
La lucha contra la tiranía, la aceptación del otro, del que nos resulta diferente, y la magia como un recurso cotidiano en la política, en la guerra y en la vida del individuo, son los elementos principales de Virtus Draconis, el particular homenaje a los años 90 con el que el escritor puertorriqueño Edi Álvarez (Ponce, 1987) se inserta en las tendencias contemporáneas de la literatura de fantasía y ciencia ficción.
Escrita como parte de su formación profesional en la Universidad del Sagrado Corazón y con la tutoría del reconocido escritor Luis López Nieves, Virtus Draconis es un sorprendente relato construido sobre la base de las interacciones entre personajes neurodivergentes, un aspecto que comparten con su autor, quien fue diagnosticado hace dos décadas con trastorno del espectro autista.
Videojugador, furry, lector, escritor, fotógrafo y traductor, Álvarez no duda en concederle a la narrativa del videojuego, al anime y a otras expresiones un lugar radicalmente importante no sólo entre sus influencias, sino en el corpus artístico actual. Como resultado, Virtus Draconis echa mano no sólo de referentes de la literatura universal como Rebelión en la granja, de George Orwell, o la Biblia y toda su imaginería alrededor de lo sagrado y de lo humano, sino que también abraza la estética y el ritmo de una producción cinematográfica, en conjunto con la dosificación de información propia del videojuego. Hoy el escritor puertorriqueño nos habla de todo esto, de cómo es escribir en estos géneros desde Puerto Rico y de sus proyectos, entre otros temas.
Lee también en Letralia: reseña de Virtus Draconis, de Edi Álvarez, por Jorge Gómez Jiménez.
Edi Álvarez y la aceptación como tema literario
La diversificación de la especie humana en Virtus Draconis, con individuos que tienen apariencia de animales y bestias, añade una capa única a la trama. ¿Cómo decidiste explorar esta idea?
Decidí explorar este concepto cuando acepté que la novela sería una carta de amor a la década de los 90 (1989-2000). En esa época, había muchas caricaturas que consistían de personajes que eran animales o criaturas parecidas (Gárgolas de Disney, SWAT Kats, Pokémon, etc.). Me dio un golpe de nostalgia en ese momento y así fue que decidí irme con esta idea. En adición, quería que esta fantasía fuera diferente. En lo personal, el concepto de los elfos, los orcos, y así sucesivamente, me aburren. Ya que son muy prevalentes en la fantasía de hoy (particularmente la fantasía americana), me temo que se están convirtiendo en cliché —digo, al menos en la literatura y el cine, porque tienen su lugar primario y obligatorio en ciertos medios, como Dungeons & Dragons. El concepto de los hombres bestia es algo que casi nunca ha sido trabajado, mayormente por connotaciones negativas por parte del público. Pero eso ha ido cambiando poco a poco, y me alegra mucho. Por eso me llené de mucha emoción cuando vi dos animes que presentaban este concepto: Beastars, serie que ganó una variedad de galardones en Japón, me dejó sumamente feliz por mucho tiempo, con arte y tramas espectaculares, y Aggretsuko me deleita mucho con la comedia. Ambas series están en Netflix; las recomiendo encarecidamente.
Finalmente, quería ser diferente. Deseaba que este libro fuera algo distinto y único en su clase. Escribo en un campo altamente competitivo y saturado, donde la demanda por la originalidad es la orden del día. Si presentaba un libro con elfos y orcos, me iban a decir que mi libro es una fantasía estándar, que estaría destinada a las ventas de liquidación. Afortunadamente, ¡tuve buena instrucción en Sagrado cuando estudié Creación Literaria (Universidad del Sagrado Corazón, San Juan, Puerto Rico), donde la originalidad es requisito! En realidad, no me preocupé tanto. Los furries (o furros, como se les conoce en América Latina) eran perfectos para mi novela. Son diferentes y tienen tantas capas de profundidad como personajes: pueden ser como animales rudos, o gentiles como los seres humanos. Me encantó esa visión. Presentan un balance emocional único; uno que bordea la línea entre extremos.
El poder y la tiranía son temas centrales en la novela, y es interesante que personajes como Meredith Staunton y Ruhiel, el Perdón, sean tan sanguinarios y a la vez tan jóvenes e inmaduros. ¿Qué te inspiró para estos personajes tan complejos?
Siempre me ha gustado explorar la involucración de la juventud en temas complejos, como la política. Permite cierto nivel de libertad a la hora de escribir, pues encuentro que es mucho más interesante detallar la evolución de un personaje cuando ésta comienza a una edad más joven de lo usual. La juventud es una edad en la que nuestras percepciones y creencias son probadas a nivel tanto espiritual como intelectual. Comenzamos a ver las contradicciones y particularidades de este mundo tan único en el que vivimos. Nos hacemos preguntas y dudamos de nuestros padres, nuestros maestros e instructores, y de nuestras figuras de autoridad. Meredith y Ruhiel responden la pregunta: ¿y si nunca cuestionamos lo que vemos?
Meredith se siente obligada a continuar su legado. Al principio ella duda de sí misma, y, sin apoyo de nadie, comienza a resignarse a la idea de que ella tiene que ser una tirana. En vez de retarse a ella misma y de analizar su mundo, Meredith continúa en la trampa psicológica de seguir por el camino más dudoso. Ruhiel está atrapado en una hecatombe de la que no hay escape, pues, desde niño, fue sometido a este mundo oscuro de la guerra y de ser adulto antes de tiempo debido a las exigencias de su reino, así como su prodigado dominio de la magia. Como muchos niños soldados, Ruhiel tiene muy poca esperanza de recuperarse y, sin dar detalles (¡no quiero arruinar la sorpresa con espóilers, claro!), encontrará su antítesis.
Por supuesto, para trabajar con poder y tiranía, hay ciertas lecturas requeridas o, lo más mínimo, altamente recomendadas. Rebelión en la granja, de George Orwell, es la primera que se me ocurre, seguida de cerca por Crimen y castigo, de Dostoievski. 1984 es otra que es requerida, casi. Los japoneses son también talentosos para trabajar estos temas, debido a sus creencias fuertes en el honor. Yukio Mishima, Natsume Soseki y Ryunosuke Akutagawa se me ocurren.
El protagonista, Claude Virtus, es un dragón incompleto, y forma parte de un mundo en el que son comunes las personas con apariencia de animales, e incluso las relaciones entre ellas. ¿Cómo abordaste la creación de un entorno tan diverso y qué desafíos enfrentaste al explorar temas de identidad y aceptación en este contexto?
Cuando trabajé la novela, no tuve un proceso particular para trabajarlo. Soy un escritor muy inusual. Me saco las cosas de la manga y me invento todo al momento, sin pensar. Es como decir memoria muscular, o muscle memory. No planifico nada porque los planes nunca me salen bien. Siempre cambia algo. Ese mismo proceso es el que rige la creación de la novela. Agarro lo que mejor me funciona, y lo que no, lo descarto o lo guardo para cuando haga falta.
En los videojuegos, particularmente juegos de rol, siempre se observa cómo varios personajes, de varios orígenes y razas, ponen sus diferencias de un lado, o las trabajan juntos para superarlas. Mass Effect, una ópera espacial desarrollada por el estudio Bioware para las consolas PlayStation y XBox, es un ejemplo de ello que necesito traer a la luz. Sus escritores son brillantes. Las caracterizaciones se centran mucho en diferencias raciales, choques culturales y cómo se encuentran puntos comunes donde nos podemos comunicar. Esa fue mi filosofía también.
Identidad y aceptación… Como mejor lo explicaré es así: sólo tengo que mirar a Puerto Rico para ello. Los incompletos (mi nombre para los personajes furros del universo Draconis) son como los puertorriqueños: una mescolanza de razas y tradiciones que lleva siglos en marcha. ¿Y por qué “incompletos”? Pues porque nunca llegaron a ser una o la otra: o eran animales o eran humanos, pero llegaron al punto medio donde humano y animal se entrelazaron a la perfección. Lo que sí puedo decir es que, de forma consciente o no, me dejé llevar mucho por las injusticias raciales que se han suscitado, lamentablemente, en todo el mundo (por no decir solamente en Estados Unidos, por ejemplo). Luchamos en un mundo donde secretos racistas que estuvieron ocultos por décadas comienzan a relucir. Como los puertorriqueños, que a diario sufrimos embates racistas, no tan sólo desde Estados Unidos sino desde otros países latinos (por ser una colonia americana), los incompletos sufren sus propias injusticias en la historia.

Esa magia cotidiana de Virtus Draconis
La presencia de la magia en la política y la guerra de tu novela sugiere una interesante integración de elementos fantásticos en situaciones cotidianas. ¿Cómo lograste equilibrar la magia como un recurso pragmático y a la vez como un factor de discriminación en la sociedad de Virtus Draconis?
No lo tuve que pensar mucho. Yo simplemente trabajé la magia y documenté las reacciones de los personajes, de manera orgánica. Hay personajes que aceptan la magia, y otros que no. Igual que en este mundo hay quien tolera la religión y otros que no. Los conceptos mágicos en esta serie son influenciados por visiones modernas de la magia, partiendo desde la hechicería moderna, así como la estética que el anime le da. Si te fijas en El alquimista de acero, los círculos mágicos son dibujados con elementos matemáticos, fórmulas y otras cosas. Siempre me fascinó eso. Un manga más reciente, The Ancient Magus Bride, trata la magia mayormente como una ciencia (por lo menos esa es mi interpretación). Pero en mi trabajo, los detalles se basaron desde un punto de vista mayormente cristiano, o bíblico, con elementos ocultos. El libro Amuletos y talismanes, de Migene González Wippler, fue una referencia también. El ritual al que Anna se somete, así como el precio en sangre, fueron influenciados por el concepto bíblico (particularmente la visión católica) de la sangre de Cristo, particularmente en el sacramento de la Comunión. La sangre de Cristo es altamente valorada en el cristianismo, en especial en el catolicismo. Se dice en el libro de Juan 1:6-7: “Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad, pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”. Se escogió el nombre de Adonai para el espíritu que trabaja con los místicos por el simbolismo que ese nombre ofrece. Y hay muchas cosas que descubrir con Adonai…
La magia es algo que todos pueden usar en Virtus Draconis. Contrario a otras interpretaciones, la magia no es vista como algo positivo o negativo; lo que se ve es la intención del usuario y cómo la canaliza. Pensé trabajarla como un recurso ordinario, en lugar de algo prohibido. Y aún con eso, como se puede ver en la novela, hay ciertos prejuicios. Puedo trazar paralelos con los tatuajes, por ejemplo: existen y no hacen daño a nadie, pero la gente sigue prejuiciada hacia ellos. Yo no quería suscribirme a ideas pretenciosas sobre la magia; yo no soy Aleister Crowley ni me interesa ser como él. Simplemente escribí y este es el resultado. ¡Un accidente feliz, como una vez dijo Bob Ross!
Con frecuencia las novelas que se desarrollan en entornos bélicos pintan a los mercenarios como seres sin alma, motivados sólo por el dinero. En tu novela el grupo Eón es una organización de mercenarios, pero se enfrentan al poder con motivaciones más relacionadas con el honor, la verdad y la justicia. ¿Puedes hablarnos un poco más de este tema?
A decir verdad, estoy cansado del concepto estándar de los mercenarios en los medios. Son interpretaciones que aburren porque ya sabes lo que van a hacer. Sabes que todo terminará mal, que morirán o se saldrán con la suya, o serán castigados. ¿Cómo puede algo ser sorpresivo o único si ya tienes conocimiento del desenlace? Ahí fue que decidí preguntarme: ¿por qué no puede haber mercenarios con un código de ética u honor? Pensándolo bien, una mejor palabra pudo haber sido justiciero, o vigilante. Pero entonces sería algo más cursi, y eso no le agrada mucho al lector. No, mercenario es la palabra correcta. Siguen siendo mercenarios, pero tienen sus reglas y procedimientos. Tienen, además, fuertes creencias personales. Todo esto matiza a los mercenarios de Virtus Draconis y da una interpretación refrescante. He tomado el concepto de los mercenarios y lo he adaptado a una trama que necesitaba algo positivo para contrarrestar la negatividad que se puede ver a través de la obra. Es un balance.
Se aprecia una dualidad en las figuras del Apóstol y el Peregrino, que gravitan a lo largo de la mitad de la obra. ¿Puedes hablarnos más de esto?
Esta fue una creación más reciente. La versión inicial de la novela, la que entregué para la tesis, no tenía este elemento. Se me ocurrió cuando analicé la relación entre Anna y Claude luego de que algunos lectores beta en el Furry Writers’ Guild me hicieron comentarios de que pensaban que un par de escenas adicionales que aclararan detalles no vendrían mal. La relación mágica y mística entre Anna y Claude fue una de las preocupaciones. Esto se tradujo a escenas adicionales que no estaban en la versión inicial de la novela. Al fijarme en el simbolismo bíblico y/u oculto de algunas partes, se me prendió el bombillo nuevamente: viajé a las parábolas del libro de los Hechos de los Apóstoles, donde los apóstoles de Jesús predicaban a la comunidad. Pastores cuidando a sus rebaños. Por ende, apóstoles y peregrinos. Las dinámicas de la relación apóstol-feligrés en el contexto del Nuevo Testamento siempre me han llamado la atención. Los apóstoles siempre cuidan de su feligresía, o su rebaño. Quería emularlo. ¡Pero claro, con más espectáculo!
Una errata que debo incluir en esta entrevista: la novela no es una obra cristiana, sino que toma elementos de mitología cristiana, igual que la toma de magia y hechicería moderna. Yo no trabajo ficción cristiana porque simplemente no es lo mío. ¡Es sencillamente una novela para entretenerte!
Lee también en Letralia: primeras páginas de Virtus Draconis, de Edi Álvarez.
Escribir novelas como quien dirige películas
Tu formación académica es impresionante y Virtus Draconis es parte de ella, al ser tu tesis de maestría. ¿Cómo impulsó la educación formal tu trabajo literario? ¿Qué aportó a tu creatividad?
Mi bachillerato en la Universidad de Puerto Rico en Arecibo fue valioso y clave. En ese tiempo, antes de que los programas académicos evolucionaran a lo que son hoy (son más especializados), te entrenaban fuerte. De todo, un poco. Aunque podías escoger en qué trabajar, como periodista o fotógrafo, tenías que tomar clases de televisión, radio, multimedios, noticias, fotografía y libretos. Descubrí en bachillerato que tenía dos talentos muy particulares: tomar fotos, el periodismo escrito y redactar libretos. Aunque nunca tuve (y posiblemente nunca tenga) talento para dibujar, sí realizaba guiones gráficos. Improvisaba con muchas cosas. Las profesoras Ingrid Garriga Picó y Denise Coutín siempre me alentaron a continuar ese camino. Nunca se me olvida que uno de los primeros libros que nos ordenaron leer era Me alquilo para soñar, del gran Gabo. Es un libro que coleccionaba varios talleres de redacción de guiones que éste una vez ofreció, que profundizaba en la creación de personajes. Ese libro impactó mi vida de tal manera… Todo lo que aprendí de ese libro se me quedó. Pongo en práctica activamente lo que aprendí con esos talleres siempre. Y nunca se me olvidó que a un personaje no lo puedes nombrar Plutarco. ¡Es que no se hace!
La fotografía fue el próximo paso lógico. Aprender a componer fotos, y cuestiones como la regla de tercios, me ayudaron a visualizar las escenas a la hora de escribir. Es cuestión de pretender ser director de cine a la hora de escribir escenas. Escribir y describir como si estuvieses trabajando con viñetas es particularmente interesante. Por eso digo que a los escritores no les vendría mal aprender técnicas fotográficas y de cine, y hasta de pintura.
Virtus Draconis se anuncia como el inicio de una saga literaria. ¿Puedes compartir tus planes o visión para su desarrollo futuro de esta saga y qué emociones o temas esperas explorar en las próximas entregas?
Estoy planificando la segunda entrega. Como adelanto, pienso escribir un misterio mágico. Va a ser algo diferente a Virtus Draconis, pero situado en el mismo mundo, claro. El tercer libro será uno de grandes revelaciones sobre el mundo de la serie. El segundo libro se acercará mucho a la redención y segundas oportunidades, y el tercero girará en torno a grandes descubrimientos y cómo cambian nuestras experiencias de vida… y cómo decidimos continuar nuestras vidas a partir de dichas revelaciones. Por supuesto, como todo en la vida, estas cosas están sujetas a cambio.
Me parece notable que tu tesis haya sido supervisada por Luis López Nieves. ¿Cómo fue trabajar con él y cómo crees que su orientación influyó en la dirección de tu obra?
¡Fue una gran bendición! Aun en mis peores momentos (y los hubo, muchísimos), fue comprensible conmigo. Su orientación fue indispensable. Entablamos una amistad tan pronto concluimos la experiencia. Mi respeto hacia él habla por sí solo. Fue y es el mejor director que pude haber tenido. No me arrepiento de escogerlo… y que él me diera la oportunidad de escribir una novela como esta es algo por lo que le estaré agradecido toda mi vida. Don Luis, sé que estarás a lo mejor leyendo la entrevista. ¡Gracias por todo lo que hiciste por mí!
Empecé a leer libros en primer grado, cuando era apenas un niño. No recuerdo los libros que leí, pero todos los días iba a coger uno a la biblioteca.
“Quiero visibilizar la salud mental”
En el prefacio, que no es otra cosa que las palabras que pronunciaste durante la defensa de tu tesis, hablas de algunas de tus influencias, que son bastante variopintas pues no sólo incluyen literatura sino que también abarcan el cine y el mundo de los videojuegos. ¿Puedes profundizar en este tema?
Este año cumpliré 36 años. Han sido 36 años llenos de inspiración y conocimiento. He visto, leído y jugado de todo. Mencionar ejemplos específicos será difícil, ya que a mis recuerdos les gusta jugar de escondite, pero emprendamos este viaje. Empecé a leer libros en primer grado, cuando era apenas un niño. No recuerdo los libros que leí, pero todos los días iba a coger uno a la biblioteca. Gané un premio por mejor lector ese año. Mi madre siempre tuvo su biblioteca y de ahí yo leía de todo. Siempre fui diestro para los idiomas. El inglés era segunda naturaleza para mí en la escuela, y soy experto en el idioma. Ahora hasta hablo un poco de japonés (no mucho). Me fascina Dostoievski. Dan Brown, como dije en el prólogo del libro, fue una influencia clave en mi carrera como escritor. Aunque El Código Da Vinci está basado en una gran farsa nacida de un total desconocimiento de secretos cristianos, me encanta leerla por cuán elegante se presenta la prosa. Arthur Conan Doyle es otro maestro literario que forma parte de mi biblioteca. Mary Shelley y los hermanos Grimm también. Me expuse a autores locales como José Borges y Emilio del Carril tan pronto ingresé a la maestría de Sagrado. Tolkien y El Señor de los Anillos son lectura obligatoria.
Aunque nunca fui muy amante del cine, sí tengo mis películas y artistas favoritos. La cinematografía animada de Mamoru Hosoda es un espectáculo. El arte de Paru Itagaki es muy diferente a lo que uno está acostumbrado ver en la industria del manga; con mayor influencia de Occidente. ¡Ahora, pregúntame de videojuegos y ahí sí que hacemos fiesta! Ya he mencionado algunos de mis favoritos en esta entrevista, como Mass Effect. ¿Cómo no mencionar la serie de Zelda? A los videojuegos se les debe considerar prácticamente literatura visual. Pienso que se ha convertido en un género que desafía las expectativas, pues ya no son meramente una fuente de entretenimiento. Las historias que te traen son comparables a las grandes épicas literarias antiguas. En realidad, cuando yo me siento a jugar, ya no me interesa la jugabilidad, sino que busco la historia del juego. Eso es lo que me interesa de verdad. Y casi nunca la paso mal.
La presencia de personajes neurodiversos en Virtus Draconis, incluyendo individuos con autismo, déficit de atención y otras características, es una característica única y valiosa de la obra, más cuando tú mismo fuiste diagnosticado con autismo a los dieciséis años. ¿Puedes hablarnos de lo que representan estas analogías en la novela?
Son la sazón de la trama. Identifican y hacen a cada personaje único. Nos deja saber que no son los invencibles o fortachones de otras tramas conocidas. Son personas como tú y yo. Nos conectamos con ellos; nos identificamos. Comprendemos que: “Wau, ese podría ser yo. ¿Qué hará para resolver sus problemas? ¿Será como yo? ¿Qué podré aprender de este personaje que yo no sepa?”. Pienso que aún hay muchas cosas que hacer para enaltecer y comprender la salud mental. Además, representan la fragilidad de la psiquis humana. Todos tenemos nuestras debilidades y rasgos que nos hacen únicos. Más allá de ser desórdenes, son las heridas cicatrizadas de nuestro mundo. Por ejemplo, todavía hay muchos prejuicios asociados con el autismo, y falta de comprensión y apoyo. En Puerto Rico, como otro ejemplo, los servicios que hay para la comunidad autista son mediocres y totalmente carentes de sensibilidad. Se ha hecho muy poco para trabajarlo. Hay una gran fuga de especialistas al exterior y muchos pacientes que se quedan rezagados. Los padres, que son al fin los héroes, tienen que lidiar con eso y ser prácticamente los tutores y especialistas de sus hijos, y eso no es justo.
Y es a partir de esa necesidad, no sólo en Puerto Rico sino en el mundo, que la novela presenta personajes neurodivergentes. Quiero visibilizar la salud mental. Quiero demostrar que no, no estamos locos, ni enfermos. Somos personas comunes y corrientes que sólo tienen un poquito más que trabajar. Si te fijas, ellos no visitan especialistas tampoco, sino que tienen que lidiar o han bregado con sus traumas desde una edad joven, con poco o ningún apoyo. Pienso que hay comunidades hermosas de apoyo para todas estas condiciones mentales que nos arropan hoy. Quiero representar eso: mis personajes discuten sus diferencias, hablan, promueven el diálogo, y resuelven esos problemas juntos. Yo creo en la tolerancia y el diálogo, porque me enseñaron que la Biblia dice que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y esa es la primera analogía de la novela, y la más importante: se puede llegar a acuerdos. Podemos ser diferentes y tener relaciones llevaderas. Por más mal que el mundo esté, no dejaré de creerlo.
Escribir ciencia ficción en Puerto Rico puede presentar un contexto cultural con características muy particulares. ¿Cómo crees que tu entorno y tu identidad puertorriqueña han influido en tu enfoque de la ciencia ficción y en la creación de mundos alternativos en tus obras?
Pienso que es ventajoso ser puertorriqueño y escribir fantasía y ciencia ficción. Puerto Rico es 100×35 hermoso. Es un portal a mundos nuevos, todos conectados por un mismo hilo caribeño de herencias poderosas. Como tenemos acceso a tantas experiencias culturales que no se darían en otros países como Estados Unidos, estamos expuestos a muchas cosas que otros desearían. Al conocer de tantas culturas y tener una herencia multicultural (taína, africana y española), tenemos mucho más material para armar mundos y personajes fantasiosos y de ciencia ficción. Es una excelente oportunidad. Somos bendecidos en ese aspecto. A mi bella Isla del Encanto, la cual extraño todos los días a pesar de las dificultades que pasa hoy, le debo mi carrera. Nacimos y vivimos en la multiculturalidad, y eso es precisamente lo que abarca la fantasía y ciencia ficción: una colección de elementos de todos lados que se juntan para ofrecer una historia épica.
La literatura puertorriqueña tiene una rica tradición que abarca diversos géneros. ¿Sientes que la ciencia ficción ha encontrado su lugar en esta tradición literaria? ¿Qué le recomendarías a otros autores de Puerto Rico que quieran incursionar en el género?
Pienso que sí, pero aún falta mucho por hacer. Apenas hemos comenzado a situarnos en la tradición literaria boricua. Somos los nuevos, los que aún tenemos que probar algo: el Rocky Balboa de la literatura puertorriqueña. Nosotros los escritores de fantasía y ciencia ficción tenemos un estilo que nos define. En Puerto Rico son muchas las maneras en que se escriben estos géneros. Apenas estoy comenzando a leer y ver por mí mismo cómo avanzan la fantasía y ciencia ficción puertorriqueña moderna o contemporánea. Necesito leer a Catarina Freytas y el Anillo Perdido, de Raymond Vollmond, así como la trilogía Ascensión Divina, de Alexandra Román, por mencionar dos ejemplos. Hace par de años atrás, no había casi nada de estos géneros en la comunidad literaria puertorriqueña. Eso está cambiando, y me honra ser parte de ese grupo que está incitando estos cambios.
Mi consejo es el mismo que le doy a todo el mundo, sea cual sea el género: aparte de leer, simplemente escribe, no importa cómo salga o cuál sea la calidad. Sólo escribe. No importa lo que los demás opinen, no importan las burlas, no importa lo que opine tu familia, escribe. Escribe, escribe, escribe. En realidad, no necesitamos estudios universitarios para escribir (pero no está mal tenerlos). Todos somos escritores; sólo necesitamos encontrar nuestra voz. Voy a confesarte una cosa que me humilla siempre: yo empecé escribiendo fanficción de Gárgolas en la escuela superior, aunque no me lo creas. Todos empezamos en algún lado. Y entonces escribí de los juegos de Star Fox. En el bachillerato, fundé una asociación de escritores en el departamento de inglés, y ahí empecé a desenvolverme con ficción original. Llegué a Sagrado y redacté más cuentos originales, y llegué hasta aquí. Sólo escribe, sin importar cómo te salga. La cosa es que escribas y encuentres tu voz. Lo demás, como calidad, corrección, todo eso viene después. Hay mucho apoyo para ti. No estás solo. ¡Sólo escribe! ¡Que tu voz suene por todos lados, que te oigan! ¡Tu voz y tu tiempo tienen valor incalculable! ¡Escribe!
- Virtus Draconis es una obra de fantasía y ciencia ficción con personajes neurodivergentes
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