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Poesía cósmica de José Luis Ayala

domingo 10 de abril de 2022
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José Luis Ayala
La obra de Ayala viene a constituirse en un amplio y diverso corpus temático que va de la poesía a la novela, de la crónica al ensayo, pasando por una serie de propuestas transgresoras y contestatarias.

Uno

Bajo el título de Poesía cósmica, el poeta José Luis Ayala (Huancané, Perú, 1942) ha reunido gran parte de su producción poética. Los seis tomos que se han publicado durante el 2021 en los sellos editoriales Sideral y Cruz del Sur abarcan más de sesenta años de trabajo literario, lo que convierte a su autor no sólo en uno de los más prolíficos escritores del Perú, sino en un referente obligado de la poesía actual.

Ayala es un escritor muy conocido en el ámbito literario peruano. Desde muy joven, siendo aún estudiante escolar, publicó poemas en revistas y diarios locales, y, además, manifestó un espíritu crítico que habría de caracterizar su obra analítica, que es tan amplia como su poesía. Por esos años inaugurales, promovió y participó en grupos literarios, junto a otros jóvenes que también destacarían en el ámbito literario nacional con el correr de los años.

La poesía temprana de José Luis Ayala se caracteriza por la herencia vallejiana y un indigenismo que estaba en pleno proceso de transformación.

Miembro de la nutrida generación del sesenta, fue activo impulsor de personajes que, pasada la primera mitad del siglo veinte, no habían tenido ni el reconocimiento ni la difusión de su obra literaria, como Carlos Oquendo de Amat y Gamaliel Churata; y, en el campo histórico, reivindicó gestas sociales como las luchas indígenas que surgieron en diferentes pueblos del altiplano sur peruano, donde la nación aymara tiene importante protagonismo en la vida social y política del Perú.

Aunque su obra abarca todos los géneros, incluso con propuestas híbridas como la cronivela, los graemas, poemallages o kipuemas, Ayala es reconocido por su obra poética, que tempranamente se publicó en castellano y aymara, su lengua natal. Los seis tomos publicados con su obra poética contienen también una serie de artículos y ensayos que otros autores han dedicado para analizarla y estudiarla, lo que contribuye a tener una mirada más amplia de los alcances de las propuestas estéticas del autor puneño, que, largamente, ha superado los cien libros publicados.

 

Dos

La poesía temprana de José Luis Ayala se caracteriza por la herencia vallejiana y un indigenismo que estaba en pleno proceso de transformación, pasando de la reivindicación de los derechos del indio a la revalorización de su presencia y entorno en ámbitos sociales y culturales más amplios. El lenguaje juvenil le añadía un tono sentimental y nostálgico a una obra que recuperaba el paisaje, la historia familiar y las costumbres de una zona geográfica importante para la formación de la identidad peruana, pues una de las principales leyendas que intentan explicar el nacimiento de la cultura andina se refiere, precisamente, a que del lago Titicaca emergieron quienes fundarían las bases del Tahuantinsuyo, el Estado inca que recibió el impacto de la presencia española hace quinientos años.

Un ejemplo de la cercanía vallejiana en la obra de Ayala se puede notar en el poema “Viento que regresa”: “Madre mía, estoy pensando en ti / y en nuestra casa. / Soy el viento que regresa / con la brisa fresca de la mañana. // Los pesados maderos de la vida / que con dolor llevo / cada día me pesan mucho más. // ¿Qué ha sido del horno / en el que hacías pan / para las doce personas de la familia? // ¿Por qué de pronto los verbos empobrecen / y las palabras no nombran // lo que quiere decir mi poesía? // Pero volveré, madre mía, / para enterrar con mi muerte / todo lo que has sufrido. // La tarde que llueva sobre el altiplano, / en el antiguo horno, en Huancané / y enciendas el fogón para quemar / tu andina y cósmica tristeza”.

Hay una estrecha relación con el poema LXV de Trilce, en el que Vallejo recuerda también a la madre que ha quedado en el pueblo de la infancia y, atormentado por la nostalgia, entiende que no hay más remedio que encontrar la muerte al regresar. Recordemos que el poema vallejiano inicia así: “Madre, me voy mañana a Santiago, / a mojarme en tu bendición y en tu llanto. / Acomodando estoy mis desengaños y el rosado / de llaga de mis falsos trajines…”. Y, hacia el final, dice Vallejo: “…Así, muerta inmortal. / Entre la columnata de tus huesos / que no puede caer ni a lloros, / y a cuyo lado ni el Destino puede entrometer / ni un solo dedo suyo. // Así, muerta inmortal. / Así”.

Ayala recurre al aymara, el ancestral idioma de los pueblos de alrededor del lago, para expresar el otro lado de sus emociones.

Pero esta relación es benigna, es decir, no hay en Ayala intención de reproducir el lenguaje vallejiano ni mucho menos sobreponer su emoción a la del autor de Los heraldos negros, sino más bien hay una lectura intensa y una influencia que refleja la atención que el joven Ayala le ponía a la poesía peruana, que, hacia la década del sesenta, ya había superado los rezagos del modernismo y las aventuras vanguardistas. Es inevitable que la poesía andina venga cargada de nostalgia, soledad o alegría reprimida, la danza y la música también tienen esa carga que, sin embargo, es revitalizadora, porque viene acompañada de una fuerza telúrica y una identidad que, incluso históricamente, se ha fortalecido a pesar de los intentos de invisibilidad y exclusión.

Ayala recurre al aymara, el ancestral idioma de los pueblos de alrededor del lago, para expresar el otro lado de sus emociones, el amor juvenil y los deseos de superación, las ilusiones. Tampoco es un lenguaje impostado, usa el aymara de manera natural y así fluye su poesía, con el complemento de la fuerza vital de sus antepasados, en un momento histórico en que se empezaba a revalorar las lenguas nativas que han resistido a la imposición del castellano y, luego, a las modas culturales por parte de los medios de comunicación.

Uno de sus poemas más conocidos es “Juanita Panqara”. En este texto, desde el título, se combinan las dos lenguas poéticas de Ayala, el castellano con un nombre hispano en diminutivo, y el aymara con una palabra que significa flor. El poema transcurre como un ruego, una declaración amorosa juvenil, en el que la emoción se convierte en un juego de palabras que terminan diciendo una sentencia muy sencilla, pero que, en el fondo, encierra un espíritu mestizo que busca ser visibilizado y reconocido. Leamos los versos principales: “Juanita panqara Juanita panqara / Panqara Juanita /… / suma panqara Juanita /… / Panqara Juanita panqarita Juanita / Constelación de sanqayos rojos /… / Ay, Juanita panqara panqarita / quise escribir un poema / y sólo he dicho tu nombre”.

Ayala va a publicar libros de poesía en los que hace visible la búsqueda de un lenguaje personal. Libros en castellano, en aymara, o bilingües; libros de corte vanguardista en los que rompe la tradicional forma del poema en verso, acercándose a los caligramas y el collage, combinando verso y prosa poética, ensayando libros objeto en los que se pueden combinar versos y palabras, dándole al lector la oportunidad de organizar su propio poema. De esta manera la obra de Ayala se va a extender y madurar asumiendo también una temática comprometida con su propia cultura, los derechos humanos o las poblaciones vulnerables. América, como un todo compacto, será también motivo de su poesía, asumiendo de esta manera una concepción amplia y, como él llama a su poesía, sideral.

 

Es interesante la manera como un escritor que asume el lenguaje poético en sus idiomas nativos, que se desenvuelve en un espacio urbano, actúa también con una profunda vocación de respeto y conservación de su cultura.

Tres

Otro de los rasgos particulares de José Luis Ayala es su identidad cultural, su ascendencia aymara, la que, además de sostener como forma de expresarse, la mantiene como forma de vida, practicando ritos, costumbres y manifestaciones tradicionales. Él mismo se ha formado como yatiri, que en el mundo aymara es un vidente, sabio o maestro que, como un sacerdote, está preparado para oficiar rituales y momentos de encuentro entre el hombre y la naturaleza. El mundo andino tiene una cosmovisión particular, Ayala ha estudiado, oficiado y difundido esta mirada particular del cosmos, de la naturaleza, donde el hombre es un elemento más y no es dueño ni poseedor de nada. El hombre andino considera su entorno como un ser vivo, y todo lo vivo tiene una relación equilibrada con el hombre. De esa manera el poeta también se interna en la filosofía andina y asume una posición que, en buena cuenta, es un intento de lograr un equilibrio personal, en una época histórica en la que es necesario seguir resistiendo culturalmente.

De este aprendizaje, Ayala ha publicado varios libros también. Artículos, ensayos y crónicas periodísticas en los que sustenta la vigencia de la cultura andina y su relación con los hechos históricos contemporáneos. Es interesante la manera como un escritor que asume el lenguaje poético en sus idiomas nativos, que se desenvuelve en un espacio urbano, actúa también con una profunda vocación de respeto y conservación de su cultura. Este acto ejemplar es, sin embargo, un soporte importante en la obra de Ayala, ya que todo su mensaje personal, su visión particular del mundo, la carga de nostalgia que se percibe en su trabajo poético, va a discurrir de una manera fluida y sincera, lo que no sucede cuando un autor intenta añadir elementos culturales a su obra sin sentirlos como parte de su propia identidad.

La obra de Ayala se complementa con otros temas que van enriqueciendo el panorama cultural y literario nacional. Sus estudios sobre los escritores César Vallejo y Carlos Oquendo de Amat son un aporte interesante, pues además de acercarse a su biografía o a la valoración de su obra, ha extendido sus indagaciones a quienes han logrado conocerlos o compartir alguna experiencia con ellos. Vallejo, por ejemplo, tuvo entre sus amigos más cercanos en París a los hermanos puneños More; o, en el caso de Oquendo de Amat, ha logrado obtener testimonios y fotografías de familiares y amigos, que aún viven en Huancané o la ciudad de Moho.

La obra de Ayala viene a constituirse en un amplio y diverso corpus temático que, como ya se ha dicho, va de la poesía a la novela, de la crónica al ensayo, pasando por una serie de propuestas transgresoras y contestatarias que invitan al lector a ser partícipe de un proceso creativo que tampoco debe estar ajeno a las vicisitudes sociales, culturales y políticas de nuestras sociedades y de nuestra época. Hay que reconocer en Ayala a un escritor comprometido con su identidad y su función creativa, no ha renunciado a su espíritu de poeta como tampoco a su identidad, ha trabajado su poesía con la misma intensidad con que vive su condición de individuo mestizo. La lectura de su obra poética nos ayudará, además de disfrutar la transparencia de su poesía, a cuestionar y consolidar un proceso en el que la identidad cultural debe ser la columna vertebral del desarrollo de nuestras sociedades.

Alfredo Herrera Flores
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