
Urbana. 27 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2023 en su 27º aniversario
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Esta ciudad es un libro
de mutaciones
un muro es derrumbado
dos se levantan
un árbol talado
ninguno crece
un hombre muere
todos olvidan
pero nunca
dejan las aves de trazar
memorias en el cielo
como en el día primero.
“Todas las mutaciones de la conciencia espiritual
dependen del corazón”.
Ta I Gin Hua Dsung
Un faro ciego
encumbra la montaña
de gibas cenozoicas
puede contar
la edad de esta ciudad
que tarda
el siglo
y tiene sus verdugos
en los pechos que alberga
aún más ciegos
que el faro.
A la memoria de don Porfirio Melo
Una vieja acequia
baja de los cerros
trae
limpia el agua
de las fuentes
pero aborta su caudal
en la frontera.
¿Quién recupera
el cauce del espíritu?
Tanta ausencia
ciega el porvenir
de huestes insensibles
el pueblo enturbia
credos
corazones.
Nos asiste
una toponimia vegetal
entre Los Samanes
La Ceiba
Camoruquito, Las Palmas
Los Naranjos
El Jobo, La Morera
El Roble
Chaparral, Los Aguacates
Los Cerezos
Camburito, El Guafal
Las Majaguas
Los Laureles, Los Cedros
Los Apamates
El Mahomo, Los Mangos
Las Acacias
Los Cocos, Los Rosales
Guasdualito
Merecure, Corozal
Píritu
verde esplendor
entre el fuego
y la ceniza
de quienes entretejen días
en mutilar de patios
y holocausto de cerros
como desencuentro.
A la memoria de la colonial Casa Pulidera
que dio sus tejas al templo, al palacio de gobierno
a la escuela…
Aquí las casas
heredan los tejados
cuentan siglos
sobre bases nuevas
la montaña es asunto
de apuntalar recuerdos
y espíritu
que sortee la trampa
de la prosperidad
muchas ramas apuntan
a desiertos
precipicios
la emboscada
del pueblo que crece
y olvida el cauce de su río
quizá por eso
se derrumban las conciencias
siempre rompe al odre viejo
vino nuevo.
A Sanjuanote
El Santo Patrono se levanta
a veinte metros de olvido
contempla los aconteceres
desde el Solsticio de Verano
hace casi un siglo
conoce como nadie
la memoria urbana
aciertos y desaciertos
de una capital accidentada
que tiene la bendición de sus vertientes
el cíngulo de montañas
que la rodea
la custodia de algunas casas con historia
patios de abuelos
parajes encantados
el santo observa
con silencio de roca
cómo se deshojan
diariamente
margaritas.
Mi casa de infancia
es mi ciudad
cada árbol de su patio intacto
una calle
estatura de un recuerdo
las estrías de sus muros
estancias
para mi corazón desguarnecido
en este tiempo de borrasca
mi aventura es recorrerla
plisar sus ecos
nunca me pierde
la voz de mi madre
señal segura
alianza acuñada en dos lados del tiempo
donde las esquinas del corazón
se entrecruzan.
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