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Irene: la ruta del exilio

lunes 28 de mayo de 2018
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Irene: la ruta del exilio, por Sara Montaño Escobar

Exilios y otros desarraigos. 22 años de LetraliaExilios y otros desarraigos. 22 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2018 con motivo de arribar a sus 22 años.
Lee el libro completo aquí

Irene lleva puesto el traje rosa
que confeccionó su madre
antes de quedarse sin hilos
sin costurero
sin huesos
sólo con los dedos torcidos
como patas de gallo
que cuelgan encima
de la cabeza de su perro.

Irene tiene fe en regresar.
Sueña que los días en el exterior
sean como pétalos que caen
de las manos de un dios primavera
y todas las historias escuchadas
sean esquivas a ella,
así como las cosas buenas
que suceden a las mujeres de treinta años.

Se calma pensando en el color de su piel
/tibia, rubia y dorada/
como un venado durmiendo tranquilo
en el prado artificial de un zoológico yanqui.

 

Irene se despide de los suyos
y no contiene las lágrimas.
Desea
que su partida produzca
una cierta culpa,
que recuerden su pesar
y se digan entre ellos
/Se sacrificó por nosotros/

Desea ser una heroína
para quienes viven en su casa

¿Quién sabe qué será en el exterior?

Irene sueña en una mujer blanca
hablando sobre sus preferencias
en los cuadros que representan
a las mujeres como ella.
Deben estar limpias, dice
no tener cicatrices en el rostro
y sobre todo,
que su piel oscura
no lo sea tanto.

Irene despierta y mira su reflejo en la ventana
del bus que la llevará al aeropuerto.
Jamás su rostro había parecido
tan sucio
tan lleno de lacras
tan… oscuro.

Oscuro como la noche en que vio a su padre irse
por un callejón
y regresar a ellos
como un bulto cargado por las manos de su madre.
Su padre se convirtió en un niño
que no recordaba ni su nombre
ni el amor que debía tenerle
a causa de una bala perdida
mientras trabajaba como guardia de seguridad
por un sueldo de doscientos dólares.

 

Irene sube al avión
y comprende que su vida
es agua escapándose
sucia
por las tuberías.

 

Irene
………¿Do you understand to me?
Irene observa el color azul de los ojos
del rostro que ahora le habla
agrandando la boca y deletreando cada palabra.
Se imagina ser un pez que baila
en las aguas libres de un estanque contaminado
por esas fábricas que idolatran esos malditos americanos
……………………..malditos americanos
……………malditos…

Irene mira la foto de los dos niños blancos
que hablan de ella
como una pezuña exótica
de un animal africano.
Hasta ahora, se han mostrado
benevolentes y diplomáticos.
Su madre orgullosa dijo
aquí creemos en dios
y señaló a un Cristo de ojos verdes
sangrando por el mismo costado
que hace días un niño le golpeó
mientras gritaba monkey
a little monkey
y ella quiso orinarlo
para demostrar la animalidad
escondida
en su cuerpo tibio, rubio y dorado

¿Por qué había deseado ser como ellos?

Irene
debes acostumbrarte
le dice Ruth, la chica colombiana
que conoció en un parque de juegos infantiles.
Al principio cuesta adaptarse
pero se gana buena platica
y a veces estos gringos se enamoran de ti
sonríe ligeramente y luego añade:
/Entonces el camino se hace una línea recta
con una sombra de cemento
que te impide volver atrás/

Irene
un poco de azúcar por favor, pide el anciano
que cuida, desde hace dos años
desde que los niños blancos se fueron a vivir
con su padre.

Culo que asea pensando en su madre.
Boca que alimenta pensando en su madre.
Vaporub que unta pensando en su madre

 

¿Dónde estoy yo?

…………………………………………………………..se pregunta cada noche
sintiéndose cordero cuando frota sus ubres
mientras oculta en el cérvix
el deseo de nacer del propio vientre
para acariciar su cabeza
y decirse con ternura
………………………………Tú puedes mi niña con la voz del padre.
………………………………Ya nunca más la voz del padre.

Irene
resiste, exige su hermana todas las noches.
Resiste que mi madre está recuperándose
los niños comen tres veces al día
y la casa que tanto querías ya tiene las primeras bases.

Irene,
………………..resiste
…………………….se dice a sí misma
los héroes siempre mueren
a causa de sus propios deseos.
………………………………………………….¿Qué deseaba ahora ella?

Irene, nos puede ir peor
le recuerda Ruth
quien hace dos años se casó
con un dominicano.
¿Te acuerdas de Pedro,
el mexicano que estaba juntando dinero
para traer a su hermana?
La policía lo mató en la madrugada.
Le dieron diez balazos porque no quiso detener su carro.
Diez balazos justificados por seguridad ciudadana.
Diez balazos para asegurar que el cadáver se pulverice
y ya no estorbe.
Diez balazos por si muerto
aún seguía soñando
regresar junto a sus hijos
y decirles que ya nunca más volvería a despedirse.

……………………………….Diez balazos que alguien lloraría toda su vida…

Irene, te puede ir peor, se dice frente al espejo.
Irene, tu madre aún vive
tú estás viva

y sobrevivir, a veces,
es más importante
que tener planes.

 

Irene, te extraño, dice su madre
por videollamada.
Yo también, mamita, responde distraída
mientras conversa con el tipo de cuarenta años
que conoció en un bar.

Honey, ¿cuándo volveremos a vernos?
My princess, I miss your eyes.
Answer me…

Irene responde:
En la noche, después del trabajo…

 

Irene
………..Irene
Irene

Susurró el gringo antes de arrimarla en una pared.
Irene
…..Tu silencio es un nativo que huye a una cueva
………………………………………………………………………..para morir
……………………………abrazado a la tierra que le recuerda a su rostro.

Irene
……..Irene
Irene

Tu pequeño cuerpo es una figura de barro
que yo moldearé con el torno de mi pelvis
repitió el americano.

Irene, inmovilizada, recuerda las cosas buenas
que suceden a las mujeres como ella.
Recuerda
………………….ser Irene
estudiar cosmetología
ir a misa los domingos
poner sus creencias a prueba
ver a su padre morir del tamaño de un pájaro que acaba de nacer
comprar las medicinas de su madre
no poder comprarlas
escuchar la voz de su madre ascender al cielo como una estrella exiliada
ignorar el grito de su madre por un dolor que se calmaría con una cifra impagable.

Irene
……..Irene
Irene

Mujer
Y ¿Por qué no hacha?
Por qué mujer en este momento
Por qué no cuerda o cuchillo
Por qué emigrante en un país de mujeres que dicen
me too
…..me too
me too

¿Por qué su yo también no fue escuchado por las feministas blancas?

Irene ahora es un agujero
por donde alguien entra
mientras que ella
no puede salir…

 

Irene

Mujer latina de 39 años, 1,60 metros, tez morena, cabello tinturado de rubio, complexión normal. Presenta desgarro vaginal y varias heridas en el cuerpo. El propietario del motel la encontró recostada en el suelo con una botella en la mano.

Antes de llamar a la policía dijo enojado: Estos latinos siempre la están cagando.

 

Irene
lloriquea Ruth
¿Are you fine, my little girl?

Irene despierta en el hospital.
Tiene miedo de recordar su identidad.
Siente culpa por haber confiado en dos ojos azules
que hasta ahora sólo la han rechazado.
Escucha el murmullo de su sangre congelado en el pubis.
El cuerpo que desconoce pero se mueve
cuando ella piensa en la huida.

Por qué las pájaras reventadas en sus manos de niña
Por qué las flores mutiladas por su inocencia
Por qué ella fue la protagonista de esta inútil violencia

 

Una enfermera se acerca, Irene tiembla.
Irene antes de desfallecer grita:

No fue mi culpa
No fue mi culpa.

Irene sueña que la madre es el hueso de su cadera
y que alguien lo extirpa de ella a la fuerza.
Su madre como un embrión en sus manos sonríe
antes de desaparecer como una gota de sangre
dentro del inodoro.

 

Irene escribe en su diario:

03 de enero:

/ Un policía lanza a un marroquí contra una pared / golpea sus testículos / escupe su cara / grita: Vuelve a tu tierra santa, maldito terrorista / el marroquí mira hacia el extremo de la plaza / un niño de color marrón tiembla / recuerda la sangre en las piernas de su hermana / el brazo de su madre colgando como bandera / los buitres devorando sus últimas esperanzas / seguir vivo es un pecado / en un país de muertos / se dice esto es el paraíso / este es el sueño americano / aquí los aviones de guerra no destrozan las manos de los niños / de color rosado / como la carne que cuelga / de sus amigos / después de la escuela / aquí los niños / no se parten por ambos costados / aquí las madres no entierran a sus hermanas / debajo de las ruinas / que un día llamaron casa / entonces el niño cierra los ojos / y clama / en silencio / dios existe, pero no en la tierra /

 

27 de marzo:

/ Hace quince días, en España, un senegalés murió de un paro cardiaco / eran diez policías que creyeron / que sus perfumes eran el exterminio de la raza caucásica / eran diez que miraron al fondo de la pared blanca / y descubrieron un punto oscuro / lo limpiaron / después recibieron condecoraciones / por el seguimiento efectivo / en el caso de un niño de cinco años / muerto a manos de una negra / dos multitudes levantaron carteles / dos multitudes ardiendo de desierto, detrás de la fría máscara de la indiferencia / dos multitudes y sólo una de ellas, herida por piel e historia equivocada / dos multitudes pidiendo ni uno menos y sólo una escuchada / una muerte aún se difunde en los medios / una muerte / duró tres días / y fue ignorada / porque un niño murió a manos de una negra / porque la raza senegalés tuvo intención / de extinguir a la raza caucásica / porque duele menos / cuando no lloramos a nuestros muertos / porque no duele / aquello que no sangra en nuestro idioma / no duele aquello / que no existe / en la boca.

En el otro extremo del mundo, un niño sueco sobrevive por el trasplante de corazón donado / por un niño negro

 

29 de marzo:

/ Por las noches, miro al fondo del cuarto / y una Irene blanca me dice que es feliz / entonces, coloco crema blanqueadora en mis mejillas / blanquear es sinónimo de purificar // descomponer la fealdad y ajustar la estética / al prototipo americano / blanquear la voz de la madre / que se parece cada vez más a un objeto extraño / purificar es sinónimo de sanar / yo estoy sanando / mi lenguaje ahora es el de ellos / Irene desaparece / Irene ya no es mujer / sólo un venado que come impasible / de un prado norteamericano

/ Irene y mi cuerpo tibio, rubio y blanco /

 

1 de abril:

/ Diagnóstico: Estrés postraumático / La doctora me obligó a hablar de la violación / dije fue uno de ustedes / dije la mirada es un arma que se usa / como primer signo de violencia / dije la ausencia del amor propio / me habita en las caderas / dije pene hasta que ya no fuera mi estigma / dije vagina y fui mi sexo / dije la belleza es esta cicatriz de resistencia / dije mi cuerpo / y alguien respondió también mío / dije mi cuerpo / y una mano pequeña sujetó la mía / desde adentro / dije mi cuerpo / y abracé el torso del vacío / dije mi cuerpo / y ahora soy una lumbre / que ilumina / a alguien / con mi rostro /

 

16 de abril:

Dije violación y dije emigrante / ambos hechos me parecieron lo mismo /

 

1 de junio:

Soy lluvia voraz / caigo en los cadáveres / que nacen del mar / con niños marítimos brotando de su sangre / yo soy un animal / que gime / como barcos / escondiendo en su ombligo / el secreto de la muerte / ya no tengo duda / de mis ojos / que entienden / todos tenemos miedo / de pertenecer / de languidecer como luz / dentro de la boca de un simio / que llora a sus hijos / al chocar sus pezones / en la maternidad infértil / ahí / donde antes había un níspero / que sembró una niña indígena / ahí / donde un animal / moría sereno / debajo de la sombra de un abeto / y una vieja golondrina / ofrecía su carne / a la zarigüeya / ahí / donde ahora / sólo ves / una piel / que no sabe / si leche / si alacrán / o una flecha / o un parto / a la fuerza / ahí donde sólo ves / barro o ceniza / y otro ve / otro calla / un hijo / vivo o muerto / y ojalá / se parezca al color de los párpados / después de llorar / dentro del agua / ahí donde / todos aguantamos la respiración / para sobrevivir.

 

Irene sueña
a su madre
exclamar su nombre
desde el interior de una vaca muerta
que aún alimenta a un ternero moribundo.
Irene
ya no necesitamos
tu carne, sonríe
antes de beber de la hija
su último aliento.

Irene despierta al escuchar el sonido del teléfono:

Irene, dice su hermana.

Nuestra madre está agonizando.

 

Acaso sentir rabia
o alegría
o recordar la causa del exilio
podría salvarla
de la ruta de las piedras
de la ruta del desierto
del vuelo engañoso de las aves.
Y no saber si aquí
ahora
o en algún lugar
uno pueda tener la valentía
de decirse que es feliz
…………………………………….aunque el dolor sea
el corolario de la suerte
y la felicidad
………………sólo el espejo antípoda
que nos refleja
cuando la sombra de la vida
roza
……………………la sombra del sueño.

 

Irene, después de un vuelo directo de once horas,
regresa al pueblo del que emigró.

Caminos que hacen cicatriz
en el recuerdo infinito de la infancia.
El sol es dulce como una melcocha
que su madre regalaba a su hambre
y quitaba a los dedos de la miseria.
El polvo de las calles levanta
los restos de una memoria
que tejen la filigrana invisible de sus pasos.
Al fondo se divisa una casa de color crema
que, cuando niña, ella pedía arrodillada
al árbol de naranjo
imaginando que era la guarida de dios.
—La casa está hecha —se dijo en silencio
mientras pisaba desprevenida
las cáscaras sucias de una naranja
que un niño sorbía con los ojos cerrados.

Nuestro dios siempre fue el hambre

 

Irene mira a su madre
descansando eterna
dentro del féretro
y de pronto entiende
que el amor
es un pacto de eternidad
entre la vida y la muerte.

Esa noche escribió por última vez en su diario:

Madre

/ Origen, vientre y carne / y animal ahora infecundo / y animal apaleado después / del amor / y una libélula que se destroza / en el jardín de las muertas / y huesos que se rompen / para llevar la comida a la mesa / y una maldición / ser hija de la pobreza / y tu saliva en mi frente / y tu placenta / perdonando a los gallos / que cantaban / las veces que te negué / y fui una cruz / de ceniza en tu frente / y mamá es la suma de sus partes / y sin mamá / hienas que se alimentan del más débil / y sin mamá / sólo un grupo de extraños / que desaparecen /

Y ya no más mamá
y ya no más tu voz como un cascabel que gime
el insoportable dolor
de ya no pertenecer.

Madre
¿Cuánta de tu leche en mi boca
que ahora me corta
la vida desde adentro?

Madre
Tu cadera se rompe para iniciar
mi propio camino
en tu espalda.

 

Irene
regresa a New York
después de treinta días
en un ritual de despedida
donde no hubo lágrimas.

Sólo un abrazo
que acaso buscaba
capturar como fotografía
la permanencia de la felicidad
en el efímero gesto de su rutina.

 

Irene
¿Cómo se llamará tu hija?
Pregunta Ruth
mientras Irene
sonríe por las cosas buenas
que pueden suceder a las mujeres de cuarenta.

Sara Montaño Escobar
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