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Dos poemas de Kaira Vanessa Gámez Márquez

sábado 26 de mayo de 2018
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Dos poemas de Kaira Vanessa Gámez Márquez
Mar en otoño (1867), por Gustave Courbet

Exilios y otros desarraigos. 22 años de LetraliaExilios y otros desarraigos. 22 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2018 con motivo de arribar a sus 22 años.
Lee el libro completo aquí

La queda

Diferentes tiempos han transitado
en los ojos del emigrante herido,
murmura el soñante que no ha conocido
en los suyos a los dioses de su pasado;

él, que (un día vislumbró el insospechado
arbitraje mortal de un dios cretino)
en la altiplanicie absurda del destino
quedó a su propia ausencia condenado.

Extranjero ahí en la historia de sí mismo,
no sabía de emigrantes. Exiliados
eran esos movimientos de los dados
que le impedían ver la cara de sí mismo.

Pero un día allí, entre otros, indistinto
se sintió caer incierto en un vahído:
el vestigio de un amor claro y extinto
le entregó un viejo recuerdo desleído.

¿Era falsa o era cierta la memoria
de esa letea cortesana de la mente
que azuzaba su espejismo sutilmente
rescatando una mañana de la Historia

frente a él que era apenas un instante
de avatares que a sus gestos se entregaban?
Dividido fue a buscar a aquella amante
que hasta entonces sus cristales ignoraban.

No sabía ni siquiera que fue antes
de aquel día, que sus ojos la encerraron
en el cuarto que los sabios le ocultaron
a su alma, hogar de máscaras danzantes,

cuando un gesto irrumpió en su laberinto
de sueños y fantasmas postrimeros:
una cara de la vida de los muertos
vino a verse en su ventana sin aviso.

Para nada le sirvió en aquel recinto
declamar el sortilegio, ni sus ruegos,
ni pedirle a su interior parco y sucinto
sostenerse en el desierto de los sueños;

él se dio a lo más profundo del abismo
que se alzaba siempre allende sus recuerdos.
Cada vez que despertaba a rostros nuevos
sin sospechar, quedaba ido de sí mismo.

Destinado a olvidar estaba el viejo
—modelo de rigor y de heroísmo—
que su exilio era de todos el más viejo
y que no valió de nada el heroísmo

aquel día falaz del terco enero
en que, despierto, dejó el fondo de sí mismo
cuando el amor que se veía en él, espejo,
partió a escuchar el mar sin egoísmo.

 

Lauro

Invisible galardón de fuego
transita el continente de los días
amparado sabe Dios
en qué neblina
mientras llama a la codicia
de los ciegos.

Caminantes que se han ido tras el sueño
de sus sueños
lo anhelan como el cuervo presuntuoso
que enajena su denuedo aparatoso
en el augurio imaginario
de su vuelo.

Pero vano es el deseo.

El viajante que cabalga de Caracas
a la bruma
delira con la luz
………………………que ungiría lo perdido
………………………que saldaría lo que siente
que es señuelo
que es la llama
que en sí mismo
danza
ardiente.

Kaira Vanessa Gámez Márquez
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