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Literatura de viaje y emigración en la obra Poste restante, de Cynthia Rimsky

martes 29 de mayo de 2018
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Cynthia Rimsky
Poste restante, de Cynthia Rimsky, es una cartografía de la memoria y la búsqueda identitaria a partir del desdoblamiento del yo en relación con el acto mismo de emigrar.

Exilios y otros desarraigos. 22 años de LetraliaExilios y otros desarraigos. 22 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2018 con motivo de arribar a sus 22 años.
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El presente texto propone un análisis de la obra Poste restante (2011), de Cynthia Rimsky, a partir de un acercamiento a la literatura de viajes en Definiciones y aproximaciones teóricas al género de la literatura de viajes, de Angélica González, el concepto de emigración y el viaje como unidad sígnica multienunciativa y/o discursiva a partir del texto bajtiniano “El problema de los géneros discursivos”, en Estética de la creación verbal. Por lo que el objetivo principal es generar un diálogo entre los diversos recursos textuales, el viaje desde su encarnación significante, el acto de emigrar y el concepto de identidad.

La obra Poste restante es una cartografía de la memoria y la búsqueda identitaria a partir del desdoblamiento del yo en relación con el acto mismo de emigrar.

De la misma manera, se busca exponer el proceso del desdoblamiento del yo a partir de la propuesta sobre “lo otro” que Todorov desarrolla en La conquista de América: el problema del otro. En este sentido, la búsqueda filial y restauración del origen o árbol genealógico son unos de los caracteres primordiales que, como unidades relativas y narrativas, conforman el sentido del viaje en la medida en que unen las diferentes dimensiones discursivas y enunciativas. Por lo mismo, el encuentro con el otro es el punto de quiebre que intensifica la complejidad cronotópica del tejido textual, y a partir de esto, “la viajera” se mueve como un conjunto de líneas de fuga que delinean el universo ficcional y real de la obra.

Por un lado, el diario de viaje es un dispositivo íntimo, autobiográfico y con una semiótica particular: registro de datos, informaciones sobre los caminos que se recorre durante la travesía real, experiencial o literaria. En este sentido, Poste restante inscribe la complejidad de los límites entre la autobiografía, la autoficción, la desterritorialización y el acto de emigrar en relación con la construcción identitaria del sujeto transeúnte.

No obstante, vale resaltar la importancia experiencial de encontrar en el “yo viajero” una aglomeración de relatos y metarrelatos del pasado familiar y un acercamiento a ese único sustantivo propio que juega con sus propias unidades semánticas y sintácticas: “Rimski o Rimsky”. Una dinámica nominal que rompe esa misma lógica binaria y fractura las líneas identitarias entre el “yo extranjero”, el “yo latinoamericano” y el yo “nacional”. Lo que, finalmente, amplía las posibilidades rizomáticas: tradiciones, costumbres, dialectos, lenguas, fotografías, paisajes, direcciones, calles, mapas, etc., descomponen el concepto de nación, desde la figura de “la viajera”, en la medida en que todos estos componentes literarios y no literarios cohabitan y coexisten en una misma masa llena de materia antidual que gravita en cada una de las acciones y rasgos de la viajera chilena, la otra Rimsky.

La obra Poste restante es una cartografía de la memoria y la búsqueda identitaria a partir del desdoblamiento del yo en relación con el acto mismo de emigrar. Por lo tanto, si bien la figura de “la viajera” toma como punto de partida la ciudad de Santiago, en vista de haber encontrado un álbum de familia “un domingo de octubre de 1998 en el mercado Persa de Arrieta” (Rimsky 13), no existe una organización continua de tipo 1-2-3, a-b-c. Las fotografías, las fechas y las otras localidades que recorre constituyen esta multiplicidad opuestamente lineal o jerarquizada, ya que todas sus ramas pueden ser las centrales, que van desde los recursos visuales, los lugares de enunciación, la memoria, las cartas, los mapas, etc. En consecuencia, la literatura de viajes encuentra su lugar gracias a que “da cabida a variadas (…) formas heterogéneas del relato escrito donde se puede incluir lo ficcional y lo referencial de las historias; además de permitir textualidades estéticas que (…) juegan con propuestas menos heterodoxas (…), formas artísticas siempre susceptibles de ser interpretadas” (González 76). La diversidad de formatos discursivos constituye, precisamente, este género de la literatura de viajes, tipología en el que encaja la obra de Rimsky.

En este sentido, la obra de Rimsky responde a un libro de tipo rizoma en tanto vivifica los principios de conexión y heterogeneidad, en que “cualquier punto del rizoma puede ser conectado con cualquier otro (…), eslabones semióticos de cualquier naturaleza se conectan con él, con formas de codificación muy diversas, eslabones biológicos, políticos, económicos, etc.” (Deleuze 13). El universo literario de Poste restante se nutre de eslabones cartográficos y diversamente topográficos, mapas de metro, fotografías y paisajes en relación con la memoria, textos informativos o noticiarios en donde las líneas de fuga se presencian en la medida en que la ficción y la realidad dialogan; un pasaporte y un diario de viaje en nexo con la emigración, y finalmente un álbum de familia como motivo de viaje y búsqueda de la identidad. En definitiva, las conjunciones aditivas se vuelven infinitas al igual que los tipos de uniones entre elementos heteróclitamente múltiples, que se oponen a la lógica dual.

Desde otra mirada, la dinámica de los límites entre la ficción y la no-ficción con la que se construye Poste restante configura su propio dialecto. Por un lado, la recopilación de imágenes, informaciones, vidas, experiencias, etc., dialoga con los planos narrativos en que se aglutinan para componer la figura de la viajera: “(…) con el paso del tiempo, la muerte y las mudanzas, los objetos llegarán al mercado persa donde serán encontrados por sus hijos o nietos, quienes habiendo asociado las baratijas al relato mítico volverán a comprarlas y la réplica tomará el lugar del original” (Rimsky 88). A partir de esto, los materiales que tejen la multiplicidad y la diversidad de textos que construyen este lenguaje particular y propio, comparten esta idea de darle forma al concepto de identidad y el hecho de ser emigrante, en donde el narrador juega desde un papel descriptivo: “Decidió que buscar el origen de las fotografías podía ser un destino tan real como otro” (Rimsky 14). Ella, la otra Rimsky, decide encontrar sus raíces por medio de un conjunto de fotografías que completa otro “microdialecto”, reescribir el pasado y la memoria a través de la imagen.

Entre líneas, se genera un engranaje identitario que se encuentra debajo del palimpsesto literario, el que se traduce a una desambiguación que pasa de ser sintagmática a dinámica.

Por lo mismo, tanto los mapas de las estaciones de metro de Londres y de Ucrania como los recuerdos topográficos de Santiago hacen parte de estas “líneas de desterritorialización” (Deleuze 15), en donde “hay ruptura en el rizoma cada vez que en las líneas segmentarias surge bruscamente una línea de fuga” (Deleuze 15), y a partir de esa idea, las diferentes relaciones que enuncia “la viajera” entre los lugares que recorre en Europa y las calles o pueblos que rememora de Chile, aumentan las posibilidades de filtración que descomponen los círculos jerarquizados y el aspecto cronotópico del texto: “En el centro de Tel Aviv existe un barrio a una cuadra de la avenida Ben Yehuda, que evoca un melancólico pueblo de Chile o Polonia” (Rimsky 27). Los espacios y los objetos se vuelven simbólicos y rompen con un orden temporal y narrativo, que finalmente remiten una y otra vez al probable propósito de salir, encontrar el origen:

(…) con el paso del tiempo, la muerte y las mudanzas, los objetos llegarán al mercado persa donde serán encontrados por sus hijos o nietos, quienes habiendo asociado las baratijas al relato mítico volverán a comprarlas y la réplica tomará el lugar del original (Rimsky 88).

Por otro lado, la articulación y el desfasamiento de las unidades de tiempo-espacio son los que cimentan la lengua propia de Poste restante, en que el pasado y el presente conforman las líneas de fuga con respecto a los espacios de enunciación de “la viajera” y del narrador, que trazan nuevos mapas de lectura, y por lo tanto, nuevas conexiones entre cartografía y recuerdos de familia: “Al momento de encontrar el álbum de fotografías, había planificado un viaje a Ucrania. (…) Decidió que buscar el origen de las fotografías podía ser un destino tan real como el otro” (Rimsky 124). Nuevamente, el propósito de viaje se vuelve nítido y el nudo se desata con el destino final: el regreso a Santiago:

De regreso a la casa de Bilbao, busca en el diccionario de Aristos, que el padre le regaló para un cumpleaños, la palabra De: “Preposición que indica: permanencia, el coche de mi tío; procedencia, venia de Canarias; la materia de la que está hecha una cosa, sortija de oro; el contenido en una cosa, botella de vino; la condición o cualidad de personas o cosas, persona de buen corazón; el asunto de que se trata, libro de poesía; el tiempo en que sucede una cosa, llegó de madrugada” (Rimsky 179).

Por otro lado, y a partir de la cita anterior, existe un juego semántico en relación con las imágenes con una preposición “de” que, en este caso, indica posesión o procedencia. Por lo que, entre líneas, se genera un engranaje identitario que se encuentra debajo del palimpsesto literario, el que se traduce a una desambiguación que pasa de ser sintagmática a dinámica. Finalmente, el lector toma los hilos semióticos, los decodifica y recodifica.

No obstante, la obra se edifica a partir de una búsqueda de identidad que converge con un álbum familiar, la experiencia del viaje y observar las diversas realidades de los otros, que tantea en cada uno de los países y ciudades que circula. Al igual que la reconstrucción del otro desde el acto emigrativo, un “otro” que a la vez se convierte en una de las líneas de fuga, y por lo mismo, en un universo paralelo que le permite nutrirse de más probabilidades interpretativas en sí mismo y a través de sus lectores o traductores:

Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenta de que no somos una sustancia homogénea, y radicalmente extraña a todo lo que no es uno mismo: yo es otro yo. Pero los sujetos también son yos (…); puedo concebir a esos otros como una abstracción, como una instancia de la configuración psíquica de todo individuo, como el Otro, el otro y otro en relación con el yo (Todorov 13).

De acuerdo a la cita, se desprende la idea la de la multiplicidad en el desdoblamiento del “yo” que se vincula, además, con la figura del otro yo, que se crea desde el proceso escritural, de lectura y la construcción epistolar, esa que “pertenece al mundo de la escritura” (Beltrán 240). En consecuencia, la carta también se mueve en la complejidad de los géneros discursivos que funcionan “en forma de enunciados (orales y escritos) concretos y singulares (…). La riqueza y diversidad de los géneros discursivos es inmensa, porque las posibilidades de la vida humana son inagotables y porque en cada esfera de la praxis existe un repertorio de géneros discursivos” (Bajtín 3). En este sentido, el género epistolar cabe dentro del universo de los géneros secundarios, que también configuran la amplitud dialógica entre los diversos textos que componen la obra. Sin embargo, en Poste restante existe un juego de indeterminación receptiva, que no sigue una dirección interpelativa en específico y crea un código propio, deconstructor, estilístico y plurisemántico, que guarda relación con la idea bajtiniana de que:

Una obra, igual que una réplica del diálogo, está orientada hacia la respuesta del otro (de otros, hacia su respuesta comprensiva, que puede adoptar formas diversas (…). Una obra es eslabón en la cadena de la comunicación discursiva; como la réplica de un diálogo, la obra se relaciona con otras obras-enunciados (…); igual que la réplica de un diálogo una obra está separada de otras por las fronteras absolutas del cambio de los sujetos discursivos (Bajtín 4).

No obstante, si bien es cierto que el lenguaje mismo, el discurso y su unidad mínima, el enunciado, alimentan el proceso escritural, en específico, en el de Poste restante el giro copernicano se produce dado que “un libro no tiene objeto ni sujeto, está hecho de materias diversamente formadas, de fechas y de velocidades muy diferentes” (Deleuze 9); es decir, que no necesariamente sigue una finalidad o funcionalidad como pasa con el lenguaje, desde la óptica bajtiniana, al igual que tampoco sigue la lógica de la lingüística estructural: dualidades, oposiciones, etc.

Sería interesante analizar la obra de Rimsky a partir de la discusión entre lo que actualmente se entiende por nación e identidad cultural.

En este último sentido y en relación con el carácter y principio de multiplicidad de rizoma, Poste restante no se condiciona a la semiótica de las estructuras dicotómicas, sino más bien a una amplitud de conexiones y relaciones de diferentes eslabones. Por un lado, cada párrafo y cada elemento fotográfico, discursivo, cultural, dialectal, etc., conlleva a lecturas desde la idea de la memoria, las relaciones filiales, la identidad, el desdoblamiento del yo, etc. En consecuencia, el sujeto deja de existir como sustantivo propio y “la viajera” se convierte en un sustantivo indeterminado, que se compone de partículas infinitas en tanto interpretación y conceptualización. Los discursos se entretejen con los eslabones y se vinculan unos con otros sin tener un inicio de tipo A y un término de tipo B. No existe una raíz de lógica 0/1 ni tampoco una jerarquización divisoria, ya que el punto de partida puede estar en cualquier paraje del tejido textual.

En síntesis, la semiótica de la literatura de viajes se relaciona con el hecho de escribir desde el otro yo, desde la experiencia del forastero. A partir de esto, la emigración literaria existe, incluso, desde la salida del Ulises de La Odisea hasta la contemporánea “viajera” de Poste restante, ambos unidos por el hilo de la búsqueda identitaria. En este sentido, la travesía implica que “la viajera” pase de ser sustantivo propio a sustantivo impropio, se convierte en el sujeto transeúnte que se alimenta de las experiencias nomádicas, de los espacios que recorre y de la condición de extranjero que lo indetermina. No obstante, vale resaltar el papel discursivo del mapa en la obra, que si bien organiza los diferentes espacios por los que camina “la viajera”, también genera un diálogo entre la inmigración, la emigración y la complejidad de los rasgos identitarios en relación con el concepto de nación. Por lo mismo, sería interesante analizar la obra de Rimsky a partir de la discusión entre lo que actualmente se entiende por nación e identidad cultural; en otras palabras, ¿qué componentes literarios y no literarios podrían determinar el concepto de nación e identidad cultural en la figura de “la viajera”?

 

Bibliografía

  • Bajtín, Mijailovich Mijaíl. Estética de la creación verbal. “El problema de los géneros discursivos”. Pp. 248-290. Bogotá: Siglo XX, 1982.
  • Beltrán Almería, Luis. “Las estéticas de los géneros epistolares”. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2006. Pp. 239-246.
  • Deleuze, Gilles y Félix Guattari. Rizoma: introducción. Valencia: Pre-textos, 1977.
  • González, Angélica. “Definiciones y aproximaciones teóricas al género de la literatura de viajes”. Boyacá: revista La Palabra, 2016. Pp. 65-78.
  • Rimsky, Cynthia. Poste restante. Santiago de Chile: Editorial Sudamericana, 2001.
  • Todorov, Tzvetan. La conquista de América, el problema del otro. Madrid: Siglo XXI Editores, 1998. Pp. 36-58.
Daniela Páez Rueda
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