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Armando José Sequera y su máquina de inventar literatura

domingo 2 de febrero de 2020
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Armando José Sequera
En Armando José Sequera confluyen el hombre enfermo de curiosidad, el periodista, el poeta, el humorista y el narrador de cuentos.

Cuando era un lector amparado por la vagancia juvenil me imaginaba que los escritores eran algo así como esos científicos-inventores, atormentados y solitarios, de las películas, quienes encerrados en sus cuartos, atiborrados de insólitos objetos, creaban máquinas estrafalarias y caprichosas para convertirse en amos del mundo. No obstante la máquina de los escritores, también de sofisticada extrañeza, era para crear historias en las que la ficción y realidad se fundían con asombrosas consecuencias para los lectores.

Muchos escritores se devanan los sesos buscando un tema y algunos hasta se bloquean. Con Armando José Sequera ocurre lo contrario.

Y entonces me acuerdo de Armando José Sequera, cuyos relatos y crónicas combinan, con cierta calibración mecánica, realidad y ficción. Como es lógico no teme quedar al descubierto como personaje de sus propias historias y sin perder un ápice de humor va narrando los desaciertos y absurdos de lo cotidiano. No por azar uno de sus libros se abre con un epígrafe de Felisberto Hernández: “A pesar de todo me parece que cada vez escribo mejor lo que me pasa: lástima que cada vez me vaya peor”.

Ha escrito más de setenta libros en todos los géneros imaginables y los cuales van desde libros infantiles, de relatos, mínimas biografías, anecdotarios, ensayos, crónicas e incluso algún libro de poemas. En muchos de esos libros la realidad es el estímulo para armar la escritura y entonces Armando José Sequera enhebra todo de tal manera que el lector no sabe si está leyendo un delirio imaginado o un fragmento díscolo de la realidad creado por una inusual máquina.

Muchos escritores se devanan los sesos buscando un tema y algunos hasta se bloquean. Con Armando José Sequera ocurre lo contrario; al parecer los temas lo buscan a él, la literatura lo persigue constantemente en mínimos episodios cotidianos en los que se ve envuelto sin querer, o como él lo ha dicho en una entrevista: “Yo tengo una fortuna y es que soy una de esas personas que llaman sucedidos. Hay personas a las que no les pasa una cosa sino una vez al año, a mí me pasa a veces hasta una o dos al mes”. Estas pequeñas situaciones inusitadas (algunas absurdas) en las que se ve metido le sirven de materia prima para alimentar su máquina literaria.

En Armando José Sequera confluyen el hombre enfermo de curiosidad, el periodista, el poeta, el humorista y el narrador de cuentos. Todo esto se ve reflejado en sus textos. No obstante uno como lector no lo percibe como un escritor profesional, sino como un contador de historias perdido en ese gran bazar/mercado de la realidad en el que la gente se congrega a escuchar un relato que lo saque de los olores fétidos del día a día y los lleve a ese lugar donde la imaginación ubica todo en perspectiva.

Como incansable debutante de la literatura escribe con disciplina publique o no. Para contrarrestar el síndrome botella de mar (“Si las creaciones de los autores quedasen engavetadas —asevera—, sería como meter un mensaje en una botella y nunca ir al mar…”), ha creado una editorial virtual, Caravasar Libros, con una lógica exacta: “…si uno ya se tomó el trabajo de escribirlos, y no hay interés en cuanto a que se vendan, hay que procurar que estén disponibles para que se puedan leer”.

Los cuentos de Armando José Sequera tienen esa cualidad indiscutible: salvan el día.

Verifico en mi biblioteca el libro de cuentos La vida al gratén, Funeral para una mosca, Una momia en el Titanic, El jardín de las anécdotas. En todos esos libros está el periodista, el investigador, el narrador, pero por sobre todo el individuo que salta de asombro en asombro cuando decide hojear la realidad para leerla y escribirla hasta descubrir sus esquinas insólitas, las costuras inquietantes del mundo que nos rodea.

También ha escrito una buena porción de libros infantiles con esos temas eternos de la amistad, el amor. Sus libros tratan que la imaginación busque derroteros positivos; o como él explica: “El niño tiene una imaginación en estado puro, en estado salvaje, que requiere ser de alguna manera domesticada para poder ser interesante y útil. La imaginación la puedes usar para generar beneficios a la comunidad, crear nuevas obras artísticas, pero también para crear armas, generar emboscadas, cosas negativas para la sociedad. La imaginación debe ser encauzada hacia lo positivo, hacia valores y principios que den sentido a la vida y ayuden al ser humano a ser mejor individuo y mejor ser social”.

El desaliento cada día toca a mi puerta y comprendo que leer un relato, con un guiño de humor, puede salvar el día. Los cuentos de Armando José Sequera tienen esa cualidad indiscutible: salvan el día. Sólo pido que su máquina de literatura, con toda su carga metafórica, haga frente a los traficantes de sombras disfrazados como salvadores del mundo.

Carlos Yusti
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