. Fue por medio de sus novelas que ese mundo fue mostrándose con todos sus elementos y realidades, con el abuso de poder de los hacendados, la pobreza de los comuneros, las ansias de poder de una clase arribista, el abandono del Estado y un largo etcétera que parece no haber cambiado hasta nuestros días.
Si bien la propuesta ideológica del indigenismo tuvo su apogeo con José María Arguedas, fue Ciro Alegría quien abrió un camino en el que las ideas estéticas, éticas y políticas a favor de la reivindicación indígena se consoliden y extiendan a través de otros escritores e intelectuales, desde Gamaliel Churata en Puno hasta Manuel Scorza, a lo largo del siglo veinte. La vigencia de la obra de Alegría puede reconocerse repasando el mapa de conflictos sociales de nuestro país en la actualidad: minería frente a agricultura, pobreza y abandono del Estado en zonas alejadas, migración, exclusión, explotación.
Como si se tratara de un cuadro que refleja la situación social y política del Perú. Las tres novelas de Ciro Alegría se internan en la intimidad del Perú y del peruano, llegando a tocar sus fibras más íntimas. En La serpiente de oro, el mundo de la selva parece discurrir arrastrando todos los males en medio de la exuberante belleza del paisaje; en Los perros hambrientos, es la sierra la protagonista, que pone a prueba la entereza del ser humano frente a la adversidad, y en El mundo es ancho y ajeno, es la riqueza multicultural la que se da encuentro a través de sus personajes. Pero no se trata sólo de ficción, sino de una afrenta a la realidad peruana que deberíamos asumir como lectores y ciudadanos, y de esta manera mantener vigente la visión amplia de un autor tan actual como Ciro Alegría.
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