Buenísimo. Uno, el lector, queda estupefacto, clavado en la situación especular del relato, atrapado tras las rejas de un reflejo. Por momentos creo que soy yo el que está escribiendo esta historia sin saber luego donde ubicarme, ¿lector, escritor, personaje? Que carajo. Repito, buenísimo, felicitaciones a Miguel Ángel Acquesta.

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