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La rusa Eva Sytina y el colombiano Danny Antobelly publicaron el poemario Meridianos
Ni la distancia ni la pandemia son obstáculos para la poesía

domingo 14 de noviembre de 2021
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Eva Sytina y Danny Antobelly
Eva Sytina y Danny Antobelly reunieron sus poesías en un libro.

Ella es rusa y vive en España. Él es colombiano y vive en Estados Unidos. Internet les ha servido no sólo como un canal de comunicación sino como un camino para encontrarse en la poesía. Este año la editorial Círculo Rojo, de España, publicó el resultado de ese encuentro: el poemario Meridianos, que es en realidad un juego de espejos pues está compuesto por poemas de Eva Sytina (La vida sin restricciones), de Danny Antobelly (Melancolía del puerto) y de ambos (A dos manos).

Eva es de Cheliábinsk, ciudad rusa donde nació en 1997 y en cuya Universidad Estatal de los Urales del Sur estudió Relaciones Internacionales. Además de escribir poesía, es actriz, profesora de inglés e interpretación. En la capital española profundiza sus estudios de esta última área en la escuela privada Actores Madrid.

Danny, por su parte, nació en Colombia en 1990. También es actor; además es músico y escribe poesía, teatro y cuento. Ha estudiado en su país, pero también en Argentina y en Estados Unidos, donde reside actualmente. Participó del mundo teatral y musical, formando parte de seminarios de diversas compañías teatrales con los maestros Santiago García, Eugenio Barba, Ma Zhenghong, Wajdi Mouawad, Heiner Goebbels y Roberto Latini.

Eva Sytina

Eva Sytina:
“Para mí no existen pasaportes, acentos ni fronteras”

—Quisiéramos que nos hablaras de tus inicios en la poesía y, especialmente, por qué escribir en una lengua distinta a la tuya.

—Empecé a escribir poemas cuando tenía siete u ocho años. Estuve en la escuela, en un descanso entre las clases, y de repente me salieron unas líneas. Me gustaría recordar de qué eran pero lamentablemente no lo recuerdo. Creo que era algo sobre la naturaleza o animales. Luego, cuando ya era adolescente, empecé a componer en inglés, porque lo estudiaba mucho en esa época y era mi manera de aprenderlo. Después en la universidad comencé a estudiar español y, como ya podéis adivinar, ¡sí!, nacieron los primeros poemas en castellano. Aunque ya no lo estudio tanto, sigo escribiendo en este idioma tan bonito, porque me encanta y para mí es pura música, muy armoniosa y auténtica. Estoy muy feliz de que mi ejemplo pueda ser útil a los demás y mostrar que no hay límites para creadores y artistas. Cuando tienes muchas ganas de hacer algo, trabajas mucho y no dejas de soñar, todo es posible. Para mí no existen pasaportes, acentos ni fronteras, me concentro en mi sueño y en la realización personal.

—Eres actriz y das clases de interpretación. ¿Cómo incide el ejercicio de la actuación en tu escritura de poesía?

—Cuando empiezas a estudiar interpretación y actuar, también empiezas a conocerte a ti mismo del otro lado. Es un gran viaje dentro de sí mismo. Influye sobre tu visión del mundo y, además, comienzas a mirarte a ti mismo de afuera todo el tiempo. Quiero decir que haces caso a todas las emociones y reacciones que nacen en ti. Y este análisis de la personalidad me ha impactado mucho, ha cambiado mi forma de crear. Ya sé que puedo encontrar dentro de mí tanto las respuestas como inspiración, y sé describirlas también.

—En los poemas de La vida sin restricciones es posible atisbar imágenes en las que se combina la vivencia cotidiana (“de los viajes traje unos tatuajes”, “Los pasaportes no importan”) con la melancolía del amor perdido (“Y voy fingiendo que ya no estoy dañada / por lo que pasó antes de que nos encontremos”, “Ni las conversaciones ni un perdón / salvaron lo que había entre tú y yo”). ¿Cómo llegas a estas imágenes? ¿Cuánto de Eva Sytina hay en ellas?

—¡Qué pregunta interesante! Creo que llego a estas imágenes porque no escribo sobre cosas abstractas, sino sobre lo que he vivido. Y lo describo imaginando alguna escena o conversación que tuve con una persona. Pienso en el ambiente que hubo, qué cosas tuvimos, por ejemplo, qué pieza de ropa llevaba o el tatuaje que tiene. Luego lo mezclo con mis sentimientos. Aunque la poesía no es matemática, mi fórmula podría ser recuerdos detallados más las emociones y lo que me provocan. Y, obviamente, metáforas y muchos cotejos poéticos. Hay 100% de Eva Sytina en eso porque, como he dicho, todos son historias reales, no importa si son mías o no, siempre las paso a través de mí misma.

—¿Puedes contarnos cuáles son tus lecturas en el género de la poesía? ¿Lees autores de tu país? ¿Lees autores en español?

—Me encanta la poesía de Juana de Ibarbourou, la poeta uruguaya, y de Federico García Lorca, el genio español. También soy fan de Isabel Allende, Gabriel García Márquez y Mario Vargas Llosa. Eva Luna, El amor en los tiempos del cólera y La tía Julia y el escribidor son mis obras favoritas, me impactaron mucho. En mi opinión, la literatura latinoamericana es una de las mejores. Claro que leo autores rusos también. Os aconsejaría conocer los trabajos de las poetas Marina Tsvetáyeva y Bela Ajmadúlina, y las poetas del siglo XXI, Sola Monova y Aj Astajova. Me inspiran mucho.

Danny Antobelly

Danny Antobelly:
“Mi trabajo escrito siempre trata de reflejar lo que significa vivir en situación de hibridez”

—Al leer Melancolía del puerto se evidencia un marcado énfasis en la melancolía existencial como vehículo para la poesía. ¿Cuánto de Danny Antobelly hay en estos versos?

—La melancolía, para mí, se transfigura como una herramienta que permite revestir el presente con los tonos y la música de antaño para crear un mundo idealizado, en el que las fronteras del tiempo se diluyen permitiendo que tanto ese yo de poeta como el autor puedan sumergirse en la belleza como experiencia vital. No obstante, esta condición de mis escritos se asocia específicamente con la tristeza, puesto que usa la forma adjetival de la palabra. Una forma que involucra el cien por ciento de mi visión del mundo dentro del texto.

—Además de escribir poesía y narrativa, eres actor y dramaturgo. ¿Qué impronta deja esta experiencia en tu obra poética?

—Son lenguajes artísticos que se entretejen y me deja la satisfacción o experiencia de ser utilizadas como herramienta por excelencia con la que trato como muchos artistas de configurar el mundo. Mi trabajo escrito siempre trata de reflejar a través de las artes lo que significa vivir en situación de hibridez.

—Las imágenes de tus poemas parecen recorrer los momentos extremos del amor, desde versos como “Eres la pregunta más bella” hasta una declaración tan definitiva como “El lecho que fue templo / hoy es hastío”. La escritura de poesía puede ser, y en esto cito el título de uno de tus poemas, “Catarsis”?

—La literatura se ha constituido como un medio de legitimación, por medio del cual los escritores se transforman en memorialistas de su tiempo y de las características particulares del contexto que habitan. Soy un romántico sin límites, y el amor la mayor de mis excusas.

—Colombia es un país de grandes poetas y narradores. Ahora bien, tú has vivido en otras geografías y es natural que tengas lecturas muy diversas. ¿Lees literatura de tu país? ¿Cuáles son las lecturas que te han acompañado?

—Sí, leo literatura colombiana como una forma de no sumergir mis raíces en el olvido. Si tuviera que seleccionar las lecturas de literatura colombianas que siempre me han acompañado serían las siguientes: Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez; El país de la canela, de William Ospina; María, de Jorge Isaacs; Delirio, de Laura Restrepo; El olvido que seremos, de Héctor Abad Faciolince; Sin remedio, de Antonio Caballero; La tejedora de coronas, de Germán Espinosa, y Canción de la vida profunda, de Porfirio Barba-Jacob, entre otros grandes libros que siempre permanecen en mi biblioteca a donde vaya.

 

“Meridianos”, de Eva Sytina y Danny Antobelly
Meridianos, de Eva Sytina y Danny Antobelly (Círculo Rojo, 2021). Disponible en Amazon

Eva Sytina y Danny Antobelly:
“Tenemos rimas diferentes y casarlas era un gran desafío”

—¿Cómo se produce el encuentro entre un poeta colombiano y una poeta rusa que da lugar a este libro?

—Nos conocimos virtualmente por medio de Elsykazan e inicialmente a Danny le surgió la idea de crear un libro juntos, basándonos en el concepto nocturno del amor y desamor. Vivimos en un tiempo mágico porque estamos en dos partes del mundo superlejanas y pudimos crear un proyecto común. Es increíble porque este proyecto se realizó en pandemia, yo encerrada en España y él en su casa en Utah.

—¿Fue muy difícil combinar la forma que cada uno tiene de entender la poesía?

—No tanto pero muchas gracias a Danny por entender mi manera de escribir, la mentalidad tan distinta y rara, ja, ja. Él es un gran escritor, tiene una linda personalidad. He aprendido mucho de él y estoy muy orgullosa de nosotros.

—¿Qué retos representa escribir a dos manos? ¿Han planeado volver a hacerlo en un futuro?

—Para mí lo más difícil era explicar las imágenes que tenía yo y cómo veía los poemas escritos a dos manos. Además, tenemos rimas diferentes y casarlas también era un gran desafío.

—Al principio de A dos manos hablan de cómo el encuentro entre ambos se produjo “en un año devastador para la humanidad por una pandemia”. ¿Cómo ha afectado esta coyuntura la poesía de ambos? ¿Cómo los ha afectado a ustedes?

—Empecé a crear más, especialmente en la época del confinamiento. Obviamente porque tenía mucho tiempo libre y estaba sola con mis imágenes, ideas que luego se convirtieron en poemas. Además tomaba clases de cómo componer poemas, así que mejoré mi técnica también. No creo que afectó a los poemas de A dos manos porque seguimos teniendo conversaciones en Zoom, cada uno en su hogar, y no tuvimos ningún problema con eso.

Jorge Gómez Jiménez

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