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El lugar ideal para una ciudad ideal

domingo 28 de mayo de 2023
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El lugar ideal para una ciudad ideal, por Miguel Ángel Moreno
Yo, que no soy cronista, sino arquitecto, deseo enumerar algunas de las cualidades del lugar que entiendo deberían ser prioritarias para ubicar una ciudad, que es el paso principal y facilitador para desarrollar ese lugar, ese espacio ideal en el que deseamos vivir todos.

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Este texto forma parte de la antología publicada por Letralia el 20 de mayo de 2023 en su 27º aniversario
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“…parece que la escogió la primavera para su habitación continua…”.
Oviedo y Baños
(Historia de la provincia de Venezuela)

Es característico de todo cronista que se precie hablar bien de la ciudad donde vive, pero a veces es un poco confuso saber si está hablando de la ciudad o del “lugar” donde se encuentra la ciudad construida, y en esta confusión idealiza y mezcla características que deberían ser tangiblemente distinguibles. Obviamos deficiencias o precariedad en una para compensarlo con la magnificencia y generosidad de la otra.

¿Se puede distinguir “lugar” de “ciudad”? Para el ciudadano común, seguramente es difícil, porque son indisolubles la ciudad y el lugar, aunque a veces una destruya al otro o viceversa. El lugar es un ente vivo, con una naturaleza particular, y la ciudad también está viva, porque una ciudad no son sólo sus edificaciones sino también sus ciudadanos.

Hay ciudades mejores y otras peores, pero incluso si busco en el pueblo o la ciudad menos agraciada, estoy seguro de que conseguiré más de un vecino que no la cambiaría por otra.

Porque ahí se encuentra algo intangible… Sus recuerdos.

Esto se debe, quizás, a que mientras crecemos, y sin tener idea de lo que es una ciudad o la comparación de la suya con otra, se van desarrollando acontecimientos, ganancias, pérdidas, amores, éxitos, amistades, juegos, atardeceres, familia, descubrimientos, que le confieren a ese lugar un recuerdo y apego únicos, que quizás no volvamos a sentir de la misma forma a lo largo de nuestra vida adulta.

Una ciudad no se decreta, se desarrolla, se vive…

Esa idealización del lugar, posteriormente, al conocer y vivir en otras ciudades se nos antoja exagerada, llegamos a despreciarla, pero ante el primer revés, o ya en la madurez, deseamos volver, se nos antoja como parte de nosotros.

Un axioma podría ser: Una ciudad no se decreta, se desarrolla, se vive… y al final no importa ni el lugar ni la ciudad física ni sus edificaciones, importa lo vivido en ella.

Hay ciudades delicadas e inteligentemente desarrolladas, aunque con un clima insoportable, así como hay ciudades con climas ideales pero que son de una anarquía invivible.

Pero yo, que no soy cronista, sino arquitecto, deseo enumerar algunas de las cualidades del lugar que entiendo deberían ser prioritarias para ubicar una ciudad, que es el paso principal y facilitador para desarrollar ese lugar, ese espacio ideal en el que deseamos vivir todos.

La ciudad ideal debería ser aquella que, estando bien planificada y construida, estuviera ubicada e integrada en un emplazamiento perfecto.

 

¿Imponerse o adaptarse?

El hombre siempre ha buscado crear la ciudad ideal. En el año 480 a. C., Hipodamo de Mileto quiso diseñar la ciudad ideal.

Arquitecto y urbanista que representaba la antigua escuela jónica, que primaba la simetría, la perfección y el lujo, diseñó el plan urbanístico de El Pireo, en el puerto de Atenas, primera ciudad distribuida sobre una cuadrícula ortogonal, llamada hipodámica, que en adelante sería el modelo de desarrollo de la ciudad mediterránea y en la que se basaron los romanos para sus ciudades y luego los españoles para desarrollarlas aplicadas en sus leyes de Indias y luego en la ciudad de Barcelona, España, del urbanista Cerdá, por sólo citar algunos ejemplos.

Después Vitruvio, en el siglo I a. C., pasando por encima de la simetría u otro valor impuesto, se dio cuenta de que el lugar, y sus características particulares, hacían diferentes las mismas ciudades, y perfeccionó la rosa de los vientos orientando las calles principales y secundarias en el trazado de su ciudad tomando en cuenta los vientos, bien por su fuerza o sus bondades.

Y a partir de ahí el concepto de urbanismo se desarrolló y comenzó a tomar más en cuenta la vegetación que la simetría, los drenajes naturales y topografía que la perfección y la orientación y los vientos más que el lujo. Esto nos fue llevando a ciudades que no se imponían a un lugar sino que se adaptaban al lugar, y en su evolución, nos están llevando a las tan deseadas ciudades ideales: sostenibles, verdes y lejos de las temibles “catástrofes naturales”.

Tener una buena localización para ampliar o desarrollar nuevas ciudades será primordial y rebajará costos y tiempo en su ejecución física.

Las ciudades han ido adaptando, mejorando y minimizando los errores originales; también se han actualizado a la nueva realidad industrial e informática, e inclusive a esta nueva sociedad de coste marginal cero, es decir, están comenzando a compartir ya no sólo internet, también servicios, movilidad, transporte público, aire limpio, agua limpia y vegetación para todos, y que nos lleva a una economía circular, buscando el bien común, convirtiéndose, además, en ciudades inteligentes y más silenciosas.

Tener una buena localización para ampliar o desarrollar nuevas ciudades será primordial y rebajará costos y tiempo (algo con más valor que el costo) en su ejecución física, y por lo tanto sería de agradecer enumerar las principales características físicas y ambientales deseables para escoger ese nuevo emplazamiento.

A saber:

  • En primer, lugar la topografía: debe ser un terreno estable que contenga una suave pendiente natural hacia un cuerpo de agua que permita la escorrentía superficial de las aguas de lluvia evitando las inundaciones, respetando las distancias adecuadas de las orillas de mar o ríos para su implantación.
  • En segundo lugar, tierra fértil y vegetación: debe estar dotada de gran cantidad de material vegetal tanto arbóreo como rastrero que sirva como regulador de temperatura, generador de oxígeno y fuente inagotable de alimentos.
  • En tercer lugar, el clima: debe estar, por su latitud o por su altura referente al nivel del mar, en una zona que tenga un clima primaveral la mayor cantidad de días al año; eso evita los costos de adaptabilidad a una eficiencia energética y nos hace más llevadera la vida diaria.
  • En cuarto lugar, el agua: debe contar con grandes cantidades de agua dulce que permita utilizarla para consumo humano y un lecho rocoso (montaña cercana) que propicie el crecimiento de ríos o riachuelos.
  • En quinto lugar, el viento: debe contar con una disposición enfrentada a los vientos cruzados que permitan la renovación periódica del aire de la zona y evitar grandes territorios de calma o “muertos” que generen centros urbanos de contaminación (un valle puede garantizar una direccionalidad de vientos).
  • En sexto lugar, la geomorfología: evitar lugares excesivamente planos, proclives a inundaciones. Además de los beneficios antes comentados, un lugar con diferentes cotas de nivel, laderas, ¿un valle?, permite verse a sí mismo más vivo y generar puntos icónicos referenciales naturales, más allá de los creados artificialmente para dar la necesaria identidad o ubicación al hombre en el espacio.
  • En séptimo lugar, su ubicación en un “cruce de caminos”: debe permitir la accesibilidad y comunicación fácil desde y hacia la nueva ciudad con su entorno urbano y extraurbano, local, municipal o nacional. Acceso cercano a vías aéreas, terrestres, marinas, lacustres o fluviales.

En definitiva, ¿a qué se le parece a usted esta descripción del lugar ideal para desarrollar la ciudad ideal?

A mí se me parece al valle de Santiago de León de Caracas…

Caracas es una ciudad rescatable cien por ciento de esta anarquía y deterioro a que está sometida y podremos reconstruirla.

¿Hemos aprovechado correctamente su implantación privilegiada?

¡No! La hemos talado, reforestado, vuelto a talar, dividido, partido por avenidas y autopistas, secado y desaprovechado sus aguas dulces, contaminado su río natural convirtiéndolo en una cloaca abierta, además de no respetar su acervo histórico construido, tanto el colonial como el de la modernidad. En fin, parafraseando a Miranda, anarquía, anarquía, somos pura anarquía.

La buena noticia es que estamos en el lugar ideal para construir la ciudad ideal.

Si somos capaces de reinterpretar la localización del valle de Caracas, integrar, conectar el tejido urbano, reforestar, soterrar avenidas y autopistas que segmentan la ciudad y le damos prioridad al peatón, zonas verdes y al transporte colectivo, Caracas es una ciudad rescatable cien por ciento de esta anarquía y deterioro a que está sometida y podremos reconstruirla.

Ejemplos sobran en el mundo actual de ciudades deterioradas que han vuelto a renacer.

¿Un sueño?

“La mejor manera de hacer los sueños realidad es despertándose…”.

Paul Valéry

Miguel Ángel Moreno
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