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El Palacio de Alabastro

viernes 14 de agosto de 2015
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Del libro El pozo de mis ojos (Ediciones Papeles Privados, México, 2015).
Del libro En el pozo de mis ojos (Ediciones Papeles Privados, México, 2015).

Tu lenguaje inaudible se confunde con rumor de agua
apenas roce en la ventana que protege de la ventisca
quietud en risco al imaginar tu dedo.fuego
entonando los signos en surco de labranza
que acusa la línea del bisonte y del ciervo
que velaron hasta el tercer día en lo hondo de la cueva
cuando tu clamor atronando removió la estela
y te sentaste sobre ella a contemplar cómo
al dictado de tu voz
la luz en su iridiscencia
fue un león caminando sobre el margen del desierto.

***

Tu índice sobre mis párpados limpiando la polvareda de lo vivido
adentrando el sosiego y el marasmo de un centro marcado
por la cala de un tálamo y el cruce de un camino

porque de guijarros se va trazando la ruta de navegación
en las formas agrestes del desierto rojo
en el manto que brilla contra el resplandor al deslizarse
en el sonido de la arena cuando se arremolina en cierzo
en el exilio allende del deseo

ese vértigo del punto cero
cuando la ruta múltiple del Nilo
confunde las historias y los rostros
y tu pericia convulsa hunde el puñal
para saberte por siempre perseguido
por la furia de los dioses.

***

Arrasada hasta sus cimientos
Nínive la de las 15 puertas
custodiadas por toros alados
fue el lugar donde tu corazón trazó
el contorno del palacio sin rival
con sus lajas de alabastro
y el friso de la cacería de leones

Tu puño guarecido con una daga
protegió del quebranto la biblioteca sin par
cuyas tablillas inscritas
en letra cuneiforme
dicen guardaron para siempre
el Poema de Gilgamesh

Tres días con sus tres noches
no bastaron para delimitar sus orillas
y a su horizonte llegaron
provenientes de la India
caravanas de seda, aceites y especias
para el Templo de Innana

La ambición no atrevió el saqueo
de la tumba de Jonás
ni de sus reinas cubiertas
con finísimas hojas
de oro repujado
pero sí el asedio y la destrucción
que hizo desvanecer hasta su nombre
y cubrir los pedruscos de su muralla
con la tierra de la sequía

Fue ese tu susurro
el mismo que avivó su despertar
cuando con una chinilla dibujaste
el curso del Éufrates y del Tigris
sobre mis palmas
y soñé con un Edén que nunca existió
y supe de tu rostro vasto e indomable.

***

Pétalo de arena
no de gacela en fuga
ni de juncos al amanecer
semejaba tu mirada
al filo de la penumbra
contraluz
en fulgor de la bóveda
que cubría nuestros cuerpos
en el gemir de la unción

***

Sentado en el pretil
tu cabeza giraba vigilante
abarcando la borrasca
y forcejeabas
entre lo temible y lo numinoso
con el hilo fino de la cordura
que pronto trozarías.

***

En cualquier minuto
se te enredaría el ovillo
y los recuerdos en tropel
soltarían su traza
vaso roto cuyo derramar
sería la mordedura
de toda sapiencia.

***

Y el libro escribía

Cuando en lo alto…
es decir antes del antes

Cuando lo inexistente
cuando el nudo

Cuando no se extendían los cañaverales
y la mano a la par seguía el rastro de luz
hendiendo en la arcilla el verbo cuneiforme

ni se habían establecido los destinos
¿qué fábula y signo se habrán de deshilar
en el tramado de los dedos?

sus nombres fueron pronunciados…
¿quién escribe?
¿escribir y a la par ser escrito?

que la palabra de mis labios no sea revocada
y siglos después entras rompiendo
el espejismo y el delirio
y desatas la ventolera
para que de entre sus velos surja
Nínive de alabastro
con sus 22 mil tablillas de arenisca
y el misterio del Enuma Elish.

***

Vieja herida la del costado
que con la lluvia parece
una compañía querida

declaración de una vida más alta

no la de los pronombres
como sentenció un poeta
ni la de la lumbre de los secos

es una herida

no a imagen del rey pescador
ni menor a un silbo vulnerado

no hecha con una espada
ni en el desplome
a ras del acantilado
del ánima en su vértigo

punza en astilla dentro
y abulta su herrumbre y su queja
para advertir que se nace
de un sueño
que aún referido tantas veces
se vaticina en limo de ciencia
y silogismo puntual
donde abreva el azar

esta es una vieja herida
y esta es la daga
y este ya no mi pecho
por el que nacieron
las luces y lo incalculable
de una escritura
proveniente del barro

Cuando en lo bajo…

***

Quede por siempre entre los hombres
en este friso de mármol y ajez
el poder concedido a tus manos
cuya fuerza inusitada te coronó
en rey de reyes
usurpando la gloria del clan de los leones

Quede para siempre suscrito en la historia
tu gesto al estrangular la fiera del desierto
en símbolo de coronación y señorío

Que nadie cese de temblar
ante la imagen de tu fuerza
capaz de doblegar los mares
y las tinieblas del abismo

Que cada saeta encarnada
sea la belleza inmemorial de lo terrible.

***

Después de Nínive tus labios no pronunciaron sino lo albo
Hubo momentos donde no supe si la ceguera y la cólera
te habían traído desde lo antiguo para murmurar el viento
que resguarda las grietas de Wadi Rum
Te miré en los vitrales policromados de Chartres
en las gárgolas de Santiago
en el mercado de seda de Antioquia y en su Primera Cruzada
en las fotografías del Kilimanjaro
y el registro de la maleta encontrada de Capa
en la incisión geográfica de las montañas
en la guía de Miguel de Molinos y en la firma de San Juan de la Cruz
¿o era yo quien en mi desesperación te descubría en tu ausencia?
yo quien no aceptaba un dolor arrancado incluso de su soledad
la que necesitaba de tu confidencia en mis oídos
o la que en azoro confesaba la incongruencia de constatar tu partida.

***

Duermo al cobijo de Melville
¿será el trance la búsqueda del Leviatán
o eras tú el capitán Ahab?

Lo cierto es que en el techo de la habitación
se leía Call me Ishmael
y detrás de su reverberación afloraba el ámbar
de la fotografía familiar intocada por la guerra
de rostros aún no arañados por la inmisericordia

y ahora sólo queda en el pozo de mis ojos
la sal de su nombre
y un golpe seco
en el diafragma
a mitad de la noche
que me alerta del azar y sus maniobras
santo y seña de un ángel encumbrado
en el contrafuerte de un hotel de Praga
figura que habrá de desgranarse en destello
en un museo de Buda
en el pretil de un edificio de Pest
en el sol incandescente de Mérida y Cádiz
en el olor a jazmín del barrio de la Santa Cruz
y ante la anchura de Cacela Velha

vestigios de una nostalgia incapaz de hilar
salvo la isla del escorzo insaciable
en la audacia feroz del sobreviviente

—Huimos en los vagones de carbón
—Papá era médico del barco Príncipe de Asturias
que naufragó cerca de las costas de Brasil
su título estaba firmado por Alfonso XIII

Tengo miedo de que se me quiebre la memoria
de que por la rajadura se escape su río
y se deslave lo vivido y se vaya en canturreo
por los adoquines de las calles de la Medina

Te conté que en la Plaza de las Cruces
cantaba una mujer por bulerías

¿Eras tú quien deambulaba entre las ruinas de Al-zahra?

Se me deshilan los pronombres en el nocturno de la letra
en la nitidez de la Selva Lacandona y los Montes Azules

Sólo el silencio lava la luz del olvido
Y las cuentas del komboloi corren como chinillas
acicateadas por los cascos de caballos en galope de viento.

Mariana Bernárdez
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