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Sobre la obra poética de José Gabriel Valdivia

viernes 21 de octubre de 2022
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José Gabriel Valdivia
La poesía de José Gabriel Valdivia se caracteriza por un lenguaje neobarroco y una riqueza metafórica que apela a la tradición y el lirismo clásico.

La poesía peruana de la segunda mitad del siglo XX alcanza, con las generaciones de poetas de las décadas del setenta y el ochenta, una de sus más altas y variadas expresiones. Con una clara intención de ruptura del lenguaje influenciado por la tradición anglosajona y el marco político latinoamericano de los años sesenta, la renovación propuesta por los poetas setenteros se concentra en el lenguaje coloquial, urbano, realista, desenfadado y de largo aliento que exhiben, casi todos, reunidos en el famoso grupo Hora Zero. Sin embargo, rápidamente los poetas de la promoción del ochenta van a generar una nueva ruptura del lenguaje, retomando un lirismo más cercano a la poesía pura, y, al mismo tiempo, abrumados por una de las etapas más violentas y dolorosas que pasó el Perú.

Otra característica de esta época es la conformación de grupos literarios en casi todas las ciudades principales del país, generando una presencia de nuevos nombres alrededor de revistas que lograron posicionarse, a pesar de su corta duración, en el nuevo panorama literario de fin de siglo. Grupos y revistas emergían desde las aulas universitarias, talleres de creación, asociaciones juveniles, barrios bohemios o de concursos literarios, y, por supuesto, de cada grupo sobresalían algunos nombres que fueron ocupando los lugares más expectantes del panorama cultural.

Arequipa, en el sur peruano, no fue la excepción, y aportó en gran medida a la generación del ochenta con revistas, propuestas, manifiestos y premios nacionales obtenidos por poetas jóvenes. De ese grupo nutrido arequipeño sobresale la presencia de José Gabriel Valdivia; aunque nacido en el puerto limeño del Callao en 1958, su arraigo arequipeño lo llevó a decidir, también, desarrollar su vida profesional e intelectual en la ciudad blanca. Producto de su trabajo creativo, se ha publicado el libro Funesta trova (Editorial UNSA, 2021), que reúne toda su poesía publicada entre 1980 y 2020.

Va a ser en el libro Flor de cactus donde Valdivia desarrollará un ejercicio de búsqueda de lenguaje y forma que no se había experimentado entre los poetas de su generación.

La obra poética de Valdivia puede dividirse en dos espacios, etapas o propuestas. La primera está contenida en sus tres primeros libros: Grafía (1984), Versolínea (1985) y Flor de cactus y otras espinas (1989). La segunda se expresa en los títulos Postales (2008), Canto traverso (2013) y Nonato (2021). Los poemas juveniles reflejan las primeras influencias, en especial de las lecturas vallejianas, como en el poema “Hurticidio”, del libro Versolínea: “Es tan ajeno el pan que como / pero no saben que robo / que no como / Que mendigo común y ando con nadie”.

Pero va a ser en el libro Flor de cactus donde Valdivia desarrollará un ejercicio de búsqueda de lenguaje y forma que no se había experimentado entre los poetas de su generación, aun recogiendo las propuestas de autores como Odysseas Elitys, Octavio Paz o Salvatore Quasimodo. Dice, por ejemplo, al iniciar el poema “Epístola para Dulcinea”: “El pájaro de plumas secas / fue desnudado como un árbol por el viento / Nunca hubo tanta soledad en sus alas / Ni en su garganta tanto ruido”.

Este libro ha de convertirse en un punto alto en la obra de José Gabriel Valdivia por la amplitud temática y la riqueza de imágenes que aflora desde las metáforas que ensaya: “No vuelvan a sus ojos asaltados de crepúsculos / A esa oscura i larga fogata de sus pelos enredados / Cual retazos de lluvia o ramas de olivo // Y no se espanten desta grave soledad / Arrancada en pleno vuelo / Ni remeden estas carnes amargas del amor / En plena calle”. Indagación de imágenes y lenguaje, búsqueda de equilibrio entre ritmo y forma, van a dominar la propuesta estética de esta primera fase poética del autor arequipeño.

Van a pasar casi veinte años para que Valdivia retorne con la publicación de un libro de poesía. Entre tanto, afianzará su trabajo como docente universitario, la publicación de artículos y ensayos sobre cultura y literatura, y la investigación sobre uno de los personajes literarios más interesantes del país, el poeta precursor de la independencia Mariano Melgar. El libro Postales ya manifiesta una etapa de madurez creativa y el poeta retoma el formato de la brevedad. Pero, sobre todo, el autor asume su entorno con una racionalidad que se iba notando desde sus primeros libros.

Uno de los poemas concentra belleza y razón en tres versos: “Por más agua que la roce / bien sabe la rosa / que en florero no crece”. Este otro ejemplo nos enrostra la realidad: “Estos niños de cabezas tristes i dorsos morenos son el futuro de la patria / Nadie sabe que se bañan alegres i desnudos en playas contaminadas / Nadie tampoco les dice que está prohibido”. Y, en este caso, la reflexión íntima cuestiona la condición humana: “Cómo contemplar mi vida cubierta por una sábana sobre esta morgue de los días / Si brillo de rosa no es lo que palpo o manzana podrida lo que disfruto como cascos sobre el empedrado”.

Va a ser en sus dos últimos libros, Canto traverso y Nonato, que la experiencia personal, hermosa y dramática, como los extremos en los que se debate en equilibro la fragilidad humana, se exprese la poesía íntima de José Gabriel Valdivia. “Mi madre no tuvo escuela sino fábrica / No tuvo padre ni puestito ambulante / Pero celebraba el pan de cada día con maíz acaramelado i trenzas sin gomina”, dice, por ejemplo, al iniciar el poema “Rastro de nube”.

La poesía de José Gabriel Valdivia ha dibujado una parábola en el espacio literario arequipeño.

Y en Nonato encontraremos el reclamo por el castigo, la suerte negra siempre tardía: “En la certeza de su voz herida / La flor que ayer estuvo en dos latidos presa / Temblando de gozo en sus mejillas rajadas / Y ahora en ala asesina i mordido silencio desposo / No es la fatalidad sino la incertidumbre de una madre siendo padre”.

La poesía de José Gabriel Valdivia ha dibujado una parábola en el espacio literario arequipeño, teniéndolo a él mismo como centro y en los extremos de su trayectoria la celebración y el drama de la vida; en sus límites cercanos a él se trazan un lenguaje neobarroco y una riqueza metafórica que apela a la tradición y el lirismo clásico.

Es oportuno destacar la presencia de Valdivia en el panorama literario peruano, tanto por su poesía, traducida y reproducida más allá de fronteras, como por su aporte al ejercicio de la crítica literaria y la docencia universitaria. Ha sabido mantenerse alejado de los excesos de la popularidad y de los circuitos comerciales de la literatura, sin perjudicar su ánimo por el debate alturado y la reflexión sobre la realidad que lo abruma. Poco hay de los rastros de la época de la violencia en su poesía, pero manifiesta es su postura política en defensa de los derechos humanos y de la siempre urgente necesidad de enfrentar injusticias y desigualdades.

Alfredo Herrera Flores
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