
Urbana. 27 años de Letralia
Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2023 en su 27º aniversario
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Calles, casas de muñecas, alaridos que no entiendo en esa pregunta que respiro en el recuerdo. Altibajos desprendidos, madera insomne. Me perturbas con ese chasquido persistente de tu premura,
Ciudad.
Olores, fragancias donde el jazmín y los araguaneyes cohabitan
Ciudad.
Almizcle, merey, fruta pan
Y tú sigues ardiendo y crepitando desde el anochecer.
Sigo mi camino sonámbulo, escondido de tus pliegues, de tu centro, de tu agua salobre que derrama en profusión la vida, ciudad irreverente y mía
Ciudad.
Estoy en una esquina. Metras, papagayos que mis manos no tocaron. Libros y papeles me descubren hasta lograr que un cansancio triste duerma en mí
Ciudad
Escribo cartas
Me recibo. Siento que la comisura de los labios repele amargura.
Releo mis cartas.
Descubro los días de lluvia y esa cascada escondida que me enrumba hasta encontrarte
Ciudad.
Te encuentro, ciudad
Desde mi colina, allá en el otro sendero. Desde la casa grande de la villa. Desde el hastío.
Desde que te dijeron.
Desde que mis ojos asombrados te conocieron.
Nunca te olvidé. Nunca
Nunca
Ciudad.
Un faro iluminó mi existencia.
Éramos tú y yo desde la colina, desde el bananal, desde las trinitarias, desde las caminerías que subían hasta lo más alto del cerro.
Desde el río, desde la piedra caliza que nos recibió en medio de la cascada.
Ciudad.
Esa palabra insomne que se aprende en un poema
Esa palabra que ahora siento en mi cerebro y no deja descansar mis pensamientos.
Insomne como la luna que creció junto a mí, junto a mi soledad junto a lo distinto desde aquí.
Ciudad.
“Bayas adornando infancias, bondad sobre virtud”
Pintores de mar, de cerros de líneas ondulantes, de cuerpo en permanencia
Turpiales cantando en la rama del nido.
Azules de terciopelo que guardan memorias, tus palabras recordando las vocales para descifrar un libro desde la caricia
Ciudad
Camino y busco las estrellas, los senderos que me alejaron, y jamás se fueron.
Busco esa pequeña flor en tu mano convertida en mariposa. En ese colibrí que trina en mi ventana. Te busco, ciudad.
Te busco.
Ya no es tu hermosa cabellera, ni ese diminuto pie que traspasa las burbujas al paso de las olas.
Es la caliza y la penumbra y la aridez de tus colores que me apremian.
Oigo un faldón al paso de la noche, cascabeles que suenan al ritmo de tu cuerpo. Te toco sediento, estrujo mi cuerpo con la fuerza y brusquedad de mis deseos y las sábanas me inundan de caricias y humedad.
Ciudad
Veo tus muslos encabritados, yegua sedienta de almizcle y savia.
En lo alto del yaguarey descubro una extranjera espina que me desangra
Te recibo herida y sofocante, lavo tus sudores con tu propia miel
Las verdolagas y el aroma de las albahacas acarician con ternura esa profusión de mis deseos.
Hembra
Ciudad.
Jugando la ere, el escondido. Sintiendo el zumbido del trompo, el gurrufio que se me revienta en las manos.
Y tú achicando el agua, mirando de reojo…como si no me vieras.
En cuclillas. Tu falda de algodón pegada al cuerpo.
Me asombra un pequeño botón disimulado en tu blusa.
Las flores de las guayabas caen en tu pelo
Y la brisa desde la colina te desnuda
Ciudad.
Laderas mariposas, la espuma del mar te impregna.
Y siento que la esencia desbordada te hace huir por intrincados senderos.
Beso tus manos temblorosas.
Un níspero azucarado se aprieta en mí y un gemido me eleva al infinito.
En bocanadas te respiro
Ciudad.
Allá en el manantial
En el ya se fue
En la pequeña maleta casi vacía de esperarte
Sin volver, ciudad
Ciudad
Tus manos extendidas abanican.
Me observo y me pregunto
¿Quién soy, sino un recuerdo?
Ciudad.
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