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Kafka fragmentado

jueves 8 de junio de 2023
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Franz Kafka
Kafka (derecha) en la playa con un amigo de juventud.

En los diarios de Franz Kafka es posible leer (entre líneas) algunas características de su personalidad de escritor. De fobias, gustos y malestares que surgen en esos instantes de la creación literaria. No obstante, tanto los diarios como las cartas elaboradas por los escritores, en muchos casos, se realizan desde la rigurosidad del estilo y en la cual se cuida bastante aquello que se escribe. Se podan muchas verdades y se agrega eso que de manera caprichosa la memoria selecciona, todo condimentado con esos infaltables vuelos imaginativos. Cartas y diarios se escriben para destinatarios a futuro, para esos lectores que siempre quieren más de esos autores que les son como imprescindibles.

Franz Kafka desde hace mucho dejó de ser un escritor para convertirse en una inagotable máquina que genera escritura. Hagiógrafos, críticos, estudiantes de letras, filósofos y profesores de todos los colores han visto en Kafka una veta inagotable para la producción de textos y libros que buscan sondear una obra realizada con todos los elementos de lo extraño, donde lo místico y el absurdo cotidiano van fusionándose en una obra que no quiere amoldarse a ninguna teoría, desencadenando con ello un ramaje prolífico de hipótesis en las que algunas son coherentes y otras que sólo ejemplifican el dislate docto más risible.

“¿Este es Kafka?: 99 hallazgos”, de Reiner Stach
Este es Kafka?: 99 hallazgos, de Reiner Stach (Acantilado, 2021). Disponible en Amazon

El escritor Reiner Stach estuvo años trabajando en una biografía “definitiva” de Franz Kafka. Para ello visitó innumerables bibliotecas. Como pertinaz rata de biblioteca se sumergió en montones de archivos en Praga e Israel. Mediante esta búsqueda desquiciada fue recolectando algunos hallazgos sugestivos como fotos poco conocidas, fragmentos de cartas, situaciones picarescas y alegatos de contemporáneos que aportaban nuevas facetas sobre la personalidad y la obra del escritor. Su libro ¿Este es Kafka?: 99 hallazgos es el recuento fragmentado de lo que Reiner fue encontrando, especie de rompecabezas que el lector podrá armar a placer.

Reiner quería hacer un retrato de un Kafka menos mito literario y convertirlo en un escritor con esa parte humana llena de virtudes y defectos, de manías y de ese montón de esqueletos que se esconden en el closet del alma. Reiner en una parte del prólogo escribe:

En este sentido es cierto que toda la vida de Kafka fue literatura. Precisamente por ello carece de importancia por dónde empecemos para propiciar esa otra mirada sobre Kafka, para acercarnos por otros caminos, menos trillados, al mundo de sus experiencias y a su vida en el lenguaje: tanto da empezar por una inocentada que lo cautivaba, como por los relatos de indios que siguió llevando en el bolsillo aun de adulto, por las rigurosas críticas a la poeta Else Lasker-Schüler, o por la pieza sobre un filósofo que acechaba a los niños para apropiarse de sus peonzas.

Lo bueno del libro es que está hecho de partes, de pedazos que van descubriendo las facetas de Kafka como escritor y como individuo tan mundano como el que más. Otro aporte invalorable del libro son las fotos e ilustraciones que proporcionan soporte a estos 99 hallazgos. Los títulos de cada hallazgo/fragmento poseen este tono: “A Kafka le dan miedo los ratones”, “Kafka y Brod por poco se hacen millonarios”, “Kafka falsifica una firma”, etc.

Leí en el bachillerato La metamorfosis. Ese relato largo de Kafka me llevó de la mano hacia la belleza despiadada de la literatura. De esa literatura que bordea los abismos de lo fantástico para descubrir las sutiles complejidades de lo humano. La trajinada y maltrecha edición de Losada reposa en mi biblioteca. Mucho tiempo después caí en cuenta de que el prólogo y la traducción eran de Jorge Luis Borges. El ciego y memorioso escritor lo escribió en el año 1938. En esa época Borges era un autor al que no se le notaba brillo alguno, pero su prólogo tenía ya su sello inconfundible de vehemente lector. Borges afirma que dos ideas, o más bien dos obsesiones, rigen la obra de Franz Kafka: “La subordinación es la primera de las dos; el infinito, la segunda”. Para darle carne a esta afirmación cita algunos ejemplos.

También Borges escribe:

El motivo de la infinita postergación rige también en sus cuentos. Uno de ellos trata de un mensaje imperial que no llega nunca, debido a las personas que entorpecen el trayecto del mensajero; otro, de un hombre que se muere sin haber conseguido visitar un pueblecito próximo; otro, de dos vecinos que no logran juntarse. En el más memorable de todos ellos —“La construcción de la muralla china”, 1919—, el infinito es múltiple: para detener el curso de ejércitos infinitamente lejanos, un emperador infinitamente remoto en el tiempo y en el espacio ordena que infinitas generaciones levanten infinitamente un muro infinito que dé la vuelta a su imperio infinito.

Testamento de Franz KafkaFacsímil de la nota testamentaria manuscrita de Kafka
Facsímil de la nota testamentaria manuscrita de Kafka.

En el libro de Reiner se encuentra el facsímil manuscrito del testamento de Kafka en el que le ruega a su amigo Max Brod quemar, “sin leerlos, absolutamente todos los manuscritos, cartas propias y ajenas, dibujos, etcétera, que se encuentren en mi legado (es decir, en cajas de libros, roperos, escritorios de casa y de la oficina, o cualquier otro sitio donde pueda encontrarse algo y te llame la atención)…”. En el citado prólogo esta petición de Kafka le sirve a Borges para recordar a Virgilio, quien a punto de morir encargó a los amigos que convirtieran en cenizas el manuscrito sin terminar de la Eneida. La idea de Borges sobre esta intención es de gran belleza: “Por lo demás, el hombre que realmente quiere la desaparición de sus libros no encarga esa tarea a otro. Kafka y Virgilio no deseaban su destrucción; sólo anhelaban desligarse de la responsabilidad que una obra siempre nos impone”.

Este Kafka fragmentado que ofrece Reiner busca mostrar otros matices de un escritor constreñido a esos manoseados lugares comunes que lo relegan a ser creador apocado, aguijoneado por la enfermedad y abrumado por esas rebuscadas angustias cotidianas, o como lo escribe Reiner: “…Kafka sigue siendo el arquetipo por antonomasia del escritor como un bicho raro: apartado del mundo, neurótico, introvertido, enfermo; un hombre inquietante que produce cosas inquietantes”.

Kafka en pequeñas dosis para dar cuenta de un hombre común dotado de una extraña fuerza interior que lo llevaba a crear historias donde lo esencial, como escribió Borges, es el argumento y el ambiente que siempre están por encima de las evoluciones de la fábula o la penetración psicológica. Kafka a futuro seguirá generando textos hasta borrarlo y convertirlo en una página singular de ese gran libro de la literatura.

Carlos Yusti
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